Transición sin miedos

Fidelidad creativa

Vida Nueva

JOSÉ LORENZO. FOTOS: SERGIO CUESTA | En la carta que con motivo de este Año ha escrito el papa Francisco a los consagrados, les recuerda, citando a su predecesor, Juan Pablo II, que la suya es una historia “que construir” y no solo que recordar y contar. La Vida Consagrada no es ajena al cambio de época que está alumbrando el mundo y tampoco quiere quedarse al margen. Es, como se desprende de la conversación que Vida Nueva ha mantenido con tres consagrados –Ana Isabel González, de las Mercedarias Misioneras de Bérriz; Luis Alberto Gonzalo, claretiano; y Daniel Izuzquiza, jesuita– en la sede de los claretianos en Madrid, un momento de tanteos, de búsquedas y zozobras, pero, fundamentalmente, de ilusión. 

Transición sin miedos [íntegro suscriptores]

¿Cómo ven tres religiosos jóvenes, con una edad muy por debajo de la media de los consagrados, el futuro de esta opción de vida y servicio?

Vida Nueva

Ana Isabel González, Mercedarias Misioneras de Bérriz

Daniel Izuzquiza (DI): Con ilusión y esperanza, viviendo ya esta edad adulta con fidelidad creativa. El peso demográfico es importante y pide cuidado de los mayores, ajustes; es la evidencia que tenemos, pero no es un lastre…

Ana Isabel González (AI): El futuro, por fuerza, lo veo distinto. No sé todavía en qué consiste esa diferencia, pero me produce una gran esperanza e ilusión el hecho de que estamos viviendo una época de transición, como denotan unas energías internas que quizás no se corresponde con las externas, y donde hay muchos retos y caminos que no sabemos en dónde desembocan. También en los consagrados de más edad, que han vivido ya muchos cambios, veo ilusión y confianza por lo que ha de venir, en vez de preocupación.

Luis Alberto Gonzalo (LA): Me sumo a la ilusión, porque esta vida tiene presente y tiene futuro. Estamos viviendo una profunda reforma de la Vida Religiosa, aunque la historia reciente, cuando éramos muchos, nos está jugando una mala pasada. El haber sentido recientemente esa fortaleza, que por otro lado era irreal, nos está afectando psicológicamente. En este Año no estamos llamados a reeditar lo que había, sino a empezar algo nuevo, por mandato del Espíritu, algo significativamente distinto, también menos numeroso y fuerte en esta sociedad. Se nos habla en un lenguaje nuevo y nos toca animar y estimular. Y nosotros, los de estas edades intermedias, seremos los que de manera más fuerte acusaremos esta crisis y el tránsito de una Vida Consagrada a otra.

Artículo íntegro para suscriptores en el nº 2.923 Especial Vida Consagrada de Vida Nueva

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