‘Trash (Ladrones de esperanza)’: Dinero basura

 

J. L. CELADA | Las favelas de Río, un vertedero, una misteriosa cartera y tres niños en busca de una oportunidad. Estos son los mimbres, escasamente originales (y no porque una novela, en este caso de Andy Mulligan, sea la base argumental), con los que Stephen Daldry pone en pie su último trabajo: Trash (Ladrones de esperanza), una historia tan alejada de sus producciones más (re)conocidas como emparentada en no pocos aspectos con otros títulos igualmente populares de algunos colegas de profesión.

El padre de Billy Elliot (2000), Las horas (2002) o El lector (2008) cambia la Bombay que Danny Boyle nos mostró en Slumdog Millonaire (2008) por Río de Janeiro, otra megalópolis de profundos contrastes donde corrupción política y brutalidad policial se asocian en cómplice alianza para tratar a los pobres como basura. Nada que no nos hubieran explicado, con mayor crudeza aún, Ciudad de Dios (2002), de Fernando Meirelles, o Tropa de élite (2007), de José Padilha.

cine1Un agente de la ley como brazo ejecutor de los oscuros negocios de un cargo público, impunidad, amenazas, sobornos y una víctima mortal cuyo gran secreto no solo le ha costado la vida, sino que constituye el motor narrativo de esta cinta y el estímulo –y quebradero de cabeza– de su trío protagonista. Así podría resumirse el bagaje humano y dramático que pone en danza el realizador británico, si bien incorpora la presencia testimonial –en su sentido más fiel a la etimología del término– de dos personajes: un sacerdote estadounidense a punto de ceder a la tentación de la impotencia y el desánimo (Martin Sheen) y una joven voluntaria (Rooney Mara) que colabora en su misión.

Ambos, aunque con papeles secundarios, resultan decisivos para entender la determinación (fe en Dios, lo llaman ellos) con que los pequeños emprenden su cruzada en pos de “lo correcto”, una aventura trepidante llena de enigmas y persecuciones, en la que la justicia social le gana la partida a la desvergüenza guberbamental, la amistad sincera de los chicos al servilismo del funcionariado, la Biblia a los libros de contabilidad B… Una batalla entre David y Goliat de la que Daldry, sin embargo, a duras penas logra salir airoso gracias a la frescura interpretativa de estos neófitos del gremio y a la banda sonora de Antonio Pinto.

Con el discurrir de los minutos, pese a que no decrece la atención del espectador, Trash va dejando al descubierto lo que ya presentíamos desde su arranque: que el guión de Richard Curtis es casi tan complaciente como los de sus aplaudidas comedias románticas (Cuatro bodas y un funeral, Notting Hill o Love actually) y que el director se conforma con sobrevolar esas miserias de la realidad brasileña que la ciudadanía denunció a pie de calle en vísperas del pasado Mundial de Fútbol. ¿Una ocasión desaprovechada? Sin duda, pero también un dinero perdido en el inagotable basurero de lo que pudo ser y no es.

 

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Trash.

DIRECCIÓN:Stephen Daldry.

GUIÓN:Richard Curtis, sobre la novela homónima de Andy Mulligan.

MÚSICA:Antonio Pinto.

FOTOGRAFÍA:Adriano Goldman.

PRODUCCIÓN:im Bevan, Eric Fellner, Kris Thykier.

INTÉRPRETES: ERickson Tevez, Eduardo Luis, Gabriel Weinstein, Martin Sheen, Rooney Mara, Wagner Moura, Selton Mello.

 

En el nº 2.920 de Vida Nueva

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