Vincent Landel: “El problema de la inmigración se arreglará cuando los europeos piensen en la justicia social”

Entrevista con el arzobispo de Rabat (Marruecos)

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Vincent Landel: “El problema de la inmigración se arreglará cuando los europeos piensen en la justicia social” [ver extracto]

DARÍO MENOR (ROMA) | A mediados del pasado mes de junio se reunieron en Roma los obispos de la Conferencia Episcopal Regional del Norte de África, el ágora donde se encuentran los pastores de Marruecos, Argelia, Túnez y Libia. Al arzobispo de Rabat, Vincent Landel, presidente de este organismo, no le hace falta levantar el tono para sacudir las conciencias de los europeos a propósito de la inmigración. “Hay un cierto egoísmo por parte de los occidentales frente a las personas que vienen del África subsahariana”, denuncia con voz queda.

P: ¿Por qué se vieron en Roma y no en su región?

R: Normalmente tenemos un encuentro anual en alguno de nuestros países. Esta vez buscamos un lugar al que les resultara más fácil desplazarse a los obispos libios por las circunstancias de su país. Por eso elegimos Roma. Pero al final no pudieron abandonar su nación por motivos sociopolíticos. Es la primera vez que ocurre. Muestra las grandes dificultades políticas que está pasando actualmente la región.

Bergoglio y Landel en febrero de este año.

Bergoglio y Landel en febrero de este año.

P: ¿De qué hablaron?

R: De la situación de nuestras Iglesias y de las diferencias que existen entre nuestros diversos países de origen. La nuestra es una conferencia de obispos de naciones musulmanas donde todos o casi todos los cristianos son extranjeros. En países como Marruecos no hay cristianos locales, la ley no lo permite. En Argelia y Túnez hay unos pocos, pero la inmensa mayoría son extranjeros. Estas personas pasan algunos años en el Magreb y luego se van a otros lugares. En nuestras Iglesias hay mucho movimiento.

Marruecos tiene una población total de 32 millones de personas, de los que 30.000 son católicos de 81 nacionalidades distintas. Es una Iglesia muy particular. Es una mezcla constituida en buena parte por personas que vienen del África subsahariana, pero también de Europa, Asia y América. La presencia de la Iglesia en Marruecos, Argelia, Túnez y Libia cambia de acuerdo a los diferentes regímenes políticos. En el encuentro trabajamos en un documento sobre el sentido de nuestra presencia, de manera que los subsaharianos o europeos que lleguen tengan unas claves para entender que nuestras Iglesias son distintas a las de sus lugares de origen.

P: ¿Hablaron también de inmigración?

R: Es un tema que cada vez nos preocupa más. En Europa la atención está centrada en Lampedusa, pero no se habla casi de Melilla, donde hay cientos de personas esperando para intentar cruzar la frontera. Debemos reflexionar frente a este drama humano para ver qué podemos hacer como Iglesia. Las informaciones que aparecen en los medios de comunicación no se corresponden siempre con la verdad.
 

Egoísmo de Occidente

P: ¿Qué deberían hacer las autoridades de los países del sur de Europa frente a la inmigración?

El papa Francisco en Lampedusa.

El papa Francisco en Lampedusa.

R: No es una cuestión sólo de los políticos, afecta a todos los ciudadanos. La única solución que puede comenzar a arreglar la cuestión es que todas las personas, sean o no cristianas, piensen en la justicia social. Los españoles, por ejemplo, deberían ponerse en el lugar de estar personas. Han de imaginarse que su salario se quedase en menos la mitad, que en las clases de sus hijos hubiera cincuenta niños o que, cuando fuesen a un hospital, encontraran muchos menos servicios. Es esa la situación de muchos países africanos.

Hay un cierto egoísmo por parte de los occidentales frente a las personas que vienen del África subsahariana, aunque no puede generalizarse. Yo admiro a la alcaldesa de Lampedusa, a quien escribí para darle las gracias por cómo ha afrontado la cuestión. La inmigración no es sólo un problema italiano, sino europeo. Le doy también las gracias a Italia por el despliegue militar en el Mediterráneo, es una obra humanitaria. La operación Mare Nostrum es algo formidable.

