Editorial

El gen misionero

Compartir

Sin rencor tras ser abandonada a su suerte en Monrovia, Paciencia quiso venir a donar plasma

SILUETA_melgar_02

VIDA NUEVA | Si mi sangre es útil, trataré de ayudar a quien lo necesite”. Humilde, así se muestra a Vida Nueva Paciencia Melgar, religiosa de las Misioneras de la Inmaculada Concepción que venció al ébola en Monrovia.

Le tocó hacerlo sola, sobreviviendo tumbada en el suelo de una habitación, junto a otras 30 personas. Ni siquiera tenían una almohada o un colchón. Mientras agonizaba, España trajo a Miguel Pajares a Madrid. Solo se aceptó que lo acompañara la única religiosa no contagiada, Juliana Bonoha. Murieron los demás compañeros en el Hospital de San José, que se infectaron, precisamente, por ayudar hasta el final a una población sacudida por el virus.

Al sobrevivir y generar anticuerpos valiosos contra el ébola, Paciencia no lo dudó. Sin espacio para el rencor, ella misma solicitó venir para donar plasma a Manuel García Viejo y, luego, a Teresa Romero. Ahora sí, se le abrieron las puertas. Y se salvó una vida. En silencio.

En el nº 2.914 de Vida Nueva

 

LEA TAMBIÉN: