Los religiosos de Paraguay sueñan con un país y una Iglesia renovados

Comunicado de los obispos paraguayos tras reunirse en la 55ª Semana Nacional

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R. P. (ASUNCIÓN) | La Conferencia de Religiosos del Paraguay (CONFERPAR), reunida semanas atrás en su 55ª Semana Nacional, ha difundido un documento [ver íntegro] en donde manifiesta una serie de “preocupaciones sociales, económicas y eclesiales”. Entre las primeras, está la situación de los afectados por las crecidas de los ríos. A su juicio, pese a tratarse de hechos “previsibles”, observan que no se hace nunca nada por evitarlos: “Nos encontramos con instituciones gubernamentales ausentes, negligentes, partidizadas, con un desprecio a la dignidad de los pobres”.

Asimismo, manifiestan su alarma respecto al modelo económico del país, entendiendo que “prioriza el lucro sobre la protección de la naturaleza y sobre la vida de los campesinos e indígenas”, lo que refleja las “urgentes reformas que aún están pendientes: fiscal, agraria, judicial, política y electoral”. Finalmente, los religiosos también resaltan su preocupación por:

Nuestra propia Iglesia, necesitada de conversión y afectada por enfrentamientos, divisiones e incoherencias, que nos duelen y en ocasiones nos avergüenzan.

Frente a este panorama, ofrecen signos de esperanza, en referencia a “la capacidad de nuestro pueblo para enfrentar dificultades e injusticias, sin perder la confianza y el ánimo para luchar soñando tiempos mejores”. Así, resaltan que los jóvenes “son fuente de esperanza, porque son capaces de sorprendernos con iniciativas y propuestas renovadoras”.

En vistas al Año de la Vida Consagrada, que se iniciará el próximo 21 de noviembre, los religiosos paraguayos se comprometen a “vivir nuestra Vida Consagrada como una alternativa a este mundo de opresión e injusticias”, a “fortalecer y renovar nuestra presencia allí donde la vida clama” y a “denunciar las causas de la pobreza y exigir que se realicen los cambios estructurales necesarios para una justa y equitativa distribución de los bienes”.

En el nº 2.906 de Vida Nueva

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