Marcos Corona Soto

“Si las religiones aprenden a convivir juntas el ser humano va a aprender a convivir también”

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El recuerdo de su padre viene una y otra vez en medio de la conversación. Marcos descubre que su disposición para dar de sí tiene su origen en la actitud con que Carlos Corona acogía en casa a quienes necesitaran asistencia. “Eso me estaba enseñando algo”, recuerda, mientras habla de una casa llena y de un hombre que sin esperar retribución socorrió a muchas personas dejándole una enseñanza indeleble a su hijo: hay que esmerarse por el otro, aunque ello suponga dejar de ganar para sí.

El último mes, este chileno nacido 1969 en el seno de una familia bautista de Valdivia recorrió diferentes lugares de Colombia para promover una educación para la paz, a partir de espacios de creación artística entre niños, niñas y adolescentes. Hace cerca de un año, con el apoyo de la Red Juvenil Interreligiosa, lo mismo hacía en Perú entre pobladores de Huancayo, Huancavelica y la Amazonía.

Estudió teología en el Seminario Bautista de Chile, donde estableció contacto con la Teología de la Liberación. Gracias a la comprensión de algunos de sus maestros con relación a las Sagradas Escrituras profundizó las exigencias sociales de su experiencia religiosa. Entre el 2007 y el 2011 se desempeñó como pastor de una congregación bautista en Valdivia. Sin embargo, un remezón en su vida se produjo en 2010 cuando participó en el III Congreso de Lausanna, en Ciudad del Cabo (Sudáfrica).

Más de 4.000 personas, provenientes de 200 países se hicieron presentes en aquella ocasión. “Lo que unía a tantas personas de países y razas distintas era su creencia en Jesús”. Marcos recuerda que se encontraban en un mismo recinto presbiterianos, anglicanos, reformados, miembros de la Alianza Cristiana y Misionera, bautistas, y miembros de otras iglesias. También participaron personas provenientes del ámbito judío, musulmán, hinduista y budista. Además de la diversidad cultural y de la constatación de que no era posible hablar más de una iglesia homogénea, a Marcos le impresionó que durante aquellos días fuese posible que personas tan diferentes convivieran en paz. 

¿Cómo deshacerse de los prejuicios y aceptar al otro? ¿Cómo acercarse a quien es diferente? Son dos de las preguntas que más lo inquieten en la actualidad y que tienen su raíz en la experiencia que vivió en Sudáfrica.

La paz desde las bases

A partir de 2010 Marcos comenzó a participar de las actividades de la Red Interreligiosa Latinoamericana de Educación para la Paz (RILEP), desde una intuición que hoy define su vida y su trabajo: “Si las religiones aprenden a convivir juntas el ser humano va a aprender a convivir también”.

Todo comenzó con una propuesta pictórica para artistas de la  zona metropolitana de Santiago. El primer paso fue llevarla a Valdivia y ponerla al servicio de la gente común. La Municipalidad había acogido la iniciativa. De lo que se trataba ahora era de involucrar a la población en propuestas de esta índole para propiciar espacios de encuentro y de reflexión promoviendo una cultura de paz en la perspectiva del diálogo intercultural e interreligioso.

Durante los últimos años Marcos se ha dedicado a relacionar distintas comunidades. Inició en Valdivia con un acercamiento entre musulmanes y cristianos. Y poco a poco vio la necesidad de articular procesos en los cuales la atención está puesta en la infancia, principalmente.

“Lo que nos hemos planteado es que las bases sean las que nos hablen de paz, para que no se hable únicamente desde las cúpulas gubernamentales o religiosas. Estas bases para nosotros son los niños. En el Evangelio se plantea que Jesús no da la paz como la da el mundo. El contexto de esta apreciación sugiere que la paz se vive en el conflicto y el texto se escribe en medio de dos guerras (la del 70 y la del 135 d.C.). Jesús propone una paz desde la resistencia no violenta a la exclusión. Nuestro interés son los niños, pues son muchas veces los más excluidos”.

Desde mi mundo pinto la paz fue el concurso de arte con el cual Marcos llegó a Perú hace cerca de un año. Con él viajó por la sierra y la selva invitando a los niños y niñas a dar cuenta del modo como imaginan el Buen Vivir. En el país de la minería a cielo abierto, donde las grandes empresas de capital extranjero destruyen montañas y poblados, los niños y niñas dibujan valles verdes y ríos de aguas limpias. Este año Marcos visitó Colombia y propuso el mismo ejercicio en Medellín del Ariari, Bucaramanga, Barranquilla, Cali y Bogotá. ¿Cómo se pinta la paz aquí?

TEXTO Y FOTO: MIGUEL ESTUPIÑÁN

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