Tribuna

Crítica de la novolatría

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Francesc Torralba, filósofoFRANCESC TORRALBA | Filósofo

“Por lo general, se detesta la repetición y se desprecia la memoria del pasado, la sabiduría que transmiten las generaciones mayores…

El espíritu reaccionario se opone a lo nuevo. El espíritu progresista se opone a lo antiguo. Para el primero, cualquier tiempo pasado fue mejor, por eso, de lo que se trata es de restaurar, aunque sea artificiosamente, lo pretérito, puesto que se idealiza y se pierden de vista sus lagunas, sus incoherencias y atrocidades.

Jacques Maritain.

Jacques Maritain.

Para el segundo, lo nuevo es lo valioso y, por ello, se debe dar razón a las generaciones venideras y poner toda la esperanza en ellas, también en los avances de la ciencia, en los prodigios de la tecnología y en la innovación social, política y económica. Y, sin embargo, algo, por el mero hecho de ser nuevo, no tiene por qué ser, necesariamente, mejor que lo que existió en el pasado.

Uno de los males que acecha al mundo del espíritu es la novolatría, que consiste en el culto a lo nuevo por el mero hecho de ser nuevo. Esta bella expresión, acuñada por el filósofo francés, Jacques Maritain, autor de El humanismo integral [Google Books] (1936), tiene mucho calado.

La novolatría es, en sentido estricto, el culto a la última novedad, a la novedad que acaba de emerger. Esto vale tanto para lo cultural, lo social, lo económico, lo espiritual. Lo nuevo, por definición, es lo bueno, lo que debe ser escuchado y seguido, simplemente, porque es nuevo.

Esta actitud, que ya fue criticada por Jacques Maritain, también es objeto de críticas por filósofos tan alejados ideológicamente del él, pero contemporáneos suyos, como Martin Heidegger y Ernst Bloch. Es una actitud que incluye un desprecio a lo permanente, a lo que procede del pasado, a las costumbres ancestrales y a los usos y manejos tradicionales. Lo nuevo fascina, lo diferente atrae, mientras que lo antiguo, carece de interés. Esta actitud acarrea graves problemas porque al venerar lo nuevo y despreciar lo antiguo, se margina un saber muy valioso que procede del pasado y que ha sido comunicado, de generación en generación, a través de los siglos.

Lo nuevo atrae, pero pronto deja de ser nuevo y envejece aceleradamente, porque irrumpe otra novedad que lo desplaza y lo tiñe de antigüedad. La consecuencia final de esta atracción por lo nuevo es que no se acaba comprendiendo nada a fondo, porque la comprensión implica reiteración de lo mismo, atención y respeto a lo mismo.

ilus-TORRALBA

El periódico es, por definición, el género de la novedad. Vive de las novedades y alimenta la curiosidad humana. Da temas para hablar, llena de contenido las tertulias, las cafeterías, las comidas de trabajo. De algo hay que hablar y el periódico sirve cotidianamente novedades. La sobrevaloración del hoy es una expresión de la novolatría. En ella se detecta una incapacidad para valorar al clásico, el autor que ha superado la prueba del tiempo, que persiste más allá de las modas y los altibajos estéticos.

Quizás en el presente, el verdadero aguijón de la sorpresa no es solamente el periódico, sino la red virtual, los sistemas de comunicación audiovisual que ofrecen constantemente novedades, motivos para llenar conversaciones y salvarse del silencio.

La novedad es lo diferente, lo que rompe con la continuidad, la rutina, lo mismo. Por lo general, se detesta la repetición y se desprecia la memoria del pasado, la sabiduría que transmiten las generaciones mayores. El gusto por lo nuevo, seduce, pero se trata de una seducción efímera y pasajera, porque pronto, muy pronto, lo que era nuevo se transforma en algo viejo y caduco y deja de ser objeto de atención, para formar parte del gran cementerio del olvido.

En Ser y tiempo [Google Books], Martin Heidegger describe el afán de novedades como una característica propia de la existencia cotidiana del ser ahí (Dasein). El afán de novedades, tal como se describe en esta conocida obra, es un mecanismo de evasión y de distracción, un modo de esquivar la existencia auténtica y de llenar, falsamente, la vida de habladurías. Las novedades dan que hablar, se convierten en carnaza de tertulia, en pretexto para hablar y liberarse del temor que suscita el silencio.

En el nº 2.909 de Vida Nueva

 

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