El tiempo y su valor

Ginés García Beltrán, obispo de Guadix-BazaGINÉS GARCÍA BELTRÁN | Obispo de Guadix-Baza

“No siempre vivimos el tiempo con calidad, o lo que es lo mismo, perdemos el tiempo en cosas que no son verdaderamente importantes…”.

Todo tiene su momento y cada cosa su tiempo bajo el cielo”, nos dice el Qohelet. La Palabra de Dios, en esta página del Antiguo Testamento, nos pone ante una de las realidades con las que el hombre se encuentra cotidianamente.

El tiempo, y la distribución que hacemos de él, es una de las expresiones de lo que es prioritario para cada uno. A menudo escuchamos, o nosotros mismos decimos: no tengo tiempo. Pero, ¿no tienes tiempo para qué? Creo que no es aventurado afirmar: “Dime a qué dedicas tu tiempo y yo te diré dónde tienes puesto tu corazón”.

Sí, el ritmo de tu tiempo lo marca tu corazón, el corazón que es el lugar donde se esconde tu tesoro. Hay tiempo para todo con tal de que le demos calidad.

Hemos de vivir con calidad de vida, sabiendo que esta calidad afecta también a nuestro tiempo. No siempre vivimos el tiempo con calidad, o lo que es lo mismo, perdemos el tiempo en cosas que no son verdaderamente importantes.
En este sentido, es bueno reconocer que el mejor tiempo es el que dedicamos a las personas, los momentos en los que el otro es el centro, el hombre como centro de mis relaciones. En el otro está el Otro, el tiempo que dedicamos al encuentro con Dios. El tiempo con los otros es encuentro y el encuentro da fecundidad a la vida.

El verano, momento de descanso para muchos, es una buena ocasión para dedicarnos a lo verdaderamente importante. Momento para Dios, tiempo para el encuentro con los demás, tiempo para la reflexión, para contemplar, y, por supuesto, para una buena lectura.

Hay tiempo para todo, pero sin olvidar que también lo debe haber para Dios, para la oración, pues el que nos regala el tiempo se merece nuestro tiempo.

En el nº 2.899 de Vida Nueva

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