El fin de la era “migueliana”

Familiares de las víctimas de la secta Orden y Mandato reclaman la intermediación papal

DETENIDO EN MADRID EL LÍDER DE SECTA ORDEN Y MANDATO DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL

RUBÉN CRUZ | Los “miguelianos” se disuelven. La detención, el pasado 11 de diciembre, de Feliciano Miguel Rosendo da Silva, líder de la secta Orden y Mandato, rebautizada como La Voz del Serviam, pone punto y final a este grupo, o al menos eso parece. Las 20 pseudomonjas, que residían en un chalé alquilado por 3.000 euros en El Escorial, abandonaron su hasta ahora hogar por consejo de sus abogados, según explicaron ellas mismas a la salida de la casa este mismo martes.

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El grupo religioso recibió su aprobación en 2009 por la Diócesis de Tui-Vigo. Miguel Rosendo cautivó a la diócesis gracias a las vocaciones. Sin embargo, a fines de 2012, dos hermanas denunciaron ante el obispo, Luis Quinteiro, el calvario que habían vivido con el fundador del grupo. Pocos meses después, el prelado nombró a Manuel Salcidos “visitador canónico” y, durante nueve meses, investigó al grupo desde dentro. Tras el informe de este, la diócesis decidió suspender al líder “migueliano” en marzo de 2014 y nombrar a Xosé Vidal como “comisario extraordinario”.

Vidal es quien se encarga ahora del grupo. No obstante, el núcleo duro de la secta –unas 30 personas– se marchó junto a su líder a Madrid, donde se hacen llamar La Voz del Serviam, aunque no están constituidos como grupo religioso, ya que nunca lo solicitaron a la archidiócesis madrileña. “La huida a Madrid de Miguel refleja su culpabilidad”, afirma con determinación el padre Isaac, primer párroco que Tui-Vigo puso a disposición del grupo. Asimismo, a este cura, que ha pasado bastante tiempo con Orden y Mandato, no le sorprenden las acusaciones que se han vertido sobre el líder “migueliano”: “No he vivido muchas de las cosas que se cuentan, pero les doy total verosimilitud”, señala a Vida Nueva.

Miguel Rosendo comenzó a fraguar su secta hace más de 20 años, cuando recibía a varios vigueses en la trastienda de su herboristería en el centro de Vigo. La cifra de adeptos que acudía a pedir consejo espiritual a Miguel llegó a superar las 400 personas. Este hombre se valía de prácticas de brujería para engatusar a las víctimas. Sin embargo, decidió cambiar el esoterismo por la Biblia y, poco a poco, fue llevando a sus fieles a su mansión en Oia (Pontevedra), valorada en un millón de euros.

Cantaron ante Benedicto XVI

Orden y Mandato se dedicaba a labores sociales y a traer la Buena Nueva a través de la música. Síguele es el nombre de su canción más conocida, que llegaron a cantar ante Benedicto XVI en la JMJ de Madrid. Y es que las angelicales voces de las pseudomonjas y la colorida vestimenta lograban calar en todos. El grupo creado por Miguel Rosendo se aleja totalmente de los valores eclesiales. El líder de los “miguelianos” ha intentado estafar a la Iglesia, a la que le ofrecía vocaciones. Sin embargo, las prácticas de Miguel no tienen nada que ver con la doctrina católica. Hoy, el líder permanece en prisión sin fianza, acusado de asociación ilícita y abusos sexuales.

Dos de las familias afectadas han escrito sendas cartas al Papa

Dos de las familias afectadas han escrito sendas cartas al Papa

El líder “migueliano” mantenía relaciones sexuales con sus víctimas porque era, según él, la manera de transmitir las enseñanzas de san Miguel Arcángel y de “purificarlas”. Así lo han explicado algunas exmiembros del grupo. Además, según el testimonio de estas, en la mansión de Oia, los hombres tenían una habitación y las mujeres otra, aunque había matrimonios entre ellos. Sin embargo, la habitación de Miguel conectaba con la de las mujeres. “Tengo miedo de que este señor le haya podido hacer algo a mi hija”, apuntaba con voz temblorosa Carlos Paz, padre de Marta, la mano derecha de Miguel. Él mismo perteneció al grupo al inicio, junto a su mujer y sus dos hijas. Todos salieron hace dos años, cuando se dieron cuenta del engaño al que Miguel les sometía: “Las monjas estaban pasando penurias para pagar la luz, mientras él se estaba construyendo una mansión”, indicó. Pero Marta sí se mantuvo al lado de Miguel. Sus padres creen que le tiene “comido el cerebro”.

Artículo íntegro para suscriptores en el nº 2.922 de Vida Nueva

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