Juntos contra el hambre

El esfuerzo de la Iglesia en el sur de Bolívar contra la exclusión en el campo

Hambre-y-Derechos-Humanos

El 16 de octubre, en el día mundial de la alimentación, el Banco de alimentos de Bogotá y Pastoral Social-Cáritas Colombia organizaron un foro con el fin de alzar la voz a favor de los que padecen hambre.

El mismo día la oficina de prensa del Vaticano dio a conocer un mensaje del papa Francisco en el cual sostiene que para vencer el hambre no basta socorrer con ayudas y donativos a aquellos que viven situaciones de emergencia. “Es necesario, además, cambiar el paradigma de las políticas de ayuda y de desarrollo. ¿Hasta cuándo se seguirán defendiendo sistemas de producción y de consumo que excluyen a la mayor parte de la población mundial?”.

La violencia del sistema

Justamente, uno de los invitados al foro, el padre Leonel Comas, director de la pastoral social en la diócesis de Magangué, sostuvo en su ponencia que el problema fundamental que vive la región del sur de Bolívar, donde trabaja, radica en “la violencia que resulta de la economía neoliberal, tal como funciona”. Haciendo una relectura bíblica subrayó que lo que “el derecho a la alimentación nos pone presente no es la falta de alimentos sino una pésima distribución de las riquezas”.

Hay 4 bases en el trabajo que adelanta la Iglesia local en orden a promover la agricultura sostenible en el territorio. La primera base es la defensa del agua, fundamental en el actual contexto de perturbación climática. Señaló el presbítero, “miren lo que está pasando: las grandes empresas palmeras se están apoderando de nuestras ciénegas; lo ganaderos y los terratenientes las están abonando para tener más potreros”.

La segunda base tiene que ver con la defensa de la tierra. Denuncia el padre Comas: “En nuestro trabajo nos encontramos campesinos sin tierra, ¿cómo se entiende esto? Claro, se la quitaron los grupos violentos; los terratenientes; los palmeros; el mismo Estado, que se la ha entregado a multinacionales”. En tercer lugar se encuentran los bosques que hoy sufren talas indiscriminadas; y, en cuarto lugar, el rescate de la semilla criolla, como alternativa a la imposición de semillas transgénicas. “Aunque el ICA diga lo contrario, es la semilla criolla la que puede adaptarse al cambio climático, para que a nuestros campesinos no les falte el alimento”.

A partir de estas 4 bases, la Iglesia local pretende responder al mandato de solidaridad en relación con quienes tienen hambre; no sólo dando de comer, sino ayudando a entender las dinámicas de exclusión detrás de una problemática que exige respuestas urgentes.

Texto: VNC.

Foto: Hambre y Derechos Humanos.  

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