Criaturas sollozantes

Defendiendo-territorios

La exposición de Roberto López en el marco de la Cumbre de los Pueblos

El artista, tomando parte en la defensa de los Andes

El artista, tomando parte en la defensa de los Andes

Tierra abierta por una fuerza sin equilibrio; socavada, herida por incontables hendiduras. El trazo agudo añade oscuridad a los declives del ocre. La luz permanece en la mirada. Entre el horror y la esperanza, la naturaleza tiene el rostro de una mujer desamparada.

Defendiendo territorios es una de las 25 obras que componen la exposición Criaturas sollozantes, presentada recientemente por el artista peruano Roberto López en el Museo San Francisco de Lima. La muestra coincidió con la Cumbre de los Pueblos frente al cambio climático, evento alternativo a la COP20. 

Durante aquellos días de diciembre los participantes de la Cumbre de los Pueblos dieron a conocer su esfuerzo por el respeto de las diversas formas de vida, en contra de la explotación y expoliación de los bienes de la naturaleza por parte de las industrias extractivas. De igual modo, su lucha por defender la capacidad de los pueblos de decidir sobre sus fuentes de energía comunitaria y por exigir la reducción de las desigualdades sociales, promoviendo el Buen Vivir como modelo de vida en armonía con la Tierra.

Con la contundencia que adquiere el lenguaje artístico cuando asume su vocación de crítica a las estructuras de muerte, la exposición de López se sumó a la movilización, recogiendo con la poética de la instalación y la pintura una denuncia cada vez más radical: la que emite la tierra devastada en boca de los pobres.

El canto trasgredido

El grito del Apu

El grito del Apu

En boca del pobre de Asís fue loada antaño la Creación. Los astros con su belleza; el viento, el aire, el nublado y el sereno, entre los versos de Francisco, adquirieron la cualidad de lo divino. Lo mismo el agua, útil, humilde, preciosa y casta. El santo nombró a la tierra “hermana” y “madre”, caranterizándola también a la manera de una mujer preciosa.

Rotos los lazos de familiaridad con lo creado, el canto es acallado en Perú entre el ruido de grandes mineras como Chinalco, cuya presión ha hecho estragos en Morococha. Al agua cantarina le robaron su cauce para represarla y a los pobladores de este distrito de Junín los vienen obligando a dejar sus tierras para acabar con el antiguo pueblo y ampliar la explotación. El viento que cantó Francisco es en Morococha transporte de plomo directo a los pulmones. 

Criaturas sollozantes hace referencia al antiguo canto entonado por el pobre de Asís. Sin embargo, profundiza la ironía que trae consigo la ambición de los grandes capitales, que desacraliza la naturaleza, hiriendo la dignidad humana, rompiendo la unidad primordial de todo lo existente. Trasgredida, la canción de las criaturas se convierte en el lamento de los seres, cuyo valor se desdibuja, triste, entre pinturas que no quieren dejar morir la esperanza.

 

Agonía de los Andes

Agonía de los Andes

 

“Mi lenguaje artístico es para glorificar, pero también para denunciar. La muestra Criaturas Sollozantes trata de evidenciar a los nuevos mártires de la ecología, quienes defienden la naturaleza a pesar de sufrir muchas injusticias, encarcelamientos o, aún peor, la muerte” (Roberto López)

 

 

La agonía de los Andes

Roberto López conoce bien la realidad de su pueblo. No es indiferente a La agonía de los Andes (justamente, así llama a uno de sus cuadros). Habiendo adelantado estudios en humanidades y artes, en el 2009 se incorporó radicalmente a la defensa del Valle del Mantaro. Nacido en Concepción, es actualmente presidente del comité ambiental de su región, un colectivo para hacer frente a la destrucción que ha traído la minería a gran escala en el territorio ancestral heredado de los antiguos huancas sobre la cordillera central. Su trabajo artístico es, pues, inseparable de su adhesión a las causas sociales.

Las entrañas de Madre Tierra

Las entrañas de Madre Tierra

Reconoce haber descubierto en la obra del británico Alex Schaefer la importancia del arte como aporte a la subversión del orden económico actual. A la expresividad de los colores empleados por el alemán Anselm Kiefer le debe nuevas posibilidades para una pintura como denuncia sin ambages.

Sin embargo, el diálogo estético tiene en la cosmovisión andina su gran interlocutor. Temas, símbolos e imágenes de una relectura de tradición le han servido para profundizar su crítica al extractivismo. He aquí que a pesar de los desgarramientos sobre la corteza terrestre, las montañas tutelares (apus protectores, dioses) conservan su elocuencia.  

“El zorro de arriba”, que en las novelas de José María Arguedas cobró voz transculturada, es en la pintura de López mensaje directo, lanzado a la conciencia sobre el papel. El búho aún presagia y la mujer campesina de manos curtidas no ha dejado de ser el símbolo perfecto de la Pacha Mama.

Plástico y oro 

Criaturas sollozantes

Criaturas sollozantes

Llama la atención que en un museo que alberga obras coloniales de gran formato, extensos oleos enmarcados en madera con pan de oro, haya habido lugar para una crítica tan explícita contra el extractivismo. Junto a las antiguas reliquias de siglos, López instaló sus obras contundentes. Durante varias semanas los visitantes reflexivos pudieron advertir la paradoja. No faltaron las voces de protesta. Según una visitante no era lícito poner en entredicho la dignidad del oro franciscano dedicado a la adoración de Dios.

Los ojos cerrados. No es María en oración. Una figura femenina se yergue sobre un lago seco. En el lugar de un vientre grávido se abre un abismo industrial, lo que queda después de terminar la explotación. Cuando los operadores y las máquinas se van todavía queda una mujer. Se ha ocultado el camino que va del ser humano a sus entrañas de “hermana” y “madre”, en palabras de Francisco de Asís. Cuando el canto de las criaturas se hace cada vez menos audible todavía nos queda la pintura.

Miguel Estupiñán

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