Familia e iniciación cristiana

El Sínodo sobre la Familia invita a reflexionar sobre la transmisión de la fe en el contexto de la transformación familiar

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MANUEL JOSÉ JIMÉNEZ R. (PRESBÍTERO DE LA ARQUIDIÓCESIS DE BOGOTÁ Y DOCTOR EN TEOLOGÍA PASTORAL, ESPECIALIZADO EN PASTORAL JUVENIL Y CATEQUESIS) | Partamos de un hecho significativo. En el año 1974 la Iglesia universal celebró un Sínodo de Obispos sobre la evangelización. Fruto de este sínodo, fue la exhortación apostólica sobre El anuncio del Evangelio hoy (Evangelii Nuntiandi, 1975), seguido por un nuevo sínodo en 1977 y por la exhortación sobre la catequesis en nuestro tiempo (Catechesi Tradendae, 1979). Y en 1981, Juan Pablo II publicó su exhortación apostólica sobre la familia en el mundo actual (Familiaris Consortio).

Hoy acudimos a una situación parecida. En el año 2012 se llevó a cabo el Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización. El año pasado, el papa Francisco publicó su exhortación apostólica sobre La alegría del Evangelio (Evangelii gaudium). Y ahora, para este año, se ha convocado un Sínodo de Obispos sobre la Familia, cuyo tema principal será Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización. Se espera que después venga una exhortación sobre la familia.

Esta simple y rápida concordancia de hechos y de documentos del magisterio muestra la clara y estrecha relación que existe entre evangelización y familia. La razón de esta relación la da el papa Juan Pablo II al inicio de su exhortación apostólica sobre la familia:

En efecto, la familia cristiana es la primera comunidad llamada a anunciar el Evangelio a la persona humana en desarrollo y a conducirla a la plena madurez humana y cristiana, mediante una progresiva educación y catequesis. (FC 2)

El propósito de este breve artículo es pensar la relación entre familia e iniciación cristiana de los niños y adolescentes. No cubre, por lo tanto, todos los problemas de la relación entre familia y evangelización, ni mucho menos cantidad de situaciones evangelizadoras en torno a la familia hoy ni sus profundos cambios, algo que con seguridad sí va a ser tratado en el Sínodo.
 

La situación más común hoy

La relación familia e iniciación cristiana de los niños, adolescentes y jóvenes es un asunto que genera mucha preocupación en la práctica y en la teoría. A pesar de los grandes y variados esfuerzos que se hacen para vincular de un modo más activo y comprometido a los adultos en los cursos presacramentales del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, los avances y los logros no son muy esperanzadores. Y esta situación, no obstante las diversidades y con algunos indicadores positivos, es igual en todas partes.

A este respecto podríamos usar prestadas las palabras de dos estudiosos italianos[1]. que, si bien escriben en Italia y para Italia, describen la situación más común hoy en cualquier parroquia, y en cualquier lugar, incluidas las nuestras

Entre las carencias de la catequesis hoy hay que subrayar la incapacidad de llegar de modo adecuado a las familias. La así llamada ‘vinculación’ de las familias es estéril, no solo porque se busca lograrla demasiado tarde, sino, sobre todo, por algunos elementos que la caracterizan. En primer lugar, se expresa de carácter obligatorio y como un requisito, lo que hace que los padres y los adultos participen en los encuentros que les proponemos con el miedo a que si no asisten se les niegue el sacramento a sus hijos. En segundo lugar, tiene un carácter ambivalente, dado que se les da a los adultos un trato infantil e infantilizante. En tercer lugar, resulta exagerada: después de tantos años de ignorarnos, olvidarnos y desconocernos, familia, adultos y agentes de pastoral, se proponen programas intensivos que no tienen en cuenta los ritmos propios de la vida familiar. En cuarto lugar, también resulta retrasada, dado que, cuando un hijo tiene ya entre 10 y 12 años, los adultos y los padres se dan cuenta de que lo que le ofrecen ahora como educación en la fe les resulta poco significativo. Y, por último, es formal. Ofertas predeterminadas sin tener en cuenta al adulto, a la familia y a su situación.

A estos problemas se suma otro de no poca monta, compartido también por estudiosos de todo el mundo: la costumbre y la mentalidad de delegar la educación religiosa de los hijos. Son muchas las familias, incluso familias con un estrecho vínculo con la comunidad, que delegan a otros (sacerdotes, religiosos, catequistas y maestros) la educación religiosa de sus hijos, pues consideran que es una cuestión de especialistas. Así, los adultos y los padres se consideran exentos o incapaces de asumir esta responsabilidad.

La relación familia-parroquia replica en mucho la relación familia-escuela. Los padres o adultos matriculan a sus hijos en los cursos presacramentales que ofrece la parroquia. Asisten a las reuniones a las que son convocados, en las que no falta la amenaza de no dejar a sus hijos recibir los sacramentos si no cumplen con ello y hacen caso a
los catequistas y al párroco de controlar las tareas de sus hijos, su asistencia a los encuentros y a las misas previas a la celebración de los sacramentos. Algunas parroquias aún hoy día llevan control de asistencia de niños y adolescentes y adultos a las misas dominicales. El asistir a ellas es un requisito más entre otros.

