Un legado incalculable vinculado a la historia y la fe

La Duquesa de Alba creó en 1975 la Fundación a la que ha destinado la mayor parte de su gran colección de arte, constituida a lo largo de cinco siglos

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JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | El impresionante legado de la Casa de Alba que deja visible la muerte, el pasado día 20, de Cayetana Fitz-James Stuart y Silva, es, sin discusión, uno de los grandes tesoros del arte nobiliario en toda Europa. Un legado conformado por castillos, palacios, pinturas, esculturas, manuscritos, piezas arqueológicas, joyas, mobiliario o trajes, entre los que destaca el Palacio de Liria, en Madrid, verdadera casa-museo que sufrió el bombardeo durante la Guerra Civil y cuya colección –propiedad de la hoy Fundación Casa de Alba– fue salvada por milicianos, enviada a Ginebra y recuperada por Jacobo Fitz-James Stuart, el padre de la duquesa.

Un legado incalculable vinculado a la historia y la fe [extracto]

El tesoro de la Casa de Alba, con La duquesa de Alba de blanco, pintada por Goya en 1795 como verdadero tótem simbólico, apenas se ha podido ver en público desde 1956, cuando por fin la joven duquesa logró reabrir el Palacio de Liria completamente restaurado y, de nuevo, con sus obras de arte en medio del uso cotidiano. “No es un museo, es mi casa”, decía Cayetana, cuando se le hablaba de su colección de pintura, con Tiziano, Murillo, Ingres, Renoir, Rubens, Ribera, Zurbarán y Zuloaga, entre otros.

Foto: ExposicionCasadeAlba.comLo más representativo de este legado ha sido expuesto en 2009 en Sevilla y el año pasado en Madrid, y viajará el próximo año al Meadows Museum de Dallas: Tesoros de la Casa de Alba. 500 años de arte y coleccionismo, que es el título con el que se anuncia entre el 18 de abril y 16 de agosto de 2015. Será la gran exposición, comisariada por el exdirector del Prado, Fernando Checa Cremades, con la que el museo norteamericano conmemorará su 50º aniversario: “Nos sentimos honrados de presentar en los Estados Unidos la primera exposición de esta destacada colección y de poder compartir estas obras de arte, que narran la historia de una distinguida familia y brindan una oportunidad sin precedentes para explorar la espléndida variedad de logros culturales y la historia europea”, afirma Mark A. Roglán, director del Meadows Museum.

Lo cierto es que esa exposición sirve de eje para explicar básicamente el legado pictórico que hereda el hasta ahora duque de Huéscar. “Nuestra intención es compartir las obras y piezas que componen la colección con un público cada vez más entendido y más interesado por la cultura y la historia. Esta muestra nos permite dar a conocer diferentes obras y documentos que han sobrevivido a los avatares de la historia y que conforman el mayor tesoro de nuestra familia. También es una extraordinaria oportunidad para que se conozca la constante y silente labor de conservación de la Casa de Alba desde hace siglos”, según Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, el primogénito y ya XIX duque de Alba, que también presidirá la Fundación Casa de Alba.

Treasures from the House of Alba consta de siete períodos, organizados cronológicamente, de la historia, el coleccionismo y el mecenazgo de la familia Alba, que abarcan los siglos XV a XX, etapas que resumen perfectamente la trayectoria de una herencia artística de incalculable valor y cuya integridad está protegida por la Fundación Casa de Alba, creada en 1975. Entonces –no existen datos al día de hoy– la colección estaba conformada por 219 óleos, 54 dibujos, 117 acuarelas, 137 miniaturas y 52 tapices. Además de la biblioteca y el archivo del Palacio de Liria, así como los muebles y objetos existentes en dicho edificio –sede de la Fundación– o en el Palacio de Monterrey (Salamanca). Igualmente, incluye una decena de castillos que, en su mayor parte, están cedidos a instituciones públicas a cambio de su restauración y conservación, como Paradores Nacionales, en el caso del palacio condal de San Vicente del Pino (Monforte de Lemos), o ayuntamientos, que es lo que ocurre, por ejemplo, con el castillo y torreón de Alba de Tormes (Ávila), que da nombre al ducado. No aparece en el listado de bienes inmuebles de la Fundación otro de los palacios de la familia, el de Las Dueñas (Sevilla), del cual la Junta de Andalucía incluyó en 2009 un total de 772 piezas, entre mobiliario, pinturas, esculturas y ornamentos, en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz.

