Andrew Yeom Soo-Jung: “El catolicismo rompió el sistema social machista de Corea”

Andrew Yeom Soo-Jung. Cardenal arzobispo de Seúl

Cardinal Yeom of Seoul, South Korea, poses with guest during reception for new cardinals at Vatican

DARÍO MENOR | Corea del Sur acoge una de las comunidades cristianas más pujantes del orbe católico, con alrededor de 100.000 bautismos de adultos al año. Para el cardenal Andrew Yeom Soo-jung, arzobispo de Seúl, el secreto del éxito está en los laicos (sobre todo en las mujeres), quienes introdujeron el Evangelio en la península coreana. “Desempeñan un papel muy dinámico, es algo característico de nuestra Iglesia”, cuenta, destacando que los interesados en recibir catequesis se han duplicado tras la visita de Francisco. 

“El catolicismo rompió el sistema social machista de Corea” [extracto]

entrev1Usted escribió en el prólogo de ‘Cristiani in Corea’ (Edizioni Messaggero Padova) que, gracias a las visitas de san Juan Pablo II, la Iglesia coreana dio “un gran paso en la evangelización”. ¿Ha ocurrido lo mismo tras el viaje de Francisco del pasado mes de agosto?

Juan Pablo II tuvo una gran influencia en la sociedad coreana, especialmente en la evangelización. Fue un misionero. Creo que Francisco también consiguió impactar. No tenemos todavía datos concretos, pero hasta el 15 de septiembre, las personas que querían recibir cursos de catecumenado se habían duplicado en la catedral de Seúl. También se había incrementado mucho el número de confesiones. Las personas que no solían venir a las iglesias están volviendo. Francisco no solo conoció cómo es la Iglesia de mi país, también se encontró con personas que sufren, como por ejemplo, los familiares del desastre del hundimiento del ferry, hace unos meses, en el que más de 300 estudiantes murieron. También se vio con discapacitados y con algunas mujeres que fueron esclavas sexuales durante la ocupación japonesa [en la Segunda Guerra Mundial]. Igualmente se encontró con otros líderes religiosos, dando un ejemplo muy bueno de diálogo y trabajo conjunto. Los efectos totales de la visita habrá que esperar para verlos, pero estoy convencido de que serán buenos.

La Iglesia coreana logra alrededor de 100.000 bautismos de adultos al año, lo que contribuya a que la comunidad aumente un 1,5% anualmente. Son estas unas cifras que no se ven en otros países. ¿Cómo lo hacen?

Es la gracia de Dios. La población de Corea del Sur es de más 50 millones de personas. Solo el 52% de la población pertenece a alguna religión. El 48% no tiene religión, por lo que tenemos unas grandes posibilidades para evangelizar.

Dinamismo laical

Los laicos iniciaron la Iglesia coreana. ¿Cómo es hoy su vida? ¿Siguen siendo agentes activos de evangelización?

El papel de los laicos es una característica especial de la Iglesia de mi país. Antes de que los misioneros llegaran a la península coreana, los laicos introdujeron la fe. Fundaron una comunidad de fe sustentada por esta labor voluntaria. Siempre ha habido una gran voluntad de recibir el Evangelio y la Palabra de Dios. Así fue la fundación de nuestra Iglesia, a través del estudio voluntario de la fe y de la evangelización por medio del apostolado laico. Para los laicos coreanos es tradición vivir como dice Jesús y transmitir sus enseñanzas. Desempeñan un papel muy dinámico, es algo característico de nuestra Iglesia.

Muchas de las conversiones llegan de hombres que se casan con católicas. ¿Cómo es este proceso?

Muchas mujeres se bautizan antes del matrimonio y luego, en sus familias, llevan adelante una vida cristiana en la que consiguen involucrar a sus maridos. Un alto porcentaje de ellos acaba convirtiéndose.

¿Son entonces las mujeres el secreto del éxito de la Iglesia coreana?

(Risas). Cuando el catolicismo se introdujo en Corea, el papel público de las mujeres era muy bajo, su posición era muy limitada. No podían enseñar ni caminar por la calle solas. Se trataba de una sociedad muy orientada hacia los hombres. Cuando llegó el catolicismo, hubo mujeres catequistas que se ocupaban de las comunidades de fe. Ellas solían ser las líderes. Entre los santos coreanos hay igualdad de número entre hombres y mujeres. El catolicismo, en cierta forma, rompió el sistema social existente. Al reconocer el papel de la mujer desde su inicio, se convirtió en tradición su protagonismo en nuestra comunidad.

seul1Alrededor del 75% de la población coreana tiene una buena imagen de la Iglesia católica, pero solo un 10% es católico. ¿Cómo lo explica?

