Del aplauso de Podemos a las fotos de Cañete

Visita del papa Francisco a Estrasbugo

Funcionarios del Parlamento siguen al Papa

Funcionarios del Parlamento siguen al Papa

F. OTERO (ESTRASBURGO) | Al margen de las importantes palabras que pronunció Francisco en Estrasburgo, han sido muchas las imágenes que han marcado el viaje internacional más corto que jamás ha hecho un Papa (cuatro horas). Todo fue institucional y, por ello, Francisco no tuvo acto pastoral alguno.

Sin embargo, desde primeras horas de la mañana, un millar de fieles se congregaba, convocados por la diócesis, en la catedral de Estrasburgo para rezar y seguir los pasos del Papa en su ciudad través de una pantalla gigante. El templo estalló en aplausos en cuanto vio a Francisco, gesto que se repetiría cuando saludó a su obispo. “Vengo a ver al jefe de la Iglesia”, decía una estudiante alemana a la prensa local.

Helma Schmidt (dcha)

Helma Schmidt (dcha)

En el interior del Parlamento Europeo, la expectación fue directamente proporcional a las medidas de seguridad. Funcionarios, periodistas y visitantes buscaban un lugar desde donde poder ver al Papa. Un funcionario portaba incluso una camiseta con la imagen de Bergoglio junto con las palabras Benvenuto, Francesco, mientras periodistas italianos gritaban al Pontífice a su llegada al edificio principal. Allí se encontró con Helma Schmidt –otra de las imágenes del día–, una alemana de 97 años que le acogió en 1985 en Boppard, al sudeste de Alemania, donde estudió alemán dos meses.

Luego llegó el momento de intercambiar regalos entre el anfitrión, Martin Schulz, y el Papa. El primero le ofreció las memorias de Jean Monet, uno de los padres fundadores de la Unión Europa, en castellano y con prólogo de José María Gil-Robles. Un regalo netamente español. A cambio, el Papa le dio un mosaico en el que se unían la bandera comunitaria y la paloma blanca como símbolo de paz.

La entrada de Francisco en el Pleno del Parlamento aglutinó los aplausos de la práctica totalidad de los parlamentarios, a excepción de los españoles de Izquierda Plural, que se marcharon sin el eco que buscaban. Sí lo consiguió el líder de Podemos, Pablo Iglesias, que saludó la llegada del Papa de pie y con aplausos. Aplausos que continuaría durante la alocución papal. Su entusiasmo lo confirmó Iglesias en su Twitter. “Interviene el Papa en la Eurocámara. Defiende los derechos humanos y sociales como base de la dignidad. Bravo”, escribió en un tuit, para continuar alabando a Francisco: “Bien, Bergoglio”, “buen discurso”. “Ahora el Papa se refiere a las multinacionales y poderes financieros que secuestran la democracia. El PP no acompaña nuestro aplauso”, concluyó.

Pero no fue Iglesias el único que admiró la intervención del Pontífice; también lo hizo el comisario europeo, Miguel Arias Cañete, que desde su posición hacías fotografías. Incluso la representante del Gobierno francés, Ségolène Royal, alabó “el gran discurso” papal, del que rescató tres ideas: el medio ambiente como valor, la dignidad en el trabajo y la necesidad de que Europa recupere su alma. Un poso que el Papa dejó por escrito en el libro de autoridades: “Deseo que el Parlamento Europeo sea cada vez más la sede donde cada uno de sus miembros contribuya para que Europa, consciente de su pasado, mire con confianza el futuro para vivir con esperanza el presente”.

Como anécdota, reseñar que Francisco ocupó en el Consejo de Europa el mismo atril desde el que habló Juan Pablo II en 1988, y que se guarda en el Museo de Historia de Estrasburgo.

Francisco no ha pasado desapercibido a pesar de la corta duración de la visita, y aunque, como visita institucional, se le vio más comedido y sin poder mostrar la cercanía que de él se desprende, ha conseguido congregar el acuerdo en torno a él de políticos de muy diferente signo. Esto, y alzar la voz contra tantas injusticias a las que no atienden como deberían las instituciones europeas. Ahora esos aplausos se tendrán que convertir en acciones.

En el nº 2.919 de Vida Nueva

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