Francisco a Albania: “No sabía que habíais sufrido tanto”

En su primera visita a un país europeo, lo señala como un modelo de convivencia

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ANTONIO PELAYO (ROMA) | Han tenido casi la misma duración –en torno a doce horas– las visitas a Albania de Juan Pablo II (25 de abril de 1993) y de Francisco (21 de septiembre de 2014), pero las separan más de dos décadas; tiempo suficiente para que esta nación haya dejado de ser el “primer país ateo de la historia”, como proclamaba su Constitución, para convertirse en un modelo de convivencia interreligiosa.

Ha cambiado también el contexto internacional de ambos viajes. Karol Wojtyla aterrizaba en el aeropuerto internacional de Tirana dos años después de la caída de su estrambótica dictadura y cuando las gentes aún vivían con la ilusión de haber puesto fin a la Guerra Fría. Jorge Mario Bergoglio llega a la llamada “tierra de las águilas” mientras los fundamentalismos pseudo-religiosos amenazan con desencadenar el terror a escala universal y asistimos a lo que el Papa ha definido “una tercera guerra mundial por capítulos”.

En 1993, la Iglesia católica albanesa contaba con un solo obispo, 16 sacerdotes diocesanos, 45 sacerdotes religiosos y 150 religiosas. Hoy, hay ocho obispos, a cuyo servicio trabajan medio centenar de sacerdotes del clero secular y 150 del regular, casi medio millar de religiosas y más de 300 catequistas.

Si, como concuerdan todas las fuentes, a la misa celebrada por el Santo Padre en la Plaza Madre Teresa de Calcuta acudieron unas 300.000 personas, en opinión de uno de los organizadores del viaje, el sacerdote Gjergi Meta, al menos una tercera parte eran musulmanes u ortodoxos. Prueba contundente de las excelentes relaciones que reinan entre los tres grandes grupos religiosos albaneses: musulmanes (57%) católicos (15,91 %) y ortodoxos (6,8%).

Esta pacífica convivencia entre las diferentes religiones o denominaciones cristianas fue una de las ideas que el Papa alabó en su discurso [ver íntegro] pronunciado ante el presidente de la República, Bujar Nishani, los miembros del Gobierno y el cuerpo diplomático:

Bergoglio y el presidente albanés, Bujar Nishani.

Bergoglio y el presidente albanés, Bujar Nishani.

El clima de respeto y confianza entre católicos, ortodoxos y musulmanes es un bien precioso para el país y adquiere un relieve especial en este tiempo en el que, de parte de grupos extremistas, se desnaturaliza el auténtico sentido religioso y en el que las diferencias entre las diversas confesiones se distorsionan e instrumentalizan, haciendo de ellas un factor peligroso de conflicto y violencia, en vez de una ocasión de diálogo abierto y respetuoso y de reflexión común sobre el significado de creer en Dios y seguir su ley.

“Que nadie piense –añadió el Pontífice– que puede escudarse en Dios cuando proyecta y realiza actos de violencia y abusos. Que nadie tome la religión como pretexto para las propias acciones contrarias a la dignidad del hombre y sus derechos fundamentales, en primer lugar, el de la vida y el de la libertad religiosa”

Estas reflexiones volvió a exponerlas Francisco horas después [ver discurso íntegro] cuando encontró, en la sede de la Universidad Católica Nuestra Señora del Buen Consejo, a los líderes de las seis mayores comunidades religiosas albanesas (musulmanes, bekktashi –fraternidad islámica de origen sufí–, católicos, ortodoxos, evangélicos y judíos).

 

Fuertes medidas de seguridad

Ha habido durante esas pocas horas de estancia papal en Tirana algunos momentos de gran intensidad emocional. Sin duda, uno de ellos lo constituyó la acogida triunfal que le tributaron los albaneses a su paso por las calles de la capital; a pesar de las amenazas de un posible atentado yihadista, Bergoglio no quiso renunciar a transitar a bordo de su jeep descapotable; era, sin embargo, muy visible el despliegue de las fuerzas de seguridad.

En otro nivel, fue muy conmovedora la celebración de las vísperas en la catedral de Tirana, a la que habían sido invitados sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y representantes de movimientos seglares. Dos de ellos eran “mártires”, como los definió el mismo Francisco. Se trataba de dos octogenarios supervivientes a años de prisión y de trabajos forzados: el sacerdote diocesano Ernest Troshani (84 años) y la religiosa Marije Caleta (85 años), perteneciente a la Congregación de las Pobres Hermanas de los Estigmas de San Francisco.

 

Nueva reunión del C-9

Por otro lado, entre el 15 y el 17 de septiembre, como estaba anunciado, ha tenido lugar la sexta reunión del Santo Padre con el Consejo de los Cardenales, el C-9. El último día, el portavoz vaticano, Federico Lombardi, mantuvo con los informadores una rueda informativa que esta vez resultó más “carnosa” que en anteriores ocasiones. Muy sintéticamente, creo que pueden sacarse estas conclusiones: el Papa da por concluido el estudio y la imperativa reorganización de los complejos temas económicos con la creación del Consejo y la Secretaría para la Economía, que preside el cardenal George Pell. Ha llegado, por lo tanto, el momento de pasar a otra cosa, es decir, a la revisión del esquema de funcionamiento de la Curia romana.

Francisco a Albania: “No sabía que habíais sufrido tanto” [íntegro solo suscriptores]

En el nº 2.910 de Vida Nueva

  • Francisco en Albania: “El águila no olvida el nido, pero vuela alto. ¡Vuelen alto! ¡Vayan hacia arriba!”:

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