Pastor humilde y sencillo

Obituario del padre Ramón Echarren, mano derecha del cardenal Tarancón durante la Transición

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MIGUEL ÁNGEL M. NUÑO (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) | Con la muerte de don Ramón Echarren Ystúriz (1929-2014), obispo emérito de la Diócesis de Canarias, se puede dar casi por cerrada una de las épocas de la Iglesia española de mayor fecundidad en el diálogo con la sociedad.

Marcha a la casa del Padre uno de los últimos “taranconianos” irredentos, un pastor que ya olía a oveja cuarenta años atrás, uno de esos pastores del pueblo de Dios y de los humildes y sencillos, uno de los convencidos de que la sociedad solo progresa con el diálogo y la buena voluntad de todas las partes.

Porque de sociedad sabía un rato don Ramón. Su licencia en Ciencias Sociales por la Universidad de Lovaina lo certificaba. A ella se sumaba su licencia en Teología, por la Universidad Gregoriana de Roma. Pero más que los títulos y los libros, lo que hacía que don Ramón fuera capaz de entablar un fecundo diálogo con todos era su contacto con la realidad. Por eso, lo quiso a su lado don Vicente Enrique y Tarancón, como auxiliar en Madrid (1969-1978) en los difíciles años del final del franquismo y la transición a la vida democrática.

Echarren y Tarancón tuvieron plena sintonía de criterios teológicos y eclesiológicos, pastorales y sociales. Recién llegado al pontificado, Juan Pablo II lo envió a Las Palmas de Gran Canaria, diócesis que ha regido hasta 2005. Allí ha muerto este vitoriano cariñoso y socarrón, entre los muros del Seminario Menor, tras nueve años de vida discreta y callada, dando ejemplo a los muchachos que atisban las primeras señales de su vocación sacerdotal.
 

Sensible a lo social

En Madrid y en Canarias, cristianos y no creyentes pudieron ver en don Ramón a un hombre especialmente sensible por lo social, un obispo que trabajaba por una Iglesia pobre y para los pobres como hoy día vuelve a clamar el papa Francisco. Y junto a su apuesta decidida a favor de Cáritas, queda también su sello en los afamados informes de la Fundación FOESSA.

Ceremonia del entierro del monseñor Echarren.

Ceremonia del entierro del monseñor Echarren.

Su opción por construir una sociedad donde todos tuvieran cabida se palpó también en su protagonismo en la conocida Asamblea Conjunta obispos-sacerdotes, allá por 1971. Los reunidos quisieron llevar a Madrid y a las diócesis españolas los nuevos aires que soplaban desde hacía una década desde Roma. La piel de toro aún no estaba preparada para tanto. En Canarias, también fue crucial en la celebración del Sínodo Diocesano de 1992.

Don Ramón Echarren Ystúriz se ha marchado con un sabor agridulce en los labios: sufriendo al lado de los más pobres los azotes de la última crisis económica; observando el involucionismo tan contrario al espíritu conciliar y conciliador que él procuró… Pero a la vez, se va atisbando que ya en las comunidades cristianas –e incluso en el Episcopado español– se mueven hojas con la brisa vaticana que de nuevo nos refresca.

En la Catedral de Las Palmas, repleta para despedir al que fuera su obispo, se celebró el pasado 27 de agosto un funeral que presidió el actual prelado, Francisco Cases, que así lo había definido:

Ha sido un hombre abierto con todos, con su trato directo y sencillo, sin alharacas, sin medallas. Creo que el pueblo canario le quiere.

En el nº 2.906 de Vida Nueva

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