Laurent Monsengwo: “Una mujer violada puede usar anticonceptivos”

Entrevista con el arzobispo de Kinshasa y miembro del Consejo de Cardenales

portada2

Laurent Monsengwo: “Una mujer violada puede usar anticonceptivos” [ver extracto]

DARÍO MENOR (ROMA) | Laurent Monsengwo Pasinya, arzobispo de Kinshasa (República Democrática del Congo) y una de las voces de la Iglesia más respetadas en África, reconoce que, para luchar contra el sida, el uso de los llamados “métodos artificiales” no está tan lejos de la comunidad cristiana como podría parecer.

outline-map-of-4s30-16e10-globe-rectangular-outline“Proponemos el principio de la fidelidad. Si una persona es fiel, no tiene sida. La posición de otros es usar condones y otros medios anticonceptivos. El Estado los usa, no tenemos nada en contra; lo aceptamos. Cuando una mujer es violada, es posible utilizarlos. Pero deben ser usados en plena libertad”. Miembro del Consejo de Cardenales que asesora al Papa (el llamado C-9), anuncia “reformas bastante grandes” en la Curia romana y lamenta los ricos recursos naturales que tiene su país, pues los considera causa de la miseria.

PREGUNTA: ¿En qué momento se encuentra el trabajo del Consejo de Cardenales? ¿Cuáles serán las próximas reformas?

RESPUESTA: Comenzamos el trabajo en octubre de 2013 y, desde entonces, el Santo Padre ha hecho grandes reformas, como la Secretaría de Economía. Se ha hecho un trabajo inmenso que se ve también en los nombramientos en la Curia. Ahora hemos empezado a estudiar los pontificios consejos para ver cómo se pueden arreglar. También hemos estudiado las congregaciones y el papel de las mujeres, los hombres y los laicos en la Iglesia. Llegaremos a hacer algunas reformas bastante grandes.

P: ¿Cómo es el ambiente en el C-9?

R: De plena libertad. El Papa siempre está con nosotros, excepto en algunos momentos puntuales. Él no habla mucho, sobre todo escucha. Sigue muy bien los trabajos, habitualmente llega antes que nosotros. Es de una puntualidad admirable. Pide consejos y, a veces, da indicaciones para aclarar qué es lo que quiere. Nosotros discutimos y reflexionamos, se le da la palabra a todos.
 

Libertad de palabra

P: ¿Hay distintos puntos de vista? ¿Cómo llegan a acuerdos?

R: Claro que hay discusiones. Se dan opiniones y se presentan documentos preparados por unos u otros. Los otros reflexionan sobre ello y no están siempre de acuerdo. Pero hay libertad de palabra. Cuando hace falta, decidimos votando. Nuestro trabajo es aconsejar al Papa, pero la decisión es suya. Cuando hay una situación de bloqueo, ayuda a agilizar la discusión dando una cierta orientación. El voto no es la vía normal, solemos llegar al consenso.

Mobutu Sese Seko.

Mobutu Sese Seko.

P: ¿Puede dar algún ejemplo de una situación en la que no se consiguió el acuerdo?

R: No, forma parte del secreto de nuestras discusiones.

P: Usted goza de reconocimiento en su país por la labor que realizó en la transición durante los últimos años de Mobutu Sese Seko. ¿Resulta difícil distinguir entre la acción pastoral y la política?

R: Aquel trabajo lo hice en plena consonancia con el Santo Padre. La Conferencia Episcopal decidió que debíamos ayudar en el camino hacia la democracia y se optó por que fuera yo quien mediara. Votamos con mayoría cualificada. Estuve en la Conferencia Nacional (el organismo que lideró la transición) para ayudar al país. Fue un trabajo bastante duro, pero lo sacamos adelante con la ayuda de Dios y del pueblo.

Por desgracia, nuestros muchos recursos naturales son la causa de nuestra miseria.

P: Pese a aquellos esfuerzos, la zona oriental del país sigue en guerra. ¿Cómo trabaja la Iglesia para construir la paz?

R: La parte oriental está martirizada. Los países vecinos vienen a traernos la guerra para llevarse los recursos. Por desgracia, tenemos muchos recursos naturales.

P: ¿Por desgracia…?

R: Sí. Vienen a por ellos. Nuestros recursos naturales son la causa de nuestra miseria. Las riquezas están en manos de pocos. No se crea una economía sana en la que todos puedan beneficiarse. Una europea me dijo que con la crisis financiera en Europa iban a traernos la guerra para conseguir nuestros recursos. Así ha sido.

P: Hay estadísticas que dicen que cada día en la República Democrática del Congo se cometen 1.100 violaciones y 1.500 asesinatos. ¿Es así? ¿Se usa la violencia sexual como arma política?

R: No sabría confirmar ni negar la cifra. Cuando los militares van de operaciones en todo el mundo, habitualmente hay violaciones de mujeres. Esto ha sucedido en Europa, en Latinoamérica y en otros lugares. Esos datos vienen de dividir el número de muertos y de violaciones por los días del año. Claro que ha habido violaciones y asesinatos, pero no sé decirle cuántos. Se han utilizado como arma de guerra y arma política, para humillar a las mujeres y transmitir enfermedades. Ocurre así en la zona oriental, pero donde no hay guerra la violencia de la que hablan los periodistas solo ayuda a divulgar la idea. La Iglesia asiste a las personas violadas en centros de formación donde hay una atención psicológica. Les ayudamos, además, rechazando públicamente esta violencia.
 

Sida, fidelidad y condón

P: ¿Cómo es el trabajo de la Iglesia contra el sida? ¿Surgen problemas con la doctrina católica en este campo?

R: Proponemos el principio de la fidelidad. Si una persona es fiel, no tiene sida. La posición de otros es usar condones y otros medios anticonceptivos. El Estado los usa, no tenemos nada en contra; lo aceptamos. Cuando una mujer es violada, es posible utilizarlos. Pero decimos que deben ser usados en plena libertad. Nos han mandado condones rotos. De los cinco millones que un país mandó a África, había tres millones rotos. Por eso tampoco era seguro que usando estos medios se evitara el sida. Los usan para forzar a la gente a comprar. Nosotros pedimos a la gente que sea fiel. Si no pueden ser fieles, que prueben esos métodos para evitar estas enfermedades, pero que lo hagan en plena libertad.

P: ¿Qué significa usar el preservativo en plena libertad?

R: Plena libertad quiere decir que no les obliguen a comprarlos con fines comerciales. Nosotros usamos métodos naturales, sobre todo el de Billings. Se entiende muy bien. Y tenemos la fidelidad. Si uno es fiel y utiliza esos métodos, no tendrá enfermedades ni hijos indeseados. Frente a esto, están los excesos en el uso de métodos artificiales, como el supuesto principio de que cada mujer tiene el derecho de usarlos desde los 9 años.

P: ¿Acepta el uso del preservativo si en una pareja uno de los dos miembros tiene sida?

R: He encontrado personas que sabían que su pareja tenía esta enfermedad, pero se sacrificaban por él. En otros casos se entiende el uso del preservativo, pero no debemos centrar todo el discurso en el condón ni en la sexualidad. No es así como hacemos que la persona avance.

P: ¿Qué temas preocupan a los católicos congoleños respecto al Sínodo sobre la Familia?

R: Preocupa la familia en el plano de Dios, su complementariedad, su igualdad y la ecología humana. En nuestra diócesis, por ejemplo, hemos hecho un plan trienal sobre la familia. Intentamos formar a los laicos en la política, para que asuman su responsabilidad. También preocupan los divorciados y la poligamia. Esta también existe en Occidente, donde se dice que la practica hasta el 60% de los varones. El hombre es polígamo por tendencia [risas].

Se nos plantea el problema de qué hacer si pide el bautismo un polígamo. Habitualmente, le decimos que se quede con una mujer y renuncie a la segunda, pero no le es fácil. La poligamia es un problema relevante. Yo mismo tenía un tío polígamo. Me llamaron para bautizarlo cuando se moría. Le dije que el matrimonio cristiano es monógamo, por lo que si quería ser bautizado, debía elegir a la mujer con la que quería aparecer ante Dios y renunciar a la otra. Las dos estaban allí y tenía hijos con ambas. Fue una decisión muy difícil para él. No puede decirse que los polígamos no se casen por amor con sus mujeres.

 

Un pastor comprometido con la democracia

Laurent Monsengwo Pasinya ha celebrado su 75 cumpleaños en Roma, donde participa en el Sínodo sobre la Familia. Su formación, trayectoria como pastor y labor durante años a favor de la justicia, la reconciliación y la democracia en su país, la República Democrática del Congo (RDC, antiguo Zaire), hacen que su contundente voz sea escuchada con enorme interés por el resto de padres sinodales. Miembro de una de las grandes familias de la RDC (Monsengwo significa “nieto de un jefe de la tribu”), fue el primer africano en conseguir una licenciatura en Ciencias Bíblicas, en su caso por el prestigioso Pontificio Instituto Bíblico.

Dio muestras de una gran capacidad para el diálogo y la construcción de la paz durante los años 90 del siglo pasado, en los que fue protagonista de la transición que puso fin a la dictadura de Mobutu Sese Seko. En aquel período presidió el Parlamento y la Conferencia Nacional que pilotó el cambio político. “Fue un trabajo dividido en cuatro partes. Lo primero era ver lo que no iba bien. Luego, establecer las responsabilidades. Tercero, decidir qué debíamos hacer para mejorar. Y finalmente, poner en marcha las instituciones de la transición. Hicimos esta labor pese a los bloqueos del entonces presidente”, recuerda.

Nombrado por Benedicto XVI, en 2007, arzobispo de Kinshasa, la capital de la RDC, tuvo un papel destacado en el Sínodo sobre la Palabra de Dios celebrado en 2008, en el que fue secretario especial (fue el primer africano en ocupar tal cargo), así como en la asamblea sinodal del año siguiente, dedicada a África. El anterior pontífice siempre lo tuvo en gran estima, como demostró al imponerle la birreta cardenalicia en el consistorio de 2010. Francisco también confió en él y lo eligió como representante de la comunidad cristiana africana en el Consejo de Cardenales que le ayuda en el gobierno de la Iglesia y en la reorganización de la Curia romana, el llamado C-9. Sin querer entrar en más detalles, Monsengwo Pasinya anuncia que la labor de este grupo no terminará en los próximos meses, pues “el trabajo para hacer esta gran reforma aún no ha terminado”.

En el nº 2.912 de Vida Nueva

 

LEA TAMBIÉN:

Compartir