Desafíos de un año interesante

Hemos iniciado el Año de la Vida Religiosa y ello, para quienes hemos asumido este estilo de vida en la Iglesia, no puede dejar de ser una acuciante pregunta a las realidades vividas y a las que quisiéramos vivir.

La iniciativa del papa Francisco desafía a religiosos y religiosas, pero igualmente a laicos y laicas que han asumido los carismas de un fundador o fundadora de comunidades u órdenes, a mirar hacia el futuro con atención y empezar a caminar con mayor vigilancia y cuidado.

Un modo de vivir que tiene como regla primera el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, vivido a la luz de las insistencias que fundadores y fundadoras han asumido de la totalidad del mismo, está retado a salir de algunas canteras para entrar en la dinámica de salida que señala el magisterio del Papa.

Salir de una comprensión de la adaptación a los tiempos como asimilación a costumbres y modos de todo mundo, a una vivencia de la radicalidad evangélica que se niega a contemporizar con todo, especialmente, con la injusticia y la violencia institucionalizadas, el acomodo y el aburguesamiento.

Buscar una espiritualidad profunda, intensa, que señale en cada religioso o religiosa y laico o laica comprometida con la vivencia de los carismas, espiritualidades y misión, a hombres y mujeres íntegros, que no justifican sus fragilidades o mediocridades sino que viven en continuos procesos de superación y conversión para ser realmente “de Dios”.

Salir del funcionalismo y de la especialización cultual para, desde el corazón de los sin voz y de todo marginado o excluido, encontrarse con los rostros sufrientes de Cristo, el Señor. Hermoso desafío que genera esperanzas para la Iglesia de hoy y mañana. Dios nos permita ser parte de esa respuesta urgente.

Ignacio Madera Vargas, SDS

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