“La guerra en Siria sigue por intereses internacionales”

Gregorio III Laham, patriarca greco-católico melquita, denuncia que muchos “se benefician”

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | En Siria reina el caos”. Así resume Gregorio III Laham, patriarca de la Iglesia greco-católica melquita (en comunión con Roma y a la que pertenecen millón y medio de fieles), la pesadilla que vive su país desde que estallara la guerra en marzo de 2011. Venido a Madrid para presentar con Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) el informe Libertad Religiosa en el mundo 2014, este octogenario pastor atiende a Vida Nueva con un inusitado buen humor. Y eso que no se guarda para sí ninguna denuncia, por dura que sea: “Lo que padecemos no es una guerra civil, sino una guerra por intereses internacionales, habiendo fuera muchos que se benefician”.

Así, insiste, “si hubiera un acuerdo entre todos los agentes extranjeros con intereses en Siria, la guerra se acabaría enseguida”. Cuestionado por quiénes capitalizan esos intereses, no duda al señalar que “están todos involucrados: la Unión Europea, los EE.UU., Rusia… Aquellos que buscan tener un cierto control sobre nuestro petróleo, nuestro gas o nuestra agua. Por no hablar del tráfico de armas con el que muchos se lucran o la responsabilidad de los países árabes del Golfo. Occidente acepta dividir a los árabes para tenernos más controlados”.

A su juicio, Al-Assad no es el responsable último del conflicto: “Antes y después de que estallara la guerra, todos reconocían que, a excepción de Líbano, que tiene un presidente cristiano por mandato constitucional, Siria es el país de Oriente Próximo con una mayor tolerancia religiosa hacia sus minorías. Aquí, los cristianos siempre hemos sido ciudadanos como los demás y tenemos el respeto de todos por ser agentes sociales activos”. Sin embargo, se lamenta, hoy la incertidumbre es total: “En cualquier parte hay peligro. Lo peor es que es un enemigo sin rostro. No hay un grupo con un programa claro, sino más de 2.000 grupúsculos de milicianos, en gran parte extranjeros. Son bandidos. Si no, ¿cómo se explican las bombas indiscriminadas contra escuelas o los secuestros diarios, que solo buscan recaudar dinero? Ellos no buscan la democracia”.

El patriarca agradece su ayuda a los países que acogen a emigrantes siros huidos de la guerra –diez millones, entre ellos, un millón de desplazados internos–, pero añade: “Por favor, ayuden también a nuestra gente a que pueda permanecer en casa. Busquen los acuerdos para que concluya la guerra. Es importante que en Oriente Próximo siga habiendo cristianos; aquí están nuestras raíces. Damasco, a cuyas puertas se convirtió san Pablo, fue la primera ciudad cristiana tras Jerusalén”.

 

En el nº 2.916 de Vida Nueva

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