Antonio Colinas: “Usar más la piedad sería revolucionario para los espíritus”

El poeta leonés recibe el XV Premio de las Letras Teresa de Ávila en reconocimiento a su “proyección internacional” y “su compromiso con su tiempo y su lugar”

Entrega del premio, el pasado 7 de octubre.

Entrega del premio, el pasado 7 de octubre.

Antonio Colinas (La Bañeza, León, 1945) recogió el pasado 7 de octubre el XV Premio de las Letras Teresa de Ávila, que otorga cada dos años el Ayuntamiento abulense.

Uno de los grandes poetas españoles contemporáneos reconocido por el galardón que representa no solo la mística, sino ese “gran sustrato cultural” de santa Teresa, a la que el propio Colinas, confiesa, admira “como escritora y como mujer en su tiempo, luchadora, dinámica y que supo fundir esa vida suya con una vida interior muy poderosa e intensa”.

En el Auditorio de San Francisco, Colinas habló de su fascinación por la literatura mística de Teresa –él, confeso seguidor de san Juan de la Cruz, uno de sus poetas referenciales–, pero también del papel que en el contexto de la conmemoración del V Centenario de su nacimiento puede jugar como “revulsivo” de conciencias, de actitudes, de vidas, precisamente “en unos tiempos en los que se tiende a la filosofía del todo vale o a una mala interpretación de lo sagrado”. Basta leer su último libro, Canciones para un música silente (Siruela), para comprender rápidamente su fascinación por santa Teresa, también, como mujer de Dios.

PREGUNTA: ¿Qué supone para usted este reconocimiento en nombre de la santa de Ávila?

RESPUESTA: Lo considero un galardón especial por varias razones. En primer lugar, porque reconoce el trabajo de toda una vida, una obra literaria en varios géneros que, en mi caso, ya se acerca al medio siglo, desde que en 1969 publicara mi primer libro. Luego, porque viene de mi comunidad, de mi tierra, y aquí están las raíces de mi escritura; aunque yo siempre he procurado proyectar, universalizar estas raíces poniéndolas a dialogar con otras culturas y, en concreto, con las místicas de otras culturas. En fin, el nombre de Teresa de Ávila, que lleva este premio, me conduce a aquella escritora, mística y mujer luchadora que fue Teresa, y a la ciudad, para mí entrañable, que la vio nacer, Ávila.

P: Santa Teresa de Jesús, ¿qué significa para su poesía, para usted?

R: Ya acabo de apuntar lo que esencialmente supone para mí su figura, pero a la vez supone muchas otras cosas. Me sorprende, a estas alturas, su modernidad, su afán reformador; ese mantenerse con una voluntad enorme –enferma, pero a la vez llena de una energía muy suya– entre el mundo y el silencio y la soledad más sonoros; ese conjugar la celda y la interioridad más sublimes con el recorrer los caminos a pie o en carromato. Y su prosa, llena de sabor y de un aparente hermetismo que la hace aún más misteriosa, y que llega a la cima en los últimos capítulos de sus Moradas. Es, desde luego, una de las figuras más sugestivas de nuestra espiritualidad. Y ahí está también su sintonía con Juan de la Cruz, otro abulense especial. Los dos revolucionaron la espiritualidad de su tiempo, y desde la fuerza del ejemplo.

Antonio Colinas: “Usar más la piedad sería revolucionario para los espíritus” [íntegro suscriptores]

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.913 de Vida Nueva

 

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