Ningún reto que interpela a la familia estará fuera del Sínodo

Presentado el Instrumentum laboris con la encuesta final de todos los episcopados

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Ningún reto que interpela a la familia estará fuera del Sínodo [ver extracto]

ANTONIO PELAYO (ROMA) | La visita del Santo Padre al Policlínico Agostino Gemelli de Roma (que cumple 50 años de existencia) y a la Facultad de Medicina de la Universidad Católica había sido anunciada por Francisco para este viernes 27 de junio.

De izda. a dcha. Bruno Forte, André Vingt-Trois, Peter Erdö, Lorenzo Baldisseri, Federico Lombardi, Pina de Simone y Francisco Miano.

De izquierda a derecha: Bruno Forte, André Vingt-Trois, Peter Erdö, Lorenzo Baldisseri, Federico Lombardi, Pina de Simone y Francisco Miano.

Debería haber durado algo más de tres horas, entre las tres y media y la siete menos cuarto de la tarde. El interés que había suscitado en los enfermos, médicos y personal sanitario del hospital, así como entre los profesores y alumnos de la facultad, era tan grande que, ya desde primeras horas del día, se había congregado una multitud en la explanada donde iba a tener lugar la Eucaristía.

Sin embargo, a primeras horas de la tarde, cuando todo estaba preparado para la visita, incluido el jeep para el paseo por la plaza, llegó la noticia de su anulación:

Por una imprevista indisposición –decía el comunicado de la Sala de Prensa–, el Santo Padre no va esta tarde al Gemelli para la anunciada visita. El cardenal Scola celebrará la misa y pronunciará la homilía preparada por el Santo Padre.

El Papa, indispuesto, no pudo visitar el Gemelli.

El Papa, indispuesto, no pudo visitar el Gemelli.

La consternación fue grande cuando Claudio Giuliodori comunicó a los presentes que el Papa no vendría, mientras los periodistas asediaban a Federico Lombardi, portavoz vaticano, para saber algo más sobre la naturaleza de la indisposición. A este punto concreto no hubo respuesta, pero el jesuita insistió en que:

El ritmo de los compromisos del Papa es tan agobiante, lleno mañana y tarde, y dentro de un mes de junio tan denso, incluido el viaje a Tierra Santa, que no sorprende que puedan producirse momentos de indisposición.

Luego añadió que la mañana de ese viernes se había desarrollado con normalidad; después de la misa en Santa Marta, Jorge Mario Bergoglio había recibido en sucesivas audiencias a los cardenales Peter Turkson, Stanislaw Rylko y Fernando Filoni, responsables de diversos dicasterios de la Curia romana.

Para tranquilizar aún más a la opinión pública, el portavoz hizo pública al final de la tarde la siguiente declaración:

Los compromisos del Santo Padre previstos para el sábado 28 y el domingo 29 son confirmados. No hay motivos de preocupación por la salud del Papa.

Lo que se ha filtrado es que el Pontífice había tenido fiebre al final de la mañana y sufría un fuerte dolor de cabeza. El doctor Patrizio Polisca, médico personal de Francisco, aconsejó la cancelación de la visita al Gemelli, que habría impuesto al enfermo un considerable esfuerzo físico y hubiera podido agravar sus condiciones físicas, poniendo en peligro su participación en las celebraciones de la festividad de los apóstoles Pedro y Pablo, el domingo.
 

Quinta actividad suspendida

Sin hacer tremendismo, no puede ocultarse que es la quinta vez en los últimos meses que ha habido que suspender la presencia pontificia en algunos actos programados y que no se logra imponer a una persona que ha cumplido ya los 77 años una moderación en sus actividades (este año tampoco está previsto que se tome unas vacaciones veraniegas).

Como luego veremos, el programa de