Haití cinco años después y el sueño de la verdadera reconstrucción

misa de inauguración de la catedral de Haití después del terremoto 2010

Misa de inauguración de la reconstruida catedral de Puerto Príncipe

JEAN HÉRICK JASMIN, omi, sacerdote haitiano y teólogo de la CLAR | El 12 de enero se cumplen cinco años del terremoto que sacudió a Haití, y todavía se siente el sabor amargo de su paso, que nos puso de rodillas con un saldo de 1.300.000 damnificados, 300.000 heridos y más de 200.000 muertos. Hoy, seguimos acaparando la atención del mundo entero en materia de solidaridad internacional, gracias a los esfuerzos de muchos haitianos que viven fuera del país y que reclaman una solución rápida ante los gritos de los más pobres. Pero, ¿cómo está ahora Haití? ¿Qué ha ocurrido durante estos cinco años?

Contrariamente al decir y pensar de muchos, la situación actual no es del todo lamentable, el país no camina de mal en peor. Y algunos hechos lo corroboran: durante estos cinco años, las personas que viven en extrema pobreza han disminuido del 31% al 24%; poco a poco, se va desvaneciendo el triste panorama de tanta gente alojada en las precarias carpas en las calles de la capital; la tasa de escolarización ha pasado del 78% al 90%, aun cuando la mayoría de jóvenes no trabaja y somos uno de los países caribeños con mayor número de adultos analfabetos…

Haití se ha transformado en un vasto campo de obras y proyectos soñados llamado reconstrucción. Las autoridades presidieron varios actos de colocación de las primeras piedras de este proceso: edificios estatales, universidades, liceos, mercados públicos, un centro de la memoria, hoteles, aeropuertos en las provincias del país, un edificio ultramoderno para la administración de aduanas, etc.

En el marco de este gran sueño, no se pueden subestimar ni olvidar los aportes de la Iglesia católica, que, a través de ceremonias simbólicas, ha inaugurado varias obras sociales y religiosas, como la reconstrucción del templo del Sacré Coeur, uno de los más importantes de Puerto Príncipe.

Sin embargo, la disminución de las ayudas internacionales prometidas frena el crecimiento y debilita aún más las pocas estructuras sociales de un país cuya vulnerabilidad afecta ya a más de 2,5 millones de habitantes que todavía no pueden satisfacer sus necesidades alimenticias básicas.

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En el nº 2.924 de Vida Nueva

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