‘Espacio interior’: arquitectura creyente

esp interior 

JOSÉ LUIS CELADA | La desaparición y posterior asesinato de los 43 estudiantes de Iguala es apenas la punta del iceberg de un estado de guerra sucia, violencia generalizada e impunidad que soporta México, un país en el que –según datos del Instituto Nacional de Estadística–, solo en 2012, se produjeron 105.682 secuestros. Detrás de esta escalofriante cifra hay individuos con nombre y apellidos, a menudo víctimas del olvido y de esa peligrosa inercia que acaba asimilando las noticias más atroces con aparente normalidad. Para que algo así no suceda, Kai Parlange ha rescatado de la hemeroteca el caso del arquitecto Bosco Gutiérrez y ha recreado los largos meses de cautiverio que sufrió a principios de los años 90 este esposo y padre de familia numerosa, cuya fortaleza y testimonio de fe fueron también rememorados en el libro 257 días.

Bajo el sugerente título de Espacio interior (donde reside “la riqueza de espíritu de la auténtica arquitectura”), la cámara agitada del realizador nos introduce en el zulo del protagonista para compartir con él la montaña rusa de sentimientos que se dispone a vivir en su opresivo habitáculo: desde la lógica desesperación inicial, cual animal herido y asustado, hasta el descubrimiento de dimensiones insospechadas de la persona (una fuerza de voluntad a prueba de quejas y descansos), sin olvidar el necesario control de sí mismo a base de una rutina que mantenga a tono –y a raya– su salud física, mental y espiritual. “No te queremos bien a tu regreso, te queremos perfecto. Perfecto de cuerpo, de mente y de alma”, escuchará de sus seres queridos.

El ejercicio, la lectura de la Biblia y la oración serán sus mejores aliados. También el recuerdo de los suyos (la risa que tanto añora de su mujer), sentir cómo le animan y le levantan…, para resistir a la locura que acecha tras semanas y semanas sin ver el sol ni un rostro humano. Y, aunque es consciente de que el tiempo allí no existe, se esfuerza en aprovechar cada minuto como si fuera el último. Casi siempre a caballo entre la realidad y la fantasía, entre lo que ocurre muros adentro y lo que imagina viviéndose afuera en su ausencia.

Salvando las distancias geográficas, espaciales y estilísticas, la cinta de Parlange nos remite a la angustia y el desasosiego que ya experimentamos con Buried (Enterrado), de Rodrigo Cortés. Sin embargo, Espacio interior pone en escena una perspectiva creyente que enriquece la propuesta, al incorporar inquietudes inevitables en momentos así: el miedo a la muerte, la confianza en Dios o cómo una situación límite puede acabar otorgando un sentido a todo.

Entrevistado por Vida Nueva, Bosco Gutiérrez reconocía que “es más fácil ser santo secuestrado que libre” (VN, nº 2.799). Hoy, gracias a él y a esta sobrecogedora película, hemos aprendido que cualquier vida está “de paso y en deuda”. Aprovechémosla y agradezcámosla cuanto podamos.

 

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Espacio interior.

DIRECCIÓN: Kai Parlange Tessmann.

GUIÓN: ierre Favreau y Kai Parlange Tessmann.

MÚSICA: Javier Umpierrez.

FOTOGRAFÍA: Juan José Saravia.

PRODUCCIÓN: Alejandra Cárdenas, Rafael Cuervo, Carlos Corral.

INTÉRPRETES: Kuno Becker, Ana Serradilla, Gerardo Taracena, Rocío Verdejo, Marco Antonio Aguirre, Hernán Mendoza, Marina de Tavira.

 

En el nº 2.917 de Vida Nueva

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