“El aborto no es un problema religioso, sino científico”

Francisco reclama a la ciencia y a la medicina que “no se alejen de su raíz ética”

Pope Francis arrives to lead general audience in St. Peter's Square

ANTONIO PELAYO (ROMA) | Hay algunos que se preguntan si son uno o dos los papas que hoy gobiernan la Iglesia o, dicho de otra manera, si Jorge Mario Bergoglio sufre de alguna suave forma de esquizofrenia que le hace manifestarse de forma distinta según las circunstancias. Son preguntas estúpidas o dictadas por quienes siguen superficialmente el día a día vaticano. Otra cosa muy distinta es que el Santo Padre tenga en cuenta a quién se dirige y adopte el tono que más convenga en cada ocasión.

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El 6 de noviembre, Francisco dirigió una carta al primer ministro de Australia, Tony Abbot, en su calidad de presidente anfitrión de la reunión del G-20 (los veinte países desarrollados o emergentes que representan el 90 % de la economía mundial), celebrada en la balnearia ciudad de Brisbane los días 15 y 16. La agenda de esta reunión anual era relanzar el crecimiento sostenible de la economía y evitar el espectro de la recesión global. “Quisiera pedir a los jefes de Estado y de Gobierno –escribe Francisco– que no olviden que detrás de estas discusiones políticas o técnicas están en juego muchas vidas y que sería lamentable que tales discusiones se quedasen solo en declaraciones de principios”.

También dentro de los veinte países que integran este foro mundial –recuerda el Pontífice– “hay demasiadas mujeres y hombres que sufren a causa de una severa desnutrición, del crecimiento del número de parados, del alto porcentaje de jóvenes sin trabajo y del aumento de la exclusión social, que pueden desembocar en la actividad criminal e incluso en el reclutamiento de terroristas. Además de esto, nos encontramos con una constante agresión al medio ambiente natural, resultado de un desenfrenado consumismo, y todo esto producirá serias consecuencias para la economía mundial”.

La segunda parte de la carta entra en el tema de la paz y la seguridad, amenazadas por diversos conflictos armados en distintas zonas de nuestro planeta. El Papa les pide a los líderes reunidos en Brisbane que trabajen para conseguir un acuerdo que “ponga un fin definitivo en Oriente Medio a las injustas agresiones contra diferentes grupos religiosos y étnicos, incluidas las minorías”. A su vez, les invita a que trabajen para eliminar “las causas profundas del terrorismo, que ha alcanzado unas proporciones hasta ahora inimaginables; dentro de esas causas están la pobreza, el subdesarrollo y la exclusión”. Alusión meridiana a las salvajes actividades en Siria e Irak del autoproclamado Estado Islámico.

 

Artículo íntegro para suscriptores en el nº 2.918 de Vida Nueva

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