El Papa señala que “la esperanza cristiana engloba a toda la persona”

Intervención de Bergoglio en la Audiencia General de la plaza de San Pedro este miércoles

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ÁLVARO ESPINOSA (ROMA) | En la Audiencia General celebrada este 15 de octubre en la Plaza de San Pedro, el papa Francisco invitó a los cientos de peregrinos llegados de todas partes del mundo a preguntarse por el destino final del pueblo de Dios.

Y explicó que “el Apocalipsis nos presenta dos imágenes: la esposa que espera a su Esposo, que nos habla del proyecto de comunión con la persona de Jesús que Dios ha trazado a lo largo de la historia, y la Nueva Jerusalén, que evoca el lugar donde todos los pueblos se reunirán junto a Dios”.

Francisco también dijo que:

La esperanza cristiana engloba a toda la persona, pues no es un mero deseo, sino la plena realización del misterio del amor divino, en el que hemos renacido y en el que ya vivimos.

De esta manera el Sumo Pontífice quiso señalar que Jesucristo se hace cada día más cercano a nosotros para llevarnos finalmente “a la plenitud de su comunión y su paz”.

El Sucesor de Pedro destacó que la Iglesia tiene la misión de mantener “encendida la lámpara de esa esperanza, como signo seguro de la salvación”. Para esto el Papa declaró que debemos preguntarnos “si de verdad somos testigos luminosos y creíbles de esa esperanza, si nuestras comunidades manifiestan la presencia del Señor y la espera ardiente de su venida, si no corremos el riesgo de agotar el aceite de nuestra fe y de nuestra alegría”.

Para concluir el Papa pidió a “María Santísima, Madre de la esperanza, nos enseñe a gustar ya desde ahora del amor de Cristo que un día se nos manifestará en plenitud”.

Antes de todo lo anterior, Francisco ha recordado durante la audiencia que es la fiesta litúrgica de santa Teresa de Jesús, carmelita descalza, virgen y doctora de la Iglesia. Asimismo, ha indicado que el 16 de octubre es el aniversario de la elección de san Juan Pablo II como Obispo de Roma. Exhortó:

Estos dos santos están unidos por el confiarse a Dios, por la dedicación a la Iglesia y de la vida mística. Aprendamos de ellos la radicalidad evangélica y el crecimiento en la plena comunión de Dios.

 

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