Foto: ExposicionCasadeAlba.comLa exposición prevista en Dallas, con solo cien obras, muestra el recorrido histórico de un legado que alcanza cinco siglos. Arranca, precisamente, en los orígenes de la dinastía, a mediados del siglo XV, y explora su creciente influencia bajo el III duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo, el hombre de confianza de Carlos V y Felipe II. A continuación, evalúa los estrechos vínculos de la familia con el marqués del Carpio, uno de los mayores coleccionistas de arte de Europa del siglo XVII –de quien el ducado de Alba heredó importantes pinturas renacentistas y barrocas–, y con los duques de Veragua, de donde proceden los documentos de Cristóbal Colón que posee actualmente. La muestra ofrece, asimismo, una sección dedicada a Goya y su relación con la duquesa Teresa Cayetana, y concluye con la ávida actividad coleccionista de la duquesa recién fallecida y su padre, Jacobo Fitz-James Stuart, desde inicios del siglo XX, que incluye la adquisición de obras de Rubens, Reynolds, Renoir, Picasso y Chagall, entre otros. “El Meadows Museum está infinitamente agradecido a la duquesa de Alba y a toda la familia por su generosidad al prestarnos una selección de obras destacadas de su colección para esta pionera muestra”, según el director del Meadows Museum. Las obras más destacadas dan más que pistas sobre la calidad de una colección que a lo largo de los años –especialmente en el siglo XIX y principios del XX– sufrió importantes pérdidas.

De Sevilla y Madrid

Cayetana Fitz James, duchess of Alba, in the Liria Palace The duchess with the portrait of her ancestress painted by GoyaAdemás del famoso retrato La Duquesa de Alba de blanco (1795), de Goya, será posible ver gran parte de las obras expuestas en el Museo de Bellas Artes de Sevilla (2009) y en el Ayuntamiento de Madrid (2013), que han enseñado en los últimos años el arte oculto de los Alba, en gran parte ligado a la fe. Comenzando por la Biblia de la Casa de Alba, una de las primeras traducciones conocidas del Antiguo Testamento del hebreo a una lengua romance, del siglo XV y en poder de la familia desde que el Conde-Duque de Olivares la recuperó en 1622 de las manos de la Inquisición. O continuando con uno de los cuadernos de bitácora de Cristóbal Colón que documentan el viaje del descubrimiento de América en 1492 e incluye el primer mapa del Nuevo Mundo pintado por el afamado almirante. Destacan también los retratos de Carlos V y la emperatriz Isabel, de Pedro Pablo Rubens, fechados en 1628. O, ya más reciente, Chica con sombrero con cerezas (1880), de Pierre Auguste Renoir.

En cambio, la Virgen de la Granada, la única tabla de Fra Angélico (1390-1455) en manos privadas y que pertenece a la colección del Palacio de Liria, no podrá verse en Dallas. La obra que Philippe Montebello, director del museo Metropolitan de Nueva York, considera la “mejor conservada” de las existentes del maestro italiano, nunca ha salido de Madrid desde que está en posesión de la Casa de Alba, es decir, desde 1817, fecha en la que fue adquirida en Florencia por el duque Carlos Miguel Fitz James-Stuart. Solo pudo verse el año pasado en la exposición en el centro cultural CentroCentro. El comisario de aquella muestra, Pablo Melendo, ya enumeró algunas obras maestras imprescindibles de arte religioso en poder de la familia: “En lo que se refiere a obras pictóricas, algunas de las piezas más significativas de la colección de la Casa de Alba tienen también un marcado componente religioso, como la Crucifixión de El Greco, La última cena de Tiziano o la Virgen, del llamado Maestro de la Virgo Inter Virgenes”.

Esta obra del anónimo maestro holandés, conocido por su famosa tabla Virgen entre santas (Rijksmuseum, Amsterdam), es una de las escasas obras que procede de la colección del primer Duque de Alba, título ortorgado por el rey Enrique IV de Castilla a García Álvarez de Toledo en 1472.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.919 de Vida Nueva

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