Despertar desde Irak

XISKYA VALLADARES | Religiosa de Pureza de María

No solo Jesús, incluso personas de otras ideologías y religiones como Gandhi o como Tolstoi nos dicen: “Solo hay una forma de poner término al mal, y es devolver bien por mal”. Sin embargo, estamos viviendo una situación de violencia continua. Después del asesinato de los 12 periodistas de la revista Charlie Hebdo, Occidente parece que ha despertado a lo que nuestros hermanos cristianos perseguidos en Irak llevan viviendo ya hace mucho más tiempo. He pasado la Navidad con ellos en Irak, he tocado su dolor, hemos podido compartir cinco días su miseria y su fe, y puedo decir que he celebrado la Navidad más auténtica de mi vida. Pero, ¿ahora qué?

¿Cuánto tiempo más deben seguir en esa situación nuestros hermanos cristianos de Irak? No solo huyendo y escondiéndose, atemorizados y hacinados, sino sin futuro. “Tengo 18 años y sé que los jóvenes cristianos que estamos aquí no tenemos futuro”, decía uno de los chicos de una de las familias visitadas en el refugio de Mar Elia, en Ankawa. “Lo hemos perdido todo, incluso la esperanza, solo nos queda la fe”, nos decía la madre de una niña de tres años que le fue arrebatada de los brazos. Y les veías ahí, todo el día sin hacer nada. Los niños sin escuelas, los padres sin trabajos, los jóvenes sin ilusiones.

Veo, como dicen los analistas, una solución complicada al problema de los yihadistas. Por una parte, no solo se radicalizan ellos, también hay cristianos tomando posiciones radicales de islamofobia. Y no es ese el mensaje de Jesús. Ningún fanatismo lleva nunca a la verdad y a la libertad. El Corán está siendo interpretado de manera enfermiza por parte de los radicales islamistas. Pero la mayoría de musulmanes lo vive con sencillez y pacíficamente. Necesitamos ser agentes de diálogo. Cierto es que con radicales no se puede dialogar. Pero las grandes potencias del mundo árabe quizás sí que puedan conseguirlo. Sin embargo, siguen mirando para otra parte. También nuestra vieja Europa ha mirado durante demasiado tiempo para otra parte. Tenemos que despertar.

Despertar a la realidad: que cuando lo perdemos todo, como los cristianos de Irak, es cuando nos planteamos las auténticas preguntas que pueden dar sentido de verdad a nuestra vida. ¿Por qué esperar a que eso suceda? Despertemos ya, porque lo único que importa es qué nos mantiene vivos, qué nos mueve por dentro para actuar, qué queremos haber vivido en el momento de nuestra muerte. No es ser trágicos. Es tomarnos la fe en serio. Es comprender que solamente la vivencia real del Evangelio puede cambiar el mundo.

En el nº 2.924 de Vida Nueva

 

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