De este modo, los adultos y los padres no se sienten miembros vivos de la comunidad cristiana. La parroquia es un centro de servicios de lo religioso a la que pueden acudir para que los expertos en estos asuntos instruyan a sus hijos. Si por algún motivo este centro de lo religioso exige mucho en el tiempo y en los encuentros, buscan el que más se acomode a sus intereses.
 

Crisis de transmisiones

Como puede verse, la situación no se presenta para nada halagüeña. Y eso que, en su descripción, dichos estudiosos no ahondan en los profundos cambios que vive la familia hoy[2] y que ponen en tela de juicio su capacidad educadora y evangelizadora[3]. Realidad que explica la crisis de transmisión de valores y de fe en la familia hoy[4].

Por lo que respecta a lo religioso, los estudios sociales contemporáneos muestran que la familia es uno de los espacios de mayor secularización y desinstitucionalización de lo religioso. Un cambio radical en este campo, y que toca profundamente las transmisiones religiosas, consiste en que muchos adultos socializan a las nuevas generaciones ya no en una religión determinada (la que han recibido de los padres generalmente), sino en un valor-derecho de nuestras actuales sociedades democráticas: la libertad de conciencia y de cultos. No se desconoce que muchas familias conservan la práctica tradicional de transmitir de generación en generación la religión de los padres. A lo anterior se suma la poca incidencia que tiene hoy día la Iglesia en la configuración del proyecto personal y familiar de muchos de nuestros contemporáneos, sobre todo en lo que se refiere al matrimonio y su moral. Incluso el Estado defiende y tiene el derecho de legislar sobre la familia, lejos de cualquier categoría religiosa o teológica.
 

La familia en el magisterio de la Iglesia

En medio de estas sociedades democráticas y plurales, la Iglesia tiene el deber de anunciar y educar en el sentido cristiano de la familia. A la par, también debe anunciar el papel, importancia y protagonismo de la familia en la educación de los hijos, especialmente en su educación en la fe. Lo anterior debe hacerlo no como un modo de imponer su enseñanza, sino como un servicio que ella presta a la humanidad entera, en la perspectiva trazada por el Concilio Vaticano II:

Iluminar y fortalecer a los cristianos y a todos los hombres que se esfuerzan por garantizar y promover la intrínseca dignidad del estado matrimonial y su valor eximio. (GS 47)

No es este el espacio para recordar todo el amplio magisterio de la Iglesia sobre la familia cristiana. Puesto que el tema que nos ocupa es la relación familia e iniciación cristiana, recordemos solo los asuntos más estrechamente vinculados con este asunto específico. Qué mejor que hacerlo a la luz de uno de los referentes magisteriales más cualificados al respecto: la exhortación apostólica Familiaris Consortio del papa Juan Pablo II. El Papa señala que:

Entre los cometidos fundamentales de la familia cristiana, se halla el eclesial, es decir, que ella está puesta al servicio de la edificación del Reino de Dios en la historia, mediante la participación en la vida y misión de la Iglesia (…) [Esto exige] comprender mejor los fundamentos, contenidos y características de tal participación, y examinar a fondo los múltiples y profundos vínculos que unen entre sí a la Iglesia y a la familia cristiana. (FC 49)

La familia cristiana vive su cometido profético acogiendo y anunciando la Palabra de Dios. Dentro de esta tarea evangelizadora de la Iglesia, cabe la importante tarea de la educación en la fe de los hijos, el despertar religioso y la así llamada catequesis familiar. Este cometido fundamental de su ser, la familia no lo hace sola o en nombre propio; siempre es una tarea eclesial y en vínculo con la comunidad cristiana:

El ministerio de evangelización y de catequesis de la Iglesia doméstica ha de quedar en íntima comunión y ha de armonizarse responsablemente con los otros servicios de evangelización y de catequesis presentes y operantes en la comunidad eclesial, tanto diocesana como parroquial. (FC 53)

Esta educación peculiar de la fe, “ambiental”, es importante; pero es necesario ir más allá; caminar hacia una catequesis explícita tanto en el seno familiar como en otros ámbitos comunitarios de la Iglesia, con los que han de colaborar las familias.

Lo acabamos de subrayar:

La catequesis familiar ha de armonizarse responsablemente con los otros servicios de evangelización y catequesis presentes y operantes en la comunidad eclesial, tanto diocesana como parroquial. (FC 53)

  • EN EL CONTEXTO DE “EMERGENCIA EDUCATIVA”
  • FAMILIA CRISTIANA Y DESPERTAR RELIGIOSO
  • CONCLUSIÓN

Pliego completo, publicado en el nº 2.911 de Vida Nueva. Del 4 al 10 de octubre de 2014

Familia e iniciación cristiana (PDF solo suscriptores)

 

LEA TAMBIÉN:

[1] Caspani, Pierpaolo y Sartor, Paolo, Iniziazione cristiana. L’itinerario e i sacramenti, EDB, Bolonia, 2008.
[2 A este respecto, puede verse Mapa mundial de la familia 2013. Los cambios en la familia y su impacto en el bienestar de la niñez, Universidad de Piura, Lima, 2013.
[3] Alberich Sotomayor, Emilio, La familia, ¿lugar de educación en la fe?, PPC, Madrid, 2010.
[4] Duch, Lluís, La crisis de la transmisión de la fe, PPC, Madrid, 2009.

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