No estoy seguro del dato preciso, pero sin duda es cierto que la Iglesia católica goza de una amplia confianza entre los coreanos. Uno de los motivos puede ser el trabajo en el campo social. La Iglesia sigue hablando sobre justicia social, sobre derechos humanos. Con estas posiciones se gana la confianza de las personas, trabajando mucho por el bien común.

Usted escribió que la Iglesia coreana debe desempeñar un papel importante para la evangelización y la pacificación en Asia. ¿Cómo están respondiendo a estos dos desafíos?

Es importante que trabajemos juntos. Hacemos un gran esfuerzo en la evangelización dentro de la propia Corea y también con la misión fuera de nuestras fronteras. Nuestra archidiócesis tiene muchos sacerdotes fuera, en países que necesitan del trabajo misionero. La mayoría son muy jóvenes.

Otro asunto caliente. Usted es administrador apostólico de Pyongyang, capital de Corea del Norte. El pasado mes de abril visitó un complejo industrial impulsado por ambos países. ¿Celebró una misa allí, como especulan los medios surcoreanos? ¿Quedan católicos en Corea del Norte? 

La condición para entrar en Corea del Norte es no realizar ningún tipo de actividad religiosa, por lo que no pude celebrar misa. Solo visité ese lugar impulsado por la cooperación entre Corea del Norte y Corea del Sur, vi cómo trabajaban los empleados y almorcé allí. Hay 52.000 trabajadores norcoreanos en estos complejos industriales mixtos. Suponen un papel importante para la economía de Corea del Norte. Espero que se funden otros más. Excepto cuando estuve en ese complejo industrial, nunca he estado en Corea del Norte. Antes de que la guerra estallara en los años 50 del siglo pasado, los católicos, en lo que hoy es Corea del Norte, eran entre 53.000 y 58.000. Han pasado 64 años desde entonces, por lo que supongo que la mayoría habrá muerto. Si solo un 10% ha sobrevivido, se trataría de unas 5.000 personas. Las nuevas generaciones no tienen fe porque son educadas en el comunismo. El Gobierno de Corea del Norte dice que hay 3.000 católicos. No hay sacerdotes ni religiosos en todo el país, pero hay una parroquia en Pyongyang. No sé si tiene reuniones habituales. Su ley dice que la gente tiene la libertad de tener religión, pero también dice que la persona tiene el derecho a no tener religión, lo que niega el primer derecho. Se puede decir que no hay libertad religiosa. Enseñar la doctrina o el catecismo sería un problema, porque ellos han nacido y crecido en una atmósfera comunista. Creo que hay católicos en Corea del Norte, pero deben de estar escondidos.

Cómo ve el desarrollo de las relaciones entre Corea del Norte y Corea del Sur. ¿Habrá otros sesenta años de separación?

No quiero que Corea del Norte colapse. La razón de la separación viene de la II Guerra Mundial por las potencias extranjeras. Más de un millón y medio de personas murieron en la guerra y más de diez millones vieron cómo sus familias quedaban separadas. Hay muchas oportunidades para que ambas naciones coexistan y se ayuden. Pero uno de los problemas es el nuclear. Antes era una guerra de estilo antiguo, no suponía el problema atómico. Hoy uno de los países puede desaparecer. Corea del Norte considera que sin estas armas no puede sobrevivir…

Una comunicación “de última generación”

Que entre el entrevistador y el cardenal Andrew Yeom Soo-jung no haya una lengua común, no supone problema alguno para comunicarse. En seguida se ofrece como traductor el secretario personal del purpurado, un joven sacerdote que habla inglés con fluidez. Para que no se le escape ninguna de las palabras que el entrevistado va desgranando en coreano en cada respuesta, el secretario las apunta en la pantalla de su teléfono móvil de última generación con los elegantes ideogramas de este idioma asiático. En algún momento de la conversación incluso echa un capote para traducir Jong-su John Kim, el padre Giovanni, como se presenta a sí mismo, rector del Pontificio Colegio Coreano de Roma. En este moderno edificio de las afueras de Roma se desarrolla la entrevista.

En el nº 2.922 de Vida Nueva

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