“La defensa de la vida es un tema de derechos humanos”

Comillas pide que la maternidad no se presente como “una rémora” para la mujer

Expertos universitarios redactaron el texto.

Expertos universitarios redactaron el texto.

“La defensa de la vida es un tema de derechos humanos” [ver extracto]

FRAN OTERO | Ante la inminente presentación por parte del Gobierno de la nueva ley de aborto, y ante el debate que desde hace años se produce en la sociedad española, la Universidad Pontificia Comillas ha publicado una declaración, Defensa de la vida humana naciente y protección de toda mujer gestante [ver íntegra], en la que ofrece “una reflexión serena y equilibrada” sobre la cuestión, siempre “desde el respeto al pluralismo y sin renunciar al diálogo y a la tolerancia”, pero con la convicción de “buscar y encontrar verdades fundamentales acerca de la existencia humana”.

En este sentido, el texto afirma que la defensa de la dignidad y del valor de la vida humana es la primera condición necesaria para encontrar la justicia y la paz, y que en dicha defensa convergen democracia y derechos humanos:

Es los últimos años, nuevos avances en el conocimiento de la biología molecular del embrión y del feto nos llevan a la convicción de que desde la concepción nos encontramos ante una nueva vida humana distinta de sus progenitores y que, aunque dependiente y en fase de desarrollo, merece el respeto y la protección de la que gozan todos los seres humanos.

Cartel de la Conferencia Episcopal.

Cartel de la Conferencia Episcopal.

Añade:

La defensa del valor y la dignidad de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte, es un tema de derechos humanos y no simplemente una cuestión de preferencia personal o elección privada, y debería sustraerse el debate de todo sesgo político y religioso.

Recuerda la declaración la protección que del nasciturus ha hecho el Tribunal Constitucional en su sentencia 53/85, así como el hecho de su gran vulnerabilidad, porque, de hecho:

La misma biología protege al concebido mediante el llamado vínculo de apego. El vientre materno es la primera casa del nuevo ser y en ella debería ser acogido como un don y nunca como un problema, cuya solución sea el desembarazarse de él.

Y explica:

Existe el derecho del nasciturus a ser protegido por sus padres y por la sociedad, pero no hay derecho alguno de la mujer, ni del varón, sobre el concebido. Este es un tertium, genéticamente único, y su vida debe ser protegida en cuanto constituye un valor fundamental del ordenamiento jurídico. El proyecto vital de cada ser humano, aún en sus etapas iniciales, es tan inescindible, irrepetible, personalísimo y único que no puede quedar en manos de que un tercero decida que se desarrolle, aun cuando quien lo decida sea quien aloja esa vida en su seno.

El texto no olvida a las mujeres embarazadas, y se duele del conflicto interior de las que se enfrentan al aborto, “víctimas de una tremenda presión social, a veces económica, a veces emocional o psicológica”.
 

A favor de la mujer

Lamenta asimismo que se presente la maternidad como una rémora en la liberación de la mujer, aunque reconoce que en algunas culturas se la ha tratado como “una máquina puramente reproductiva”. Y apunta:

Ahora bien, sería un grave error el creer que tener el control responsable sobre su propio cuerpo, la hace dueña de la vida que alberga en sus entrañas. No podemos estar de acuerdo con que palabras como libertad o elección, cuando se utilizan en el contexto del aborto, pasen a expresar la total libertad de terminar con el embarazo sin límites o condiciones. Estar a favor de la vida es estar a favor de la mujer, y para que los derechos de la mujer y el respeto por la vida en todas sus formas confluyan positivamente, la sociedad no puede escatimar los recursos económicos necesarios para apoyar la maternidad y la educación sexual, apoyar la conciliación de la maternidad con el desarrollo de la mujer a todos los niveles, apoyar la corresponsabilidad de los varones en la sexualidad y la crianza, apoyar el proceso del embarazo sanitaria, psicológica y socialmente, y apoyar a los menores en riesgo o a las personas con discapacidad, también después de nacidos. En ello nos jugamos mucho.

Insiste el documento en que el Estado y la sociedad en su conjunto deben, además de educar, proteger la maternidad desde diferentes esferas, como son las económicas, laborales, culturales, sociales y sanitarias…

No basta, pues, con prohibir o educar, sino que es indispensable promover políticas efectivas de protección a la maternidad, de manera que la ausencia de las mismas no abonen e incidan en la opción de interrumpir el embarazo.

El documento concluye con las palabras de Francisco que, en este caso como en otros, invita a la Iglesia a acompañar con misericordia:

Es necesario considerar siempre a la persona. Aquí entramos en el misterio del hombre. En la vida, Dios acompaña a las personas y nosotros debemos acompañarlas a partir de su condición. Es necesario acompañar con misericordia.

En el nº 2.904 de Vida Nueva

 

LEA TAMBIÉN:

Compartir