‘Boyhood’: aprendiendo a crecer

Boyhood, película

boyhood fotograma de la película

JOSÉ LUIS CELADA | Nada explica mejor al ser humano que el hecho de crecer. Esta inexcusable prueba de vida pone de manifiesto que algo compartido por el común de los mortales adopta tantos rostros y expresiones como personas emprenden el camino hacia la madurez. Porque cada cual afronta esa incierta pero apasionante aventura como sabe, como puede o como le dejan. Casi nunca como le han enseñado. Menos aún, como sus seres queridos lo habrían imaginado. Pese a todo, los años no conceden treguas en el calendario.

“¡Cuánto han crecido!”, “¡cómo pasa el tiempo!” y otras expresiones semejantes no solo traducen el sentir generalizado de cualquier generación, sino que se cuelan como un estribillo en Boyhood (Momentos de una vida), la cautivadora experiencia cinematográfica que Richard Linklater puso en pie hace ¡12 años! y que ahora ha visto la luz.

Casi tres horas que transcurren en un suspiro y que son la plasmación en diálogos e imágenes del trabajo realizado durante más de una década –a razón de una semana de rodaje al año–, acompañando al protagonista de esta historia (Ellar Coltrane) desde su más tierna infancia hasta su llegada a la universidad; a él, a su familia más cercana (padres y hermana)… y a las actrices y actores que aquí crecen/envejecen con sus personajes.

Son innumerables los asuntos que desfilan por la pantalla (tantos como los cambios que se producen en el chico con la edad), aunque casi todos ya habituales en otras producciones del género: madres coraje, padres alcohólicos y violentos, segundos matrimonios, nuevos hermanos, amigos y compañeros de colegio o instituto, discusiones familiares sobre la asunción de responsabilidades o la confianza que merecen –y demandan– los mayores, el sempiterno –¿e ingenuo? deseo de que los hijos puedan aprender de los errores de sus progenitores… Sin olvidar, por supuesto, el equipaje propio de los viajes iniciáticos (el primer amor, el primer coche, el primer trabajo…), amén de paradas obligadas en el trayecto como cumpleaños, acampadas o graduaciones.

Todo ello compone este álbum personal y familiar del niño-adolescente-joven que acabará robándonos el corazón mientras espanta sus complejos, aclara sus dudas o gestiona su autoestima. Asignaturas que también Linklater supera con nota gracias a esa habilidad suya para hacer evolucionar acontecimientos (incluido el telón de fondo de Bush, Irak u Obama) y sentimientos con una frescura narrativa que raya la improvisación.

Sin embargo, en su atrevida y espléndida propuesta, nada queda al azar. Boyhood es el fruto de un empeño largamente soñado por el guionista y director: fundir cine y vida, captar con su cámara cómo el tiempo hace mella o da forma –según se mire– a todo eso que sucede entre mudanza y mudanza. El espectador juzgará si lo ha conseguido. Si sigue pensando qué habrá sido de nuestro universitario, quizás ahí tenga la respuesta.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Boyhood.

DIRECCIÓN: Richard Linklater.

GUIÓN: Caroline Link.

MÚSICA: Niki Reiser.

FOTOGRAFÍA: Lee Daniel y Shane F. Kelly.

PRODUCCIÓN: Richard Linklater, Jonathan Sehring, John Sloss, Cathleen Shuterland.

INTÉRPRETES: Ellar Coltrane, Patricia Arquette, Ethan Hawke, Elijah Smith, Lorelei Linklater, Steven Chester Prince, Libby Villary, Marco Perella.

En el nº 2.909 de Vida Nueva

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