La otra María literaria

Autores contemporáneos se acercan a la figura de la Virgen para recrear la humanidad de una madre atravesada por el dolor

El testimonio de María

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | La actriz Blanca Portillo interpreta a la Virgen en El testimonio de María, un monólogo que firma el escritor irlandés Colm Tóibín (Enniscorthy, 1955). El montaje lo ha dirigido el cineasta Agustí Villaronga, que es la primera vez que se coloca detrás del telón: “Nos descubre que detrás de ese icono de la Virgen hay un ser humano: María de Nazaret –afirma–. Una sencilla mujer de campo, cuyo único hijo le es arrebatado por una decisión divina que no comprende y por un terrible odio humano que le inflige el mayor de los dolores al clavarlo en una cruz”.

Estrenada en julio en el Festival Grec de Barcelona, y tras su exitoso paso en Madrid por el Centro Dramático Nacional, Portillo inicia ahora en Girona una gira por todo el país interpretando, como ha dicho, un papel que “nunca me planteé como la madre de Cristo, sino como mujer, como madre. No tengo hijos, pero sí vi el sufrimiento de mi abuela por sus nietos o por su hija. Esa fortaleza para aguantar con un dolor tan grande. María es un personaje mucho más cercano que si la hubiera entendido como la madre de Dios. Es un dolor común”.

Esta “otra María”, madre, humana, cercana ante todo, no es nueva tampoco en la literatura contemporánea. Está ya también en las que, en los últimos años, han mostrado Gustavo Martín Garzo o Erri de Luca, en novelas de gran calidad.

Martín Garzo (Valladolid, 1948) dio voz a la Virgen en Y que se duerma el mar (Lumen, 2012), casi veinte años después de que ya apareciera en El lenguaje de las fuentes (Lumen, 1993) esa Virgen adolescente a la que le falta la mano derecha. “Esa es una imagen que me vino un poco intuitivamente. De alguna forma, debía ser fiel a ese personaje. Cuando escribí El lenguaje de las fuentes no sabía muy bien cómo contestar a esto. Más tarde, he descubierto que el mundo de los cuentos, de las hadas, del que procede este relato, está lleno de seres, digamos, incompletos. Y esto es así porque permiten reflejar la condición humana, que es un estar incompleto, un no saber nunca quién eres, un creer que siempre hay algo que te falta, un algo que has perdido. De alguna forma este cuerpo incompleto de la Virgen alude a todo esto”.

Sola contra el mundo

Erri de Luca (Nápoles, 1950) imagina a la Virgen ya embarazada, “sola contra el mundo, desafiando las leyes que la consideran una adúltera”, según resume el novelista italiano.

Ese es el punto de partida de En el nombre de la madre (Siruela, 2007), para adentrarse en “el ascua de la natividad” con un monólogo colmado de sensibilidad en el que Miriam/María simboliza no solo la maternidad en toda su amplitud, sino también una mujer sin la cual sería imposible comprender el elemento transformador del cristianismo –el Amor– o qué entendemos por humanidad.

La otra María literaria [íntegro solo para suscriptores]

En el nº 2.926 de Vida Nueva

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