Diego Rafael Padrón: “La gente está agotada del mismo discurso”

Arzobispo de Cumaná y presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana

 

 

 

 

 

 

 

 

JOSÉ LUIS CELADA | FOTOS: LUIS MEDINA | Violencia, inseguridad, carestía y el “doble discurso” del Gobierno hacen que la “polarizada” sociedad venezolana se sienta también “agotada”, lamenta el presidente de su Episcopado. De paso por Madrid, tras haber participado en el Sínodo sobre la Familia, Diego Rafael Padrón Sánchez analiza la compleja situación de su país y nos cuenta cómo la Iglesia sigue acompañando al pueblo en tantas dificultades, mientras sueña con la reconciliación entre sus compatriotas.

Rafael Padrón: “La gente está agotada del mismo discurso” [ver extracto]

El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos acaba de exigir al Gobierno de Nicolás Maduro la liberación de Leopoldo López y de otros opositores políticos. ¿Atenderá el presidente esta demanda? No lo sabemos, pero sí tenemos el deseo de que a él y a los presos llamados “políticos” se les otorgue alguna medida de gracia o una amnistía. Aquí hay dos factores: uno, que estar preso por disensión u oposición no se justifica; y, en segundo lugar, que muchos de ellos no tienen un juicio definitivo, están condenados sin juicio.

¿Por qué en Venezuela la protesta pacífica ha dejado de ser un derecho para convertirse en un delito? Es una estrategia del Gobierno: criminalizar la política es una manera de reprimir la protesta. Le interesa tener controlados todos los medios, y también todas las formas de protesta, las expresiones de disidencia.

¿También la Iglesia católica está siendo víctima de esas restricciones gubernamentales a la libertad de expresión? ¿Cómo son las relaciones del Episcopado con el Ejecutivo? Gracias a Dios, en Venezuela, hay un solo criterio. Habrá matices entre los obispos, pero hay un solo criterio: la unidad. Una línea de acción es la no confrontación con el Gobierno. Y decir la verdad pase lo que pase, cueste lo que cueste. Gracias a esa libertad con que hemos hablado, hasta ahora no hemos podido ser objeto de ninguna presión ni control. Puedo decir con tranquilidad que una de las instituciones con más solidez y que cuenta con mayor respeto es la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) y, en general, la Iglesia católica.

¿Se sienten escuchados por el Gobierno, o sus continuos llamamientos a construir la paz están cayendo en saco roto? A nosotros no nos interesa mucho que el Gobierno nos haga caso, sino que la verdad sea reconocida, tanto por el Gobierno como por la oposición, y que ambos dialoguen en favor del bien común del país, que es la tranquilidad, la reconciliación, que es volver a un estado de vida con libertad plena y de mayor calidad.

Pese a este empeño suyo por fomentar el diálogo social y la reconciliación, la imagen que transmite Venezuela es la de un país absolutamente polarizado ¿Está herida de muerte la convivencia? Tanto como herida de muerte, no, pero, ciertamente, hay una radicalización en los sectores (oposición-Gobierno), una permanente confrontación y una polarización muy sentida. Eso no quita que exista la posibilidad de recuperar el entendimiento entre los venezolanos.

SILUETA_padron_02¿Y cómo se logra eso? Con un cambio de mentalidad, es decir, ir entendiendo paulatinamente que la violencia produce más violencia, que ya hemos probado que las formas violentas no conducen a nada, y que el único camino para encontrar el bien de todo el pueblo es que oposición y Gobierno se sienten a una misma mesa con una agenda y unos posibles cambios.

¿Este clima de tensión, violencia e inseguridad desvía la atención de los graves problemas económicos que padece el país, o es consecuencia de ellos? Quizá no sea consecuencia, sino dos situaciones paralelas que, junto a muchas otras, conforman esa realidad tan dura y compleja, que no es fácil de definir ni de solucionar. Venezuela sufre hoy una crisis económica muy fuerte y el Gobierno se siente impotente para asumir todas las responsabilidades, tanto de pagar a los acreedores externos como de sostener la vida del país. Por otro lado, existe una violencia desatada desde hace mucho tiempo. Y el Gobierno, a pesar de haber realizado 21 planes, no ha podido controlarla. Todos han fracasado.

