Los nuevos rostros de los pobres

Creo que no estoy exagerando al afirmar que las nuevas generaciones nos están revelando rostros carentes, indigentes, necesitados de presencias reales. No satanizo el uso de las tecnologías de la comunicación, estos adelantos quieren facilitar nuestras vidas. Pero estos buenos usos no deben enceguecernos ante las terribles situaciones fruto de su mal uso, afectando especialmente a los jóvenes. La adicción a los videojuegos y a las redes sociales genera trastornos emocionales que se manifiestan en una exagerada agresividad e irritabilidad, ausentismo escolar; en muchos casos, abandono de los estudios y de actividad que no esté vinculada al uso de tecnologías, actividades como la lectura y el deporte. Podríamos extendernos indefinidamente señalando y ejemplificando los muchos daños colaterales de esta relación mal orientada con las tecnologías de la comunicación: trata de personas, pornografía, inducción a los trastornos alimenticios, chantajes y hasta suicidios. Lo triste es que son los más jóvenes las víctimas directas de estas falsas presencias.

El documento de Aparecida nos recuerda que “los medios de comunicación, en general, no sustituyen las relaciones personales ni la vida comunitaria local” (489).

Estos nuevos pobres están en todos los sectores de nuestra vida urbana; son nuestra esperanza, pero están empobreciendo sus posibilidades de desarrollo. En tanto se llena la vida de realidades virtuales, y no de relaciones de compromiso con los otros, se llena su vida con personajes irreales denominados avatar o de mil formas, en donde se buscan solamente a sí mismos para llenar vacíos de presencia y compromiso real. Son migrantes a mundos irreales que requieren de nuestra presencia real y fraterna.

María Stella Rodríguez

Compartir