Dolor y repudio eclesial por la muerte de cinco sandinistas

Lo acusados del atentado.

Lo acusados del atentado.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | El Arzobispado de Managua –a través de un comunicado [ver íntegro] firmado por el cardenal José Leopoldo Brenes y por su auxiliar, Silvio José Báez– ha expresado su “profundo dolor e indignación ante el terrible acto criminal perpetrado contra hermanos nicaragüenses” el 19 de julio en Sebaco (a 72 kilómetros de Managua), cuando fue tiroteado el autobús donde viajaban un grupo de sandinistas que volvían de la capital tras celebrar el 35º aniversario de la revolución que derrocó la dictadura de Somoza.

El ataque causó cuatro muertos y 24 heridos, a los que cabe añadir otro muerto y un herido más en otro asalto a una caravana, esa misma noche, en el municipio de San Ramón, en el mismo estado norteño de Matagalpa. Aunque se desconoce la identidad de los atacantes, el jueves 24, la Fiscalía del Estado acusó a tres campesinos de “delitos de conspiración”, presuntamente, por participar en los hechos al lanzar piedras y lograr que el vehículo frenara su paso.

Temerosos de que este atentado eleve la tensión en una Nicaragua ya de por sí enconada en sus posturas políticas, los obispos destacan que:

Todo el país vive con dolor y repudio este hecho tan inhumano e irracional”, dirigido por “agentes de iniquidad” contra simpatizantes del Gobierno. De ahí que Brenes y Báez llamen a sus compatriotas a erradicar “el odio, la confrontación irracional y la violencia.

Abundan los prelados de Managua:

No debemos olvidar que la caridad evangélica exige la justicia. Y cuando la justicia ha sido quebrantada, hay que restablecerla con las penas correspondientes establecidas en nuestras leyes. En primer lugar, para asegurar que nuestra sociedad no se construya sobre el terrorismo, la impunidad o el encubrimiento cobarde de eventuales actores intelectuales. Y para que este reprobable acto criminal nos ayude a todos a purificar nuestros corazones para amar y construir la paz. (…) Que todos los nicaragüenses, creyentes y no creyentes, instituciones gubernamentales y sociedad civil, al comprometernos a erradicar del corazón el odio, rechacemos todo acto violento y no cometamos nunca más en Nicaragua ningún atropello contra los derechos humanos de nadie. ¡Condenemos la violencia y no la justifiquemos, pero tampoco la promovamos y provoquemos nunca más en nuestra amada patria, que ya ha visto tanta sangre de sus hijos derramada injusta e inútilmente!.

En el nº 2.905 de Vida Nueva

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