Movilización de mujeres afrodescendientes por el cuidado de la vida y el territorio ancestral

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El compromiso de las líderes comunitarias de La Toma, Cauca

El 17 de noviembre decenas de mujeres pertenecientes al Consejo Comunitario de La Toma, Cauca, dieron inicio a una movilización por el cuidado de la vida y el territorio ancestral. Las líderes afrodescendientes marcharon desde su tierra hasta la capital del país en compañía de la Guardia Cimarrona para exigirle al Gobierno una solución al problema de la minería a mediana y gran escala en su región.

Por una parte, este problema está asociado a la minería ilegal, que con el uso de retroexcavadoras está destruyendo el río Ovejas, corazón de prácticas tradicionales de producción como la minería ancestral y la agricultura; por otra, está asociado a la concesión de títulos mineros pasando por encima de la consulta previa.

De las 60 mil hectáreas que hacen parte del Consejo Comunitario de La Toma, el 34 por ciento han sido tituladas para la explotación por parte de empresas multinacionales. El 57 por ciento está en espera de titulación. El daño ambiental, vinculado al uso de mercurio y cianuro, se manifiesta en afectaciones para la salud de los habitantes de la región, y hay presencia de actores armados, que amenazan a quien eleva su voz de protesta.

Asamblea permanente 

En 2010 apareció una sentencia de la Corte Constitucional que subrayaba la importancia de la consulta previa y el derecho de la comunidad a permanecer en su territorio, al tiempo que  ordenaba la suspensión de todas las concesiones mineras. Tras la tragedia de la mina de San Antonio en Santander de Quilichao, ocurrida en abril de este año, se levantó una nueva acta con los reclamos de los pobladores afrodescendientes de estos territorios. Sin embargo, los acuerdos pactados para poner fin al drama que vive la región por cuenta de la minería legal e ilegal no se han cumplido; mientras tanto la situación de orden público empeora, acarreando graves violaciones a los derechos de la gente.

El 27 de noviembre, en actitud de protesta, 22 de las mujeres que marcharon desde su tierra hasta Bogotá, ocuparon la sede de La Giralda del Viceministerio del Interior. Respondieron con escepticismo a la presentación de informes por parte de funcionarios públicos, que no daban cuenta de una respuesta diligente a las denuncias. Durante cuatro días permanecieron en el lugar para insistir en una solución inmediata a sus problemas y se declararon en asamblea permanente. Mientras tanto, creció el respaldo a su movimiento, pero también aparecieron nuevas amenazas.

Voz de resistencia

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“Mientras en Cuba se discute sobre la paz y reparación a las víctimas, en el Cauca –y otras regiones del país- avanza un modelo de desarrollo económico extractivo sordo a los legítimos reclamos de estas comunidades. Ante la falta de soluciones efectivas, las mujeres del Cauca encarnan las voces que se resisten a la guerra y exclusión”, Ana Margarita González, investigadora del Centro de Derecho, Justicia y Sociedad (Dejusticia).

En busca de garantías

En una rueda de prensa llevada a cabo en el Cinep el martes 2 de diciembre anunciaron un primer avance en la negociación con el Estado. Además de una ruta para el cumplimiento de algunos de los acuerdos que se han pactado anteriormente con la comunidad, el ministerio público se comprometió a adelantar la redacción de un informe para poner de manifiesto frente a la Procuraduría la responsabilidad disciplinaria de funcionarios públicos en la desprotección que vive La Toma. También se está elaborando un protocolo de acompañamiento a los participantes de la movilización, con el fin de que puedan regresar a sus territorios en condiciones de seguridad. Si bien el Gobierno habló una vez más de hacer frente al problema de la minería ilegal, no existe claridad acerca de su posición respecto a la derogación de títulos mineros. 

Durante la mencionada rueda de prensa las líderes de La Toma anunciaron el surgimiento de un grupo de garantes al proceso de exigibilidad de derechos que vienen llevando a cabo. De este grupo hacen parte el padre Francisco de Roux, jesuita; los senadores Iván Cepeda, Evelis Andrade, Alberto Castilla y Claudia López; así como la Defensoría del Pueblo y Todd Howland, Representante de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Colombia.

“El territorio es la vida”

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Las palabras con que las mujeres de La Toma declararon el inicio de su movilización siguen vigentes, en espera de que el país sea consciente de que lo que ocurre en un territorio es una expresión de problemas mayores, que se reproducen no sólo en el Cauca ni en Colombia, sino a lo largo y ancho de América Latina, donde la integridad cultural, la vida y el territorio de los pueblos más pobres están en peligro.

“Somos mujeres negras, nortecaucanas, descendientes de africanas y africanos que fueron esclavizados, conocedoras del valor ancestral que tienen nuestros territorios. Sabemos que a muchos les tocó pagar con sus vidas nuestra libertad. Sabemos de la sangre que derramaron nuestras ancestras y ancestros para conseguir estas tierras. Sabemos que trabajaron años y años en condición de esclavitud para dejárnoslas.

Nos enseñaron que la tierra no se vende. Entendían que debíamos garantizar a los renacientes la permanencia en el territorio. Han pasado cuatro siglos y sus memorias están nuestras memorias, sus prácticas son nuestras prácticas, trasmitidas desde nuestras abuelas y abuelos. Nuestras hijas e hijos hoy continúan reafirmando nuestra identidad como pueblos libres.

A muchas de nosotras y nosotros nos ha tocado criar a nuestros hijos e hijas solas, las bateas, el almocafre y la pala han sido los testigos de ello; el territorio ha sido nuestro compañero y ha estado con nosotras en momentos de alegría y tristeza.

Nuestras abuelas, como Paulina Balanta, nos enseñaron que el territorio es la alegría y la tristeza; que el territorio es la vida y la vida no tiene precio; que el territorio es la dignidad y esta no tiene precio.

Y es por eso que a pesar del abandono del Estado hemos permanecido en resistencia frente a los megaproyectos que en nombre de su visión de desarrollo y con el discurso de erradicar la pobreza han venido generando condiciones de despojo, de destierro y de miseria”.

Texto: Miguel Estupiñán

Fotos: PCN, VNC

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