Cuando Abraham era soltero

Carlos Amigo, cardenal arzobispo emérito de SevillaCARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla

“La libertad de expresión debe salvaguardarse en todo momento, así como la pluralidad en las opiniones, pero sin sobrepasar los límites exigidos…”

No lo sé. Pero, “en aquel entonces, Abraham era soltero”. Eso de la soltería del gran patriarca lo aducía un buen amigo para referirse a algo muy antiguo y olvidado. Algo así habría que decir mientras se van leyendo algunas crónicas referidas a la vida de la Iglesia. Es una visión obsoleta, de unas formas de hacer y de vivir que no están en absoluto vigentes en la comunidad eclesial. Se da más importancia a lo novelado que a la realidad subjetiva y actual. Se habla de unos modelos de Iglesia que no existen desde hace muchos años. Por otra parte, con algo de prejuicio y no poca ignorancia, se hace referencia a unas páginas históricas bastante distorsionadas por la ideología.

La Iglesia está continuamente renovándose, no en su doctrina ni simplemente para adaptarse a unas circunstancias nuevas, sino para poder llevar mejor a cabo su misión en el momento histórico en el que tiene que vivir.

Es conocida la figura del redactor deportivo que hacía las crónicas antes de celebrarse los acontecimientos. Se iba a pasar el fin de semana y, en la Hoja del Lunes, lo único que tenía que añadir era el resultado. Ahora, afortunadamente, no es así. Otro espécimen es el de la crónica-ficción sobre alguna de las visitas pastorales del Papa. Se entera uno de todo lo que ocurre en aquel país, menos del mensaje que el Santo Padre ha querido dar. Se hace un relato, aprovechando el interés que suscita el Papa, de las circunstancias que rodean el acontecimiento y no de lo que verdaderamente interesa acerca del contenido y de las dimensiones que tiene la visita pastoral.

Las informaciones y las noticias deberían venir marcadas con un sello de credibilidad. Es decir, que fueran suficientemente contrastadas para que se recibieran con la garantía de saber que estamos leyendo, viendo o escuchando lo que realmente ha acontecido. La libertad de expresión debe salvaguardarse en todo momento, así como la pluralidad en las opiniones, pero sin sobrepasar los límites exigidos por el honor y la fama de las personas.

El ejercicio del periodismo ha sido considerado como una de las profesiones de mayor riesgo, pues la trascendencia que tiene lo que un informador puede decir llega mucho más allá incluso de la intención que tenía el periodista en sus palabras o en sus escritos. Para quien la ejerce y para quienes reciben las opiniones que llegan de estos profesionales. A los que, por cierto, hay que agradecerles el servicio que nos hacen al poder contar con informaciones objetivas y poder estar al tanto de lo que ocurre en el mundo. Y que Abraham sea feliz en su matrimonio.

En el nº 2.911 de Vida Nueva

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