Alonso Garza Treviño: “La familia que existía ayer es quizá la que menos exista ahora”

Alonso Garza Treviño. Obispo de Piedras Negras (México)

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F. MONROY. FOTOS: DIÓCESIS DE PIEDRAS NEGRAS | Alonso Garza Treviño, obispo de la joven diócesis mexicana fronteriza de Piedras Negras (Coahuila) y participante en los dos sínodos más recientes, explica que está “en una diócesis nueva, que puede aportar cosas nuevas; en la frontera con Estados Unidos, donde vivimos situaciones muy especiales en las familias: desintegración, división del hogar y el lugar de trabajo, inmigrantes de Latinoamérica y México; y la vecindad con el país más poderoso, multirreligioso y cosmopolita que nos impone retos muy particulares”.

PREGUNTA: ¿Qué diferencias notó entre el Sínodo de la Nueva Evangelización y el de la Familia?

RESPUESTA: El Sínodo de la Nueva Evangelización tuvo lugar en el marco de los sínodos previos, que presentaron un punto de vista casi siempre desde lo tradicional; quizá con alguna línea de cierta proposición nueva o diferente. Un sínodo más para reforzar lo que había que para crear.

El Sínodo de la Familia se distinguió por lo contrario. Se dijo lo que se tenía que sostener, pero se abrió a nuevas formas, principalmente porque el tema era muy distinto. Me explico: proclamar el Evangelio es la tarea que nos dejó Nuestro Señor, y ese fue el Sínodo de la Nueva Evangelización; mientras que hablar de la familia es hablar de algo nuevo, pues, aunque la familia pensada por Dios es la misma institución, la familia tradicional de ayer, la familia que existía ayer, es quizá la que menos exista ahora.

Es decir, hoy las familias son muy distintas a como lo eran ayer, y esto pide nuevos tratos, nueva pastoral, nuevos métodos para llegar a ellas. Quizá por eso el Sínodo de la Familia tomó otro enfoque y, obviamente, marcado por el estilo del papa Francisco.

Él habla de una Iglesia de puertas abiertas y, prácticamente, el Sínodo sirvió para preguntarnos cómo manifestamos que las puertas de la Iglesia están abiertas a las nuevas familias de hoy.
Varios cardenales y obispos expresaron su inquietud respecto a la organización y difusión de la información del Sínodo.

Cambió la metodología. La esencia creo que fue la misma. En el sínodo anterior se publicaba una síntesis de lo que cada obispo decía, hoy se dijo que no; y en el sínodo anterior no se publicaba el resultado de todas las cosas que se habían propuesto, y ahora sí se publicó. Es decir: se publicó lo mismo, nada más que antes uno por uno; y ahora, todos juntos.

P: ¿Qué consecuencias tuvo esto?

R: Que anteriormente lo difundido por cada uno en la síntesis era al criterio del editor o del que iba a preparar el apunte; mientras que el otro documento no se publicaba, porque era para discutirlo. Ahora se cambió la forma; y a mí me gustó mucho: vamos a publicar, no lo de cada quien, para que no se comience a catalogar que algunos fueran conservadores o ultras, o que alguno iría adelantado. Pero sí se publicó la síntesis; para que se vieran las diferencias entre nuestras propuestas. Quizá por haber publicado esas diferencias que hubo, en el mundo parecía que existen luchas, confrontación y división al interior de la Iglesia, cosa que es totalmente falsa.

En el caso concreto de México, nos pusieron, por un lado, al arzobispo Carlos Aguiar Retes y a mí, con una postura, y al cardenal Francisco Robles, con otra. Nada más falso, porque lo que cada uno dijo era compatible. Pero así lo interpretaron; y esto se debió a que se publicó todo lo general, no solo lo particular, y cada periodista o cada línea editorial tomó lo que quiso.

P: ¿Esto no profundiza la idea de confrontación entre obispos? ¿No hace más difícil congeniar los pareceres de los padres sinodales?

R: En lo doctrinal no hay nada difícil. No escuché una sola opinión que se retirara de lo que la doctrina dice sobre la familia y sobre el matrimonio; en ese punto todos los padres sinodales estamos cien por cien de acuerdo. La discrepancia viene en la atención pastoral, en el tipo de atención pastoral que requieren; unos pensamos de una forma y otros de otra.

P: ¿En qué radica esa discrepancia?

R: En que algunos obispos y cardenales luchan por que el depósito de la fe no vaya a sufrir ninguna lesión; es decir, todo lo que vayamos a conservar como verdad así tiene que ser, muy válido. Otros, en cambio, vamos a luchar por buscar nuevas formas, pero quizá sin cuidar mucho la otra parte. Y ahí es en donde entró esa discrepancia, a lo cual el Papa tuvo una maravillosa respuesta en su mensaje final: nos dijo, a unos, que tuviéramos cuidado con la tentación de querer guardar tanto el pasado que no se pueda abrir al presente y al futuro; y a los otros, tener cuidado con abrirse tanto que se pierda lo esencial.

En el nº 2.921 de Vida Nueva

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