“Necesitamos puentes, no muros”

La Iglesia conmemora en un ambiente festivo el 25º aniversario de la caída del Muro de Berlín

RUBÉN DEL BARRIO | BERLÍN. El 9 de noviembre de 1989 sorprendió al entonces arzobispo de Berlín, Georg Sterzinsky, de visita en el Vaticano. Dos meses después de su ordenación episcopal, era recibido por el papa Juan Pablo II, y allí, al cobijo de los altos muros de la Basílica de San Pedro, recibió la noticia de la caída del Muro de Berlín. Un hecho que obligó a Sterzinsky a adelantar su regreso a la que hasta entonces había sido una ciudad dividida. El que más tarde fuera reconocido por su carácter reconciliador y su cercanía con los refugiados, pudo oficiar, ese mismo domingo, una misa en la catedral de Santa Eduvigis, un templo católico que solo tres días antes había formado parte del Berlín Oriental. Un servicio al que acudió una multitud que, con su presencia, dejó patente el importante papel que desempeñó la Iglesia católica en la República Democrática Alemana (RDA).

Una Iglesia que hasta ese momento había sido objeto de rechazo por parte del Partido Comunista de la RDA; de ahí la importancia y simbología que tuvo la tan esperada homilía de Sterzinsky. No en vano, hasta la primavera de 1989, cuando se nombró al hasta entonces presidente de la Conferencia de Obispos de Berlín, el cardenal Joachim Meisner, como arzobispo de Colonia, la Iglesia católica en la RDA había permanecido prácticamente sin líderes. Aquella noche de noviembre no solo cayó el muro físico que durante años dividió a un país, sino que desapareció otro que muchos creyentes vieron impuesto en su vínculo con la fe.

Veinticinco años después, el pasado 9 de noviembre, la Iglesia católica alemana homenajeó con numerosos servicios religiosos y eventos el aniversario de la caída del Muro de Berlín. Especial relevancia tuvieron los actos que se celebraron en ciudades como Leipzig, Dresde o Rostock, situadas en lo que fue la Alemania Oriental, y que tanta importancia y significado tuvieron para la llamada Revolución Pacífica de la RDA. Unos homenajes en los que se aludió al mensaje que el papa Francisco difundió este domingo tras el rezo del ángelus, en el que recordó a todos aquellos que, durante esos años, oraron, sufrieron o incluso pagaron con su vida la imposición del Muro.

 

Cultura del encuentro

Bergoglio se refirió al transcendental papel que tuvo san Juan Pablo II para la desaparición de esa pared e invitó a rezar por una “cultura del encuentro” que evite las divisiones entre las personas, porque, en palabras de Francisco, “necesitamos puentes, no muros”. Unas palabras que fueron recogidas por el actual presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, Reinhard Marx, que, en una homilía celebrada el pasado domingo en la catedral de Santa Eduvigis y ante numerosos representantes de la política y la Iglesia local, aseguró que “el papa Juan Pablo II nos dejó una pista importante sobre cómo encarar el futuro tras la caída del Muro, cuando dijo que el mundo necesita respirar con los dos pulmones, el oriental y el occidental”. Marx recordó la importante contribución de los católicos en la revolución pacífica que llevó al fin de la RDA. Asimismo, criticó el legado de los derechos civiles, que en la actualidad juegan un “papel irritante en la sociedad”, y de ahí que “la política de las heridas históricas se deba tener en cuenta”.

En esta línea, el ministro germano de Finanzas, Wolfgang Schäuble, declarado defensor de la fe cristiana, calificó de “milagro” ese 9 de noviembre por derribar una frontera sin necesidad de derramar una gota de sangre y sin disparar un solo tiro. “Si existen milagros en la política, ese fue uno”, dijo. Según el periódico Katholische Sonntag Zeitung, el número de católicos en Alemania aumentó de 1987 a 1990 debido a la reunificación. De cerca de 26,2 millones, se pasó a 28,5. Muchos de ellos participaron en las celebraciones del pasado domingo y homenajearon el compromiso y la contribución que muchos cristianos tuvieron, durante la antigua RDA, en el éxito de la revolución pacífica de 1989.

Uno de los momentos más emotivos de las conmemoraciones tuvo lugar en la Capilla de la Reconciliación, construida sobre los cimientos de la iglesia del mismo nombre, que fue derribada en 1985 por encontrarse justo en medio de la franja de la muerte. Todavía hoy, en los servicios religiosos se recuerda con frecuencia a las víctimas del Muro.

En el nº 2.917 de Vida Nueva

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