“Las circunstancias uno no las busca, pero Dios llama”

Vicente Jiménez, designado por Francisco para reconducir la situación en Zaragoza

NUEVO ARZOBISPO DE ZARAGOZA ADMITE "SORPRESA" Y "SENTIMIENTOS ENCONTRADOS" POR SU NOMBRAMIENTO

J. LORENZO | En menos de diez días, Vicente Jiménez Zamora ha vivido con intensidad la tristeza de la despedida y la alegría de la llegada, “sentimientos encontrados” que el hasta entonces obispo de Santander confesó en la rueda de prensa que convocó el 12 de diciembre en la capital cántabra tras darse a conocer ese mediodía que había sido nombrado nuevo arzobispo de Zaragoza, sede de la que toma posesión el día 21.

El propio Jiménez (Ágreda, Soria, 28 de enero de 1944) mostró también su sorpresa por la rapidez de la designación, un mes después de que el ahora arzobispo emérito, Manuel Ureña, anunciase que la Santa Sede había aceptado su renuncia “por razones de salud”, aunque luego se supo que había pagado una elevada suma de dinero a un exdiácono que acusaba al párroco de Épila de acoso sexual (ver VN nº 2.920).

Consciente de esa realidad, el nuevo arzobispo señaló que “las circunstancias uno no las busca, pero Dios nos llama en todo momento y tenemos que amar esa realidad y tratar de solucionarla con la gracia de Dios, quien marca el tiempo y el momento, pero vamos fiados en el Señor…”.

Jiménez, que se despedía de los cántabros el jueves 18, en una eucaristía en la catedral, reconoció que, a poco más de un mes de cumplir los 71 años, “creí que iba a terminar mis días en Santander, por mi edad y porque estaba muy a gusto, pero mi vida siempre ha sido el cumplimiento de la voluntad de Dios y el servicio a la Iglesia. Lo que soy se lo debo a la Iglesia y a la Iglesia quiero servir. Ahora en esa parcela hermosa que es Zaragoza”.

Y ese servicio contrastado tanto en la diócesis cántabra como en la Conferencia Episcopal Española (CEE), al frente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, es lo que ahora le ha puesto de nuevo en camino para reconducir una situación delicada en Zaragoza, con una investigación diocesana en curso para tratar de esclarecer los hechos. “Tiene carácter, es coherente y muy trabajador y en Zaragoza podrá hacerlo muy bien”, dice a Vida Nueva un obispo que le ha tratado de cerca. Cualidades que también habría observado el arzobispo de Madrid, el cántabro Carlos Osoro, quien, según apunta una fuente de la CEE, recomendó su nombre al papa Francisco, quien ya no necesitó de las ternas que habitualmente hace llegar la Nunciatura en estos casos, descabalando las posibilidades de otro obispo al que se le escapan las opciones en el último suspiro.

Zaragoza será el tercer destino como pastor de Vicente Jiménez desde que hace diez años fuese nombrado titular de Osma-Soria, su diócesis natal, y tras su llegada a Santander, en 2007. En la CEE es, desde 2011, presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada. Su labor en ella en momentos de indisimuladas tensiones entre la jerarquía episcopal y CONFER le valió luego ser reconocido por la Santa Sede con su nombramiento como miembro de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Precisamente en la última reunión de este dicasterio, el pasado 27 de noviembre, tuvo oportunidad de encontrarse y saludar al papa Francisco. Ahora, y hasta el nombramiento de sucesor, será también administrador diocesano de Santander.

Restañador de comunión

Nunca han sido mal indicativo del nivel de comunión en una Iglesia las relaciones entre los miembros de la Vida Consagrada y los obispos. Y ahora, de nuevo, pasan por un buen momento, en parte gracias a la labor en los últimos años del nuevo arzobispo de Zaragoza. De ahí la pronta felicitación expresada por CONFER. Una alegría que compartía plenamente el jesuita Elías Royón. Como presidente de esa confederación de religiosos y religiosas hasta el pasado año, le trató muy de cerca. “Desde el primer momento, mostró mucho afecto por el ser y el hacer de la Vida Religiosa y facilitó establecer una relación fluida y un diálogo confiado con CONFER. Expresó públicamente la importancia de la función carismática de los religiosos en la Iglesia española”, señala a Vida Nueva. Y añade más: “La elaboración y aprobación del documento [de los obispos] sobre las mutuas relaciones no fueron para él unos momentos fáciles; pero entendió que era necesario crecer en la comunión entre obispos y religiosos; la Conferencia Episcopal debía expresar que se cerraban etapas pasadas y se abrían nuevas posibilidades”.

En el nº 2.922 de Vida Nueva

Compartir