“Los cristianos de Tierra Santa seguimos atados a la identidad árabe”

Gabriel Naddaf. Sacerdote greco-ortodoxo

turq15

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA. FOTO: LUIS MEDINA | Gabriel Naddaf, sacerdote greco-ortodoxo de Galilea, es un hombre combativo. Lo saben en la ONU, ante cuyo Comité de Derechos Humanos ofreció en octubre su testimonio y no dejó indiferente a nadie, denunciando que han sido asesinados 120.000 cristianos en Oriente Medio en solo una década. También lo saben en su tierra, donde muchos palestinos le tachan de “traidor” por defender que los cristianos sirvan en el Ejército de Israel. Amenazado por muchos enemigos, incluso su hijo, de 17 años, ha sido agredido para dañarle a él. Seguido habitualmente por escoltas, Vida Nueva le ha entrevistado a su paso por Madrid.

“Los cristianos de Tierra Santa seguimos atados a la identidad árabe” [extracto]

PREGUNTA: ¿Qué reacción observó en los representantes de la ONU ante el panorama de persecución contra la minoría cristiana que les describió tan detalladamente?

RESPUESTA: Silencio. El mundo occidental calla ante la situación que estamos atravesando, que cada vez va a peor. Oriente Medio se está vaciando de cristianos. Estamos padeciendo un genocidio ante el que el resto del mundo, instalado en la apatía, no hace nada.

P: A tres años vista de su inicio, ¿qué primer balance puede extraerse sobre la llamada primavera árabe?

R: Este movimiento ha sido un desastre para toda la región. El terrorismo se ha extendido vertiginosamente en muchos países y proliferan las matanzas y los asesinatos. Esto lo están pagando las minorías, pero especialmente la cristiana.

P: Usted defiende que Israel es “la única democracia de la zona” y que los cristianos de allí deben integrarse de modo completo en su Estado. Más allá de las muchas reacciones contrarias, ¿cómo trata de hacer ver esto al resto de cristianos?

R: Yo soy cristiano, no palestino. Nací en Israel y las raíces de nuestra fe están aquí, en el pueblo judío. Jesús fue judío y el cristianismo floreció del judaísmo. En Tierra Santa, los judíos estaban antes que los palestinos. Lo que ocurre es un problema de identidad. Cuando conquistaron la región los árabes musulmanes hace 1.400 años, forzaron a toda la población desde entonces a tener una identidad árabe, palestina. En todo este tiempo, también los cristianos seguimos atados a esa identidad. Así, cuando Israel se constituyó como Estado hace 67 años, no se encontró con que los cristianos hiciéramos por liberarnos de esa identidad árabe que tenemos desde que fuimos dominados por el islam. Ser árabe no es malo, pero no es mi identidad. Yo soy cristiano y arameo, y mi Estado es el israelí, pues aquí están las raíces de mi fe. Creo tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, de ahí que insista en que debemos liberarnos de la identidad árabe e integrarnos completamente en Israel.

P: ¿Entiende que muchos palestinos le tachen de “traidor” por pedir que los cristianos sirvan en el Ejército israelí?

R: Yo animo a nuestros jóvenes a que se alisten, no para matar, sino para proteger su tierra. Los árabes me critican porque quieren que Israel sea Palestina. Pero hemos de saber lo que eso implicaría. Los cristianos que viven en países árabes de la región padecen el vivir en dictaduras en las que muchas veces sufren persecución. ¿Quién puede criticar al rey de Jordania? ¿Quién puede manifestarse en Arabia Saudí o en Irán ¿Allí las mujeres pueden conducir o vestirse como quieren? Nada de eso ocurre en Israel, aquí hay una democracia plena. Todos podemos criticar al Gobierno.

P: Dentro de esas críticas, ¿estaría la denuncia de la situación de la población cristiana que padece los efectos del muro de separación establecido por Israel y que hace que gran parte de la gente, independientemente de sus creencias e ideología, no pueda moverse en libertad desde los territorios palestinos?

R: Rezo por que llegue el día en que se acaben el muro y todas las trabas. Pero hay que reconocer que, a día de hoy, el objetivo del muro es evitar la entrada de terroristas suicidas, de gente que no cree en la paz y en la convivencia. Lo triste es que mucha gente buena esté pagando un alto precio por las acciones de los que solo buscan abolir el Estado de Israel. Aunque cueste, pero tengo claro que, si se consolidan las condiciones de seguridad, se acabarán las trabas. Esto lo valoran cada vez más cristianos. La nuestra es una religión de amor. Necesitamos integrarnos en una sociedad como la de Israel, donde podamos alcanzar una convivencia fructífera, en paz.

En el nº 2.920 de Vida Nueva

Compartir