 

¿Qué más puede hacer –y que está haciendo– la Iglesia a nivel pastoral para que el pueblo no pierda la esperanza de que las cosas lleguen a cambiar? La Iglesia está en permanente análisis pastoral de la situación; tomándole el pulso, pero desde un punto de vista pastoral, no político. Y, en la medida de lo posible, procura ser objetiva en la presentación de los informes, lo cual ha logrado crear un sentimiento de que se puede confiar en ella. Además, la Iglesia acompaña al pueblo en sus necesidades y dificultades porque también nosotros, como venezolanos, padecemos las mismas situaciones que el pueblo. Yo también tengo dificultades en mi ciudad para encontrar leche o café; o para andar por la calle: también en cualquier momento me pueden atracar o robar, etc. No tenemos una situación distinta a la del pueblo, de manera que este es muy consciente de que le estamos acompañando. De ahí que pueda decir con tranquilidad que hoy la Conferencia Episcopal y la Iglesia tienen credibilidad. Por otra parte, la Conferencia Episcopal es una casa abierta para oficialistas y no oficialistas, oposición y Gobierno; allí van madres y esposas de los presos políticos. Es una casa de acogida, y a todos procuramos acompañarles en este difícil camino.

¿Se hace duro acompañar a la gente cuando los ánimos están tan caldeados (o tan abatidos)? Por supuesto que la tarea es muy dura. Por dos razones: porque son ya prácticamente 16 años aguantando y, además, oyendo un discurso muy parecido; siempre muy difícil de descifrar, porque es un doble discurso: al tiempo que se dice “nosotros queremos la paz”, se aplica una represión muy fuerte. ¿Cómo se entienden ambas cosas? Por otro lado, la gente está agotada, porque las noticias son siempre malas: violencia, muerte, desabastecimiento, carestía, dificultades… Este es un discurso que agota. La tarea de la Iglesia es muy dura. Acompañar al pueblo obliga a aumentar su fe, su esperanza…, a lanzar el mensaje de que sí podemos salir de esta situación.

LENGUAS, BIBLIA Y JÓVENES

Tres pilares han marcado la vida y el ministerio de Diego Rafael Padrón Sánchez (Montalbán, estado de Carabobo, 1939): las lenguas (fue profesor de castellano, latín y griego), la Biblia (es licenciado en Teología Bíblica por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y directivo de la Federación Bíblica Católica) y los jóvenes (fue presidente de la Comisión Episcopal de Laicos y Juventud de la CEV y del Departamento de Catequesis del CELAM). Tras su paso por el Seminario Menor de Valencia y el Seminario Interdiocesano Santa Rosa de Lima, en Caracas, este hombre de aspecto frágil pero palabra firme fue ordenado sacerdote en 1963. Casi tres décadas después, en 1990, Juan Pablo II le nombró obispo auxiliar de Caracas y luego obispo de Maturín (1994). Desde 2002, Padrón es el arzobispo metropolitano de Cumaná, en el estado costero de Sucre. Y hace dos años resultó elegido como nuevo presidente de la CEV para el trienio 2012-2015, en sustitución de Ubaldo Ramón Santana, arzobispo de Maracaibo.

La voz del Papa

Acaba de estar en Roma participando en el Sínodo sobre la Familia. Supongo que el papa Francisco está al corriente de cuanto sucede en Venezuela; además, él conoce de cerca la realidad latinoamericana. ¿Le dio alguna recomendación especial? La ventaja es que el Papa conoce Argentina. Y entre Argentina y Venezuela hay parecidos. En un año, se ha comunicado varias veces con la Conferencia Episcopal y ha enviado hasta tres mensajes –al Gobierno y al pueblo–, invitando a redescubrir el entendimiento y a buscar caminos de justicia y de paz. Uno nota que esos mensajes hacen mella. Si a nosotros no nos oyen del todo, la voz del Papa siempre tiene un efecto mucho más fuerte que el nuestro. Por otra parte, el nuncio, que estuvo también de mediador con UNASUR, está desempañando un papel muy interesante. Es una persona muy reconocida y el Gobierno acude mucho a hablar con él. Creemos que puede seguir realizando un papel muy importante para alcanzar la reconciliación y el diálogo entre oposición y Gobierno.

Las próximas elecciones presidenciales serán en 2019. ¿Cambiarán las cosas hasta entonces? Creo que va a haber un cambio antes, porque el año que viene tenemos elecciones a la Asamblea Nacional, de la que dependen muchas cosas en Venezuela. Todo el trabajo de este año está en tomar conciencia de la necesidad de tener una Asamblea Nacional más plural. No como ahora, que hay un dominio prácticamente absoluto del partido del Gobierno. Estoy convencido de que la próxima Asamblea va a ser muy plural.

 

En el nº 2.916 de Vida Nueva.

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