Las verdaderas aperturas del papa Francisco (II)

Antonio Spadaro, director de La Civiltà CattolicaANTONIO SPADARO | Director de La Civiltà Cattolica

“El Papa siempre tiene los ojos abiertos a la realidad y sabe perfectamente cuáles son los desafíos educativos…”.

Las verdaderas aperturas del papa Francisco (I)

Jorge Mario Bergoglio supera cualquier rigidez a derechas o a izquierdas al afirmar algo en lo que pocos habían reparado: el desafío educativo va ligado al desafío antropológico. Hay aquí un punto álgido que el Papa tocó con su habitual sencillez en su conversación del año pasado con los superiores generales, publicada luego en La Civiltà Cattolica. Advirtió al educador cristiano de que hay situaciones que incluso nos cuesta comprender, pero que estamos llamados a afrontar si queremos anunciar el Evangelio a todos.

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Hace años, hablando con educadores, Bergoglio escribió que las escuelas católicas “de ningún modo deben aspirar a formar un hegemónico ejército de cristianos que conocerán todas las respuestas, sino que deben ser el lugar donde todas las preguntas son acogidas, donde, a la luz del Evangelio, se alienta justamente la búsqueda personal”. El desafío es grande: exige profundidad y atención a la vida. El Papa no legitimaba nada: ninguna ley, ningún comportamiento que no corresponda a la doctrina de la Iglesia. Lo que decía es que no solo confirmando los principios se anuncia el Evangelio al hombre de hoy; hay que acompañar a las personas, a menudo heridas de forma existencial y social, allá donde se encuentren, para intentar así entender lo que están viviendo. Lo remachó con fuerza en la entrevista con La Civiltà Cattolica. La Misericordia no significa justificar los pecados, sino acoger con dulzura a la humanidad por la que Cristo fue a la Cruz.

El Papa es bien consciente de que el hombre y la mujer de hoy se interpretan a sí mismos de manera diferente a como lo hacían en el pasado. La antropología a la que se refería tradicionalmente la Iglesia y el lenguaje con la que la expresaba son una referencia sólida, fruto de la sabiduría y de una experiencia secular. No obstante, parece que el hombre al que se dirige ya no la entiende como antes, por lo que la Iglesia debe confrontarse con el enorme desafío antropológico. Para ser sal y luz, con toda la riqueza de su tradición y doctrina, debe ser a la vez un faro que ilumina desde una posición alta y estable, pero también una llama que se mueve entre los hombres, acompañándoles en su camino. En resumen: el desafío educativo cristiano consiste en evitar que la luz de Cristo sea solo un recuerdo lejano o que, peor aún, se quede en un pequeño grupo de elegidos puros. Esto transformaría a la Iglesia en una secta. Hace falta una “orientación creativa” de la que hablaba Benedicto XVI para ayudar al hombre a vivir hoy según el Evangelio. Esa “orientación creativa” necesita la comprensión y acogida a los desafíos que Francisco vive día tras día en su ministerio petrino.

En el nº 2.914 de Vida Nueva
 

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