Creyentes por el ambiente

Primer Encuentro Ambiental de Organizaciones Religiosas de Bogotá

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Un tanto difuso, como las nubes que vienen de la Orinoquía y se dejan mecer por el viento en las altas cumbres de la cordillera, así se inició el Primer Encuentro Ambiental de Organizaciones Religiosas de Bogotá. El auditorio de la Secretaría Distrital del Ambiente, acostumbrado a congregar ecologistas y ambientalistas se dispuso como un inmenso altar para acoger las diversas confesiones religiosas de la ciudad capital.

¿La razón? El 29 de noviembre de 1979, Juan Pablo II publicó la Bula Inter Sanctos en la que proclamó a Francisco de Asís como patrono de quienes cultivan la ecología. Treinta y cinco años después, la Familia Franciscana de Colombia y la Comisión de Justicia, Paz e Integridad de la Creación (JPIC) de la Conferencia de Religiosos de Colombia (CRC) en asocio con la MESETI (Mesa Ecoteológica Interreligiosa de Bogotá D.C.) propusieron un homenaje orientado a fortalecer el compromiso de los creyentes en el cuidado del ambiente.

Curiosamente, la idea de un santo patrono de la ecología nació de un historiador estadounidense llamado Lynn White, quien en diciembre de 1966 presentó ante la Academia de Ciencias su famosa disertación Las raíces históricas de nuestra crisis ecológica, en la que culpó a la tradición judeo-cristiana en razón a la idea de Dios que permite explotar todo lo creado (Gen 1, 28). Sin embargo, en esa misma ponencia, White Jr. propuso que Francisco fuera el patrono de los ecologistas en virtud de la horizontalidad de su trato con la naturaleza.

“Debido a que la raíz de nuestro conflicto es tan profundamente religiosa, el remedio debe también ser esencialmente religioso, llamémoslo así o no. Debemos repensar y resentir nuestra naturaleza y nuestro destino” es una de las frases del historiador que inspiran lo que hoy se conoce como ecoteología, una reflexión sobre las relaciones entre Dios, naturaleza y ser humano.

De la nube al rocío

Después de entonar los himnos de Colombia y Bogotá, casi medio centenar de representantes de diversos credos, se unieron en una plegaria para ser instrumentos de paz. Sobre el escenario, un inmenso mapa de la Bogotá Urbana, tejido sobre costal por las manos creativas de una religiosa franciscana, una líder luterana y una joven presbiteriana, presagiaba el rumbo del encuentro.

La Hna. Fanny Esperanza Cordon, fray Harold Sánchez y Margarita Bautista de la Orden franciscana seglar, presentaron ante el auditorio una semblanza de san Francisco de Asís y la vigencia de su cosmovisión y antropología como alternativa en el contexto actual de capitalismo neoliberal.

Pedro-Felipe

De la gota al río

Luego de una invocación al Padre Creador, Miguel Ángel Julio, Director de la Oficina de participación, educación y localidades (OPEL-SDA), expuso las características de la estructura ecológica de Bogotá y la importancia de reconocer cada uno de los ocho territorios ambientales. Posteriormente, el pastor Luis Eduardo Barbosa informó sobre los avances de la Oficina de asuntos religiosos que planea constituir formalmente la Secretaría de Gobierno y el diácono Alirio Cáceres Aguirre propuso que las organizaciones religiosas iniciaran una gestión ambiental en sus propias sedes y desde ahí se articularan en cada territorio para apoyar los procesos ciudadanos en función del cuidado de la Creación.

La dinámica vivencial para tomar conciencia de los sentidos, la invitación a la serenidad por parte de las budistas, el ejercicio de ubicar el sitio de residencia en el mapa, las danzas rituales del Cabildo Muisca de Bosa y el contexto que ASURÍO ofreció para comprender la problemática de la Cuenca del Río Bogotá, fueron uniendo los espíritus en un caudal de esperanza y refrescando los compromisos ambientales de las organizaciones religiosas en el sagrado territorio de Bacatá. “Algo nuevo está brotando, ¿no lo notan?” (Isaías 43, 19).

Texto: MESETI

Foto: Pedro Felipe, EBAH

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