¡A Dios le gusta la novedad!

Sebastià Taltavull, obispo auxiliar de BarcelonaSEBASTIÀ TALTAVULL ANGLADA | Obispo auxiliar de Barcelona

“Es una gozada dejarnos contagiar por el ánimo que nos transmite y por el ardor evangélico con el que está guiando a la Iglesia…”.

 

Es para meditarlo profundamente y asimilarlo con convicción. Cerrarse a la novedad que proviene de los signos de los tiempos, a través de los cuales Dios también se revela, es negar que nuestra vida y sus costumbres necesiten una renovación constante. Antes de hablar de la necesidad de un anuncio explícito, el beato Pablo VI proponía la necesidad de un testimonio sin palabras. Se refería a la irradiación de una vida de fe sencilla y espontánea, llena de aquellos valores que van más allá de lo corriente y que proyectan hacia algo que no se ve y llena el corazón de esperanza.

Esta proclamación fuerte y eficaz de la novedad del Evangelio, cuyas semillas están esparcidas y pueden crecer y desarrollarse en cada persona y comunidad, crea profundos interrogantes y llama a ser testigos de esta novedosa verdad. Proclamar la novedad del Evangelio, lo dice el mismo beato Pablo VI:

Es un paso complejo y con elementos variados: renovación de la humanidad, testimonio, anuncio explícito, adhesión del corazón, entrada en la comunidad, acogida de los signos, iniciativas de apostolado.

El papa Francisco acaba de decirnos en la clausura del Sínodo que “¡Dios no tiene miedo de las novedades!”.

Por eso, continuamente nos sorprende, mostrándonos y llevándonos por caminos imprevistos. Nos renueva, es decir, nos hace siempre “nuevos”. Un cristiano que vive el Evangelio es “la novedad de Dios” en la Iglesia y en el mundo. Y a Dios le gusta mucho esta “novedad”.

Así, en toda misión pastoral, pide que abandonemos el cómodo criterio del “siempre se ha hecho así” e invita a ser audaces y creativos. Es una gozada dejarnos contagiar por el ánimo que nos transmite y por el ardor evangélico con el que está guiando a la Iglesia en su diálogo con el mundo y atento a los signos de los tiempos.

En el nº 2.914 de Vida Nueva

 

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