Festival Petronio Álvarez, Voz Del Pacífico

La fiesta que pone de relieve las grandes paradojas del Pacífico colombiano

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A golpe de marimba de chonta, cununo, bombo, guasá, violines caucanos y chirimía se celebra desde hace 18 años el Festival Petronio Álvarez. Calificado por expertos músicos y folcloristas como uno de los festivales más grandes del mundo y como espacio de apropiación del legado cultural del Pacífico, este año, entre el 11 y el 17 agosto, la versión décimo octava del Petronio tiene como sedes la Unidad Deportiva Panamericana, el Teatro al Aire Libre Los Cristales y el Centro Cultural de Cali. En esta oportunidad, las 44 agrupaciones finalistas de las zonales, que se realizaron en Santander de Quilichao, Guapi, Tumaco, Buenaventura y Cali, no sólo participarán en las categorías Marimba, Chirimía, Violines Caucanos y Versión Libre, sino que también harán parte de la conmemoración de los 100 años del natalicio de Patricio Romano Petronio Álvarez Quintero, músico bonaverense, por quien recibe el nombre este certamen.

Además de la fiesta musical, el festival contará con una variada oferta gastronómica de platos típicos de la región, de bebidas tradicionales derivadas del viche (destilado de la caña de azúcar aún verde), de muestras artesanales y del Petronito, semillero que en su séptima versión incluye a niños, niñas y jóvenes de las comunas caleñas y de diferentes municipios del país.

Instrumentos de libertad

Este “ritual comunitario”, como lo ha llamado Germán Patiño, investigador de la cultura del Pacífico y uno de los fundadores del Petronio Álvarez, integra variados instrumentos que llegaron a América en la memoria de los esclavos africanos. Su historia y fabricación poseen el sentido insondable y místico del hombre afrodescendiente. Al cununo, tambor de una sola membrana e imagen oficial de ésta versión del Petronio, se le considera contenedor de los golpes de resistencia de los cimarrones y su elaboración se debe hacer en cuarto menguante de la luna, para que “dé los sonidos” precisos, según sea tambor macho o hembra. 

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De la marimba se afirma que contiene la identidad y alegría de los habitantes del Pacífico, que no es otra que la alegría de los africanos libres, que encontraron en los materiales de las selvas colombianas los elementos naturales para construir los instrumentos que los vinculaban con su territorio ancestral. Habiendo pedido a la naturaleza sus sonidos en la montaña, la marimba se construye preferiblemente con madera de chontaduro amarillo en no menos de un año, para que la madera tome la consistencia y el color exactos que generen los 24 tonos de cada tablilla que compone el llamado “piano de la selva”.

Los violines caucanos son herencia española. Sin embargo, en vez de ser referente de dolor, son símbolo de la riqueza del esclavo, de lo que aprendió a hurtadillas del amo blanco y del jesuita evangelizador. El violín y su ejecución empírica son el tesoro heredado a sus hijos. Se cuenta que incluso al no tener los materiales para la elaboración de un violín, los  esclavos de las tierras bajas de la cordillera occidental, los hacían en guadua y crin de caballo. 

Del bombo, tambor de doble membrana y hecho en guadua también, se dice que contiene en su marcha lo que Hugo Candelario González, músico ganador del Petronio en varias ocasiones, llama “la quinta corchea”, un acento que se repite y permite la liberación “del dolor, del lamento, de las adversidades”, en especial, de la historia de los afrodescendientes “que fue y es una historia difícil”. Y afirma esperanzado, el discípulo de Gualajo: “en esta quinta corchea sonando, sonando infinitamente es en donde el currulao se va y vuela y el espíritu se libera y se logra el trance, por eso no es una música de mucho desarrollo armónico, son dos tonitos, dos tonos, pero no se necesita más para lograr la felicidad, para ser libres”.

La “Buena Ventura” de Petronio

En 1931, mientras miraba las olas del mar, “El Cuco”, como llamaban a Petronio Álvarez gracias a su habilidad como maquinista de locomotora, compuso la canción insigne del Litoral Pacífico: Mi Buenaventura. La voz de otros días a ritmo de currulao cantaba del “bello puerto del mar”, de “la brisa pura” y del “suave rumor”. Hace un año, el ganador de la categoría de Chirimía, el grupo Rancho Aparte, al  paso de la realidad y al son de sus versos, denunciaba: “cuando la máquina invasora llegó (…) a su paso con todo acabó, sembrados de chontaduro, de plátano y borojó, la opción de una riqueza de todo se apoderó (…) sólo se hablaba de oro, de retro y de socavón, comenzaron las masacres, se formó una tentación, el río perdió su cauce, empezó el desplazamiento y el campo sólo quedó (…) devuélveme el campo que yo quiero sembrar. Devuélveme mi campo, devuélveme el corazón”.

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El currulao vuela y el espíritu se libera

En una reciente declaración, en el marco del Encuentro de Cultura de la Región Pacífico, María Helena Quiñonez, secretaria de Cultura y Turismo de Cali, afirmó que  “la cultura es sin lugar a dudas, una de las herramientas que tiene el Estado Colombiano para afrontar el periodo de post-conflicto, de concretarse un eventual acuerdo de paz; en tal sentido, las experiencias que tenemos en Cali pueden ser potencializadas, para contribuir en la atención de las comunidades del occidente colombiano, de las cuales Cali es el principal receptor, en materia de desplazamiento forzoso”. Así pues, el Festival Petronio Álvarez no sólo es una “vitrina del folclor y la cultura” que promueve los ritmos tradicionales, sino que es, además, un espacio de inclusión, un territorio de cohesión social, de reivindicación de los grupos afrocolombianos, y a su vez, un evento en el que se visibilizan las grandes paradojas sociales del Pacífico colombiano, a través de los cantos de sus protagonistas.

Un Pacífico históricamente marginado de las políticas nacionales persistirá en la alegría de sus ritmos, en la libertad que proclaman las letras de su folclor y en la generosidad de sus tradiciones atávicas. Por siete días los asistentes al Petronio, propios y foráneos, bailan día y noche currulao, chirimía y ritmos de fusión. Y agitando hondamente sus pañuelos blancos, como anunciando banderas de paz, profetizan con sus cuerpos el oleaje de nuevos tiempos. De tiempos que les traigan mejor ventura.

Texto: Biviana García Fotos: Festival Petronio Álvarez, Dmgr!!

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