Una Iglesia cercana comunica a Cristo

No basta con una dependencia que emite comunicaciones oficiales

No basta con una dependencia que emite comunicaciones oficiales

Recientemente, los sacerdotes de la Arquidiócesis de Barranquilla vivieron una jornada de formación titulada La comunicación al servicio de una auténtica cultura del encuentro, siguiendo la temática presentada por el papa Francisco en la Jornada Mundial de las Comunicaciones 2014.

Pareciera contradictorio que una ciencia como la comunicación, transversal a la misión fundamental de la Iglesia, sea motivo hoy de formación para los ministros ordenados, quienes por su misión sacerdotal se configuran, al igual que todos los agentes de pastoral, en comunicadores del Evangelio.

Durante un encuentro de profesionales de la comunicación, monseñor Claudio María Celli, Presidente del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales, mencionó con firmeza en su voz e, incluso, con algo de reclamo cristiano: “(debemos) convencernos de que si la Iglesia no es comunicación, no es Iglesia”. Lo anterior debe motivar a todos los niveles de la pastoral a tener presente que todo comunica; para bien o para mal, pero todo comunica.

Ante los gratos resultados formativos, los presbíteros destacaron la gran necesidad que como Iglesia tenemos obispos, presbíteros, religiosos, religiosas y fieles laicos de ir atentos por los caminos de la vida para detenernos, a ejemplo del Buen Samaritano, y asumir una actitud de escucha con quien deambula cargado de esperanzas y frustraciones, de gozos y lamentos, por las ruidosas calles de la vida real y de la vida irreal, cada vez más creciente en el continente digital.

Sacerdotes del Atlántico ratifican importancia de la comunicación en la Iglesia

Diálogo y cercanía

En actitud de profunda madurez cristiana, los cerca de 140 sacerdotes que sirven en el Departamento del Atlántico, área de influencia pastoral de la Arquidiócesis de Barranquilla, resaltaron la importancia apremiante de la Iglesia de entrar en diálogo con el hombre y la mujer de hoy, llenos de tantas características propias de una sociedad que, como fruto de fáciles herramientas tecnológicas de comunicación, sucumben en la gran tentación de permanecer conectados a la tecnología, pero en muchos casos, desconectados de sus seres queridos, de sus hermanos más cercanos.

El gran propósito que ha ratificado la Iglesia Católica que peregrina en el Atlántico es configurarse como una Iglesia que se aleja cada vez más de todo aquello que impida al hombre sediento del encuentro personal con Cristo encontrar realmente en cada uno de los agentes de pastoral verdaderos puentes que revelan en sus rostros y ratifican en sus acciones estar hablando en nombre de Cristo.

Qué bueno que podamos todos, en comunión, configurarnos como miembros de una Iglesia que dialoga en actitud de cercanía con quienes están alejados de Dios, con los excluidos; con quienes, por alguna razón, han sentido rechazo por algún miembro de la Iglesia. Es el tiempo de la cercanía, de la actitud de una Iglesia que no se conforma con predicar desde el púlpito, sino que asume con valentía la misión de ser una Iglesia en salida, que va en busca de la oveja perdida.

Sea esta la oportunidad para recordar que la Iglesia somos todos y que no hay nada que sea humano, que esté lejos del corazón de la Iglesia, por lo tanto no podemos estar conformes en poseer medios de comunicación, o en penetrar grandes esferas relacionales, si no llevan la esencia cristiana de la caridad, de la actitud misionera de ir en búsqueda de los más alejados y renovar su ser con el fresco aroma del amor de Cristo.

Como discípulos misioneros, asumamos el compromiso de ser comunicadores del Reino de Dios, de ser los mensajeros de nuestro hermano y maestro Jesús, comunicador por excelencia de nuestro Padre Dios, quien por medio de su Palabra llegaba a las multitudes y por medio de sus gestos de misericordia llegaba al corazón del hombre y la mujer sedientos de caridad, fruto del rechazo de los demás hermanos.

El compromiso de comunicar en la Iglesia no puede quedarse reducido a una dependencia que emita comunicaciones institucionales frente a oportunidades de penetración en los medios de comunicación, o las entrevistas morbosas de algunos periodistas que encuentran en la Iglesia una carnada idónea para generar disputas en la comunidad. La comunicación en la Iglesia es responsabilidad de todos los agentes de pastoral, iniciando por nuestra jerarquía y llegando a todos los niveles de la evangelización, que más que un micrófono, necesitan comunicar con su vida la verdadera configuración con la persona de Cristo.

TEXTO: Erik Fabián Sojo Rodríguez. Delegado de Comunicaciones y Relaciones Públicas. Arquidiócesis de Barranquilla. FOTOS: Álvaro Pérez

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