P: En Italia hay quien dice que sirve de incentivo para que las mafias de la inmigración hagan llegar a más personas a Europa. ¿Qué responde a estas críticas?

R: En todo lo que hagamos hay cosas buenas y malas. Las mafias de la inmigración siguen existiendo, con su dinero y su poder. Pero eso no significa que los inmigrantes que vienen del Congo, de Camerún o de Siria vayan a dejar de intentar llegar a Europa haya o no un despliegue. Por desgracia están siendo explotados por estas mafias. Estos mafiosos son inadmisibles, son traficantes de personas. Pero al mismo tiempo tenemos a hombres y mujeres que sufren, que todos los días intentan pasar hacia Europa. En una misa que celebré hace poco en Marruecos varios inmigrantes me pidieron que los bendijese, porque al día siguiente iban a intentar saltar la valla de Melilla. Uno de ellos me dijo que había cruzado 15 veces y que 15 veces lo habían devuelto a Marruecos. Y seguía intentándolo.

P: ¿Cómo afecta la inmigración a Marruecos?

R: Esta población no para de crecer. Por fortuna, a principios de año se aprobó una ley para regularizar la situación de estas personas. Es un paso importante. Marruecos, Argelia, Libia y Túnez son países de paso para los inmigrantes en su camino hacia España o a Italia; pero también hay quien decide quedarse en estas naciones. Es un cambio que se debe a que Europa ha levantado un muro frente a la inmigración. Se ha encerrado en una postura egoísta. Tiene que abrir su corazón. Hay incluso casos como el de un sacerdote en Francia al que le pusieron una multa por ayudar a inmigrantes. Es grave que pasen estas cosas en la sociedad europea.

P: ¿Cómo afecta la llamada Primavera Árabe a la situación de los cristianos en el Norte de África?

R: Para la mayoría de cristianos en Marruecos, Argelia o Túnez no ha cambiado nada. Siguen siendo extranjeros, como antes. No puedes tener la nacionalidad marroquí si eres cristiano. Hay libertad de culto para los cristianos extranjeros, pero los marroquíes sólo pueden ser musulmanes. Si alguien quiere convertirse al cristianismo perderá su trabajo, todo el contacto con su familia y ni siquiera podrá venir a la Iglesia. Será la muerte social.
 

Libertad religiosa

P: ¿Ve factible un cambio que propicie un aumento de la libertad religiosa?

R: Por el momento, no. Cuando hubo un cambio en la Constitución, en Marruecos se planteó incluir la libertad de conciencia y de religión, pero el Gobierno tuvo que dar marcha atrás porque los extremistas musulmanes pidieron su supresión. En Túnez, en cambio, su Constitución sí que contempla la libertad religiosa y de conciencia. Es un país musulmán que ha llegado a ese punto. ¿Por qué no lo iba a hacer también Marruecos?

P: ¿Marcan estos grupos extremistas la vida social del país?

R: En Marruecos no hay un islamismo radical, no nos regimos por la sharia (ley islámica). Hay un islamismo moderado como en Turquía, pero no empapa todos los sectores de las sociedad. Es cierto que el islam no es una religión privada. Por ejemplo, todos los musulmanes celebran el Ramadán, sean más o menos creyentes. Ocurre lo mismo en Argelia, Túnez o Libia. Para respetar a nuestros hermanos musulmanes, yo no como en público durante el Ramadán.

P: ¿Tuvieron la posibilidad de hablar con el Papa durante estos días en Roma?

R: Sí, concelebramos con él la misa en la Domus Santa Marta. Nos encontramos a un sacerdote con el que rezamos juntos. Él sabía que estábamos ahí y quiénes éramos. Luego hablamos de la relación de los cristianos con el islam. Nos dijo que los cristianos marroquíes deben difundir la relación con nuestros hermanos musulmanes.

En el nº 2.909 de Vida Nueva

 

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