Afonso Murad. Teólogo marista

unicap

 

La gestión y la espiritualidad representan una tensión productiva

En el encuentro con las causas sociales, el hermano Afonso Tadeu Murad ha vislumbrado que es posible abordar holística e integralmente asuntos aparentemente divergentes como la espiritualidad, la administración y la ecología. Desde su experiencia y sus investigaciones como profesor de la Facultad Jesuítica de Filosofìa y Teología (FAJE) en Belo Horizonte (Brasil), el religioso marista comparte sus pespectivas sobre gestión, espiritualidad y sustentabilidad.

¿Cómo se puede entender la espiritualidad cristiana hoy?

Podemos partir de un concepto o de una imagen. Yo prefiero la analogía. En Palestina, cuando Jesús encuentra a aquellos hombres y mujeres a la orilla del lago, por lo caminos, cobrando impuestos, los perdona y los rescata. Esas personas sintieron un llamado a ser mejores y a hacer parte de su grupo de seguidores para vivir la esperanza del Reino. Esa es, para mí, la raíz de la espiritualidad cristiana.

Hoy estamos llamados a recrear la misma experiencia que los discípulos y las discípulas de Jesús hicieron, aunque en otros contextos sociales y culturales. Se trata de estar con Jesús, aprender con él, caminar… y resulta interesante ver cómo el Evangelio de Lucas narra que por el camino muchas veces los discípulos no entendían lo que Jesús decía. Las dinámicas espirituales implican un proceso de comprensión que va evolucionando a partir de la experiencia del discipulado y de los conflictos que se viven. Pienso que la espiritualidad cristiana también es así. Hoy estamos recuperando la experiencia básica de seguir a Jesús en el contexto urbano, pues buena parte de la población de América Latina hoy vive en las ciudades; pero también en el contexto campesino, en las culturas indígenas, afrodescendientes, mestizas. Por eso la espiritualidad es nuestra forma de vivir el Evangelio.

Un aprendizaje

¿Es posible vivir el Evangelio de muchas formas?

Smaenossaí. Yo diría que no hay una sola forma de vivir el Evangelio sino distintas. Ellas son legítimas. Hoy se puede encontrar gente que vive una espiritualidad con acentos pentecostales, centrados en la alabanza, la acción de gracias, la admiración por Jesús que hace milagros. Y se encuentra, por otro lado, una espiritualidad más centrada en los procesos de liberación del ser humano, de sus situaciones de esclavitud concretas, a nivel social, cultural, ambiental, y que corresponden a un Jesús mucho más humano, que no actúa a partir del poder sino a partir de la solidaridad, encarnándose, viviendo nuestra vida, llamándonos a hacer parte de su grupo. Entonces, ciertamente hay una variedad extraordinaria de espiritualidades cristianas.

¿A qué se debe su interés por reflexionar sobre la gestión y la espiritualidad? 

Ser provincial de los maristas en una región de Brasil, entre los años 2000 y 2003,  significó ser líder religioso y también presidente de una asociación que alberga 15 escuelas y muchas obras sociales. Eso exigió de nuestro equipo de gobierno no solamente un espíritu religioso, sino también el dominio de diversos mecanismos de gestión, inclusive empresarial. Fue un aprendizaje muy difícil y duro, pero contamos con el auxilio de muchas personas.

Cuando terminé esta experiencia pensé en los laicos y laicas, religiosos y religiosas que pasan por el mismo proceso que yo viví. Entonces fui a estudiar a una reconocida escuela de formación de gestores en Brasil, la Fundación Dom Cabral, y de ahí salió la obra “Gestión y espiritualidad”, que fue publicada por las Paulinas en portugués y en español.

Articulaciones necesarias

“Hoy estamos llamados a recrear la misma experiencia que los discípulos de Jesús hicieron”

“Hoy estamos llamados a recrear la misma experiencia que los discípulos de Jesús hicieron”

¿Qué descubrió a lo largo de su estudio y de su experiencia?

Hablar de gestión y de espiritualidad implica articular dos lenguajes desde dos perspectivas muy diferentes. La perspectiva de la espiritualidad es la perspectiva de la gratuidad, de la entrega, de la alegría, de la acción de gracias, del corazón que se entrega a Jesús y a su causa. La perspectiva y el lenguaje de la gestión aluden a la eficacia, los resultados, al uso apropiado de los medios y de los recursos humanos, financieros, virtuales y patrimoniales, para alcanzar objetivos.

No son dos dimensiones incompatibles, pero sí son diferentes. Al absolutizar cualquiera de ellas podemos vivir un impase. Por ejemplo, si un grupo religioso organizado se ocupa solamente de su espiritualidad, a pesar de su buena intención tarde o temprano podría llegar al fracaso. Por otra parte, cualquier grupo humano que entra en la lógica de la gestión sin ética ni valores, seguramente podría llegar a alcanzar niveles de opresión y de deshumanización, porque no se ha dejado cuestionar ni se ha abierto a otras dimensiones humanas y divinas.

¿Cómo lidiar con esa tensión?

Pienso que la gestión y la espiritualidad son una tensión productiva. Cuando alguien monta bicicleta, consigue un tipo de equilibrio que no experimenta quien permanece estático. El equilibrio es movimiento. La espiritualidad nos da impulso, dinamismo. La gestión nos da dirección y capacidad de frenar en el momento que la velocidad está muy alta, nos ayuda a alcanzar objetivos.

Y cuando hablo de gestión no estoy hablando solamente de gestión empresarial, que es un tipo de gestión. Cualquier grupo humano organizado necesita tener en sus manos instrumentos de gestión, sea un grupo de economía solidaria, cultural, indígena… La gestión es la capacidad y la competencia para animar y coordinar grupos, para alcanzar objetivos con eficacia. Y no obstante, aunque se trata de un instrumento fundamental, no es lo único ni lo decisivo. En este sentido la espiritualidad nos hace ver que la vida es más de lo que hacemos y realizamos. Desde el punto de vista de la gestión, a veces vivimos situaciones de fracaso que pueden parecer el fin del camino. Desde el punto de vista de la espiritualidad todo es aprendizaje, es una oportunidad de conversión para retomar el camino con otra mirada.

Gestión sustentable

a12

¿Qué lugar ocupa la cuestión ecológica en esta dialéctica entre gestión y espiritualidad?

El tema de la ecología entra de muchas maneras. Una de ellas es a partir de la pregunta: ¿cómo es nuestra relación con el ambiente? o ¿cuál es el impacto ambiental de lo que hacemos?,  concretamente, con relación al consumo de agua, de energía, la generación de residuos, la utilización de materias primas, el grado de consumo…

Hoy se habla de una gestión sustentable y hay organizaciones no gubernamentales, gobiernos y empresas que están incorporando el tema de la sustentabilidad, del “buen vivir”, como parte de su programa de acción, considerando que toda acción grupal e institucional tiene impactos no solamente en la sociedad, sino también en el planeta, y los recursos para mantener el equilibrio entre los seres bióticos y abióticos son limitados.

Cuando pienso en seres abióticos pienso en el aire, el sol, el agua, la energía del sol… Y los seres bióticos son los micro-organismos, las plantas, los animales y nosotros, los seres humanos. Vivimos en una inmensa telaraña viva, en relación, y si el ser humano ignora esta telaraña viva y cree que puede ser feliz instrumentalizando a los otros seres, a largo plazo, esto llevará, como ya está sucediendo, a la destrucción de la vida del planeta y a una reducción de la calidad de la vida en todas sus expresiones. Por eso, el tema de la sustentabilidad y de la ecología es vital en la gestión y también en la espiritualidad, porque nos hace preguntarnos cómo estamos viviendo el seguimiento de Jesús en relación con otros seres, desde una perspectiva holística.

Texto: Óscar Elizalde Prada

Fotos: Maenossa, Unicap, A12, Ecologiaefe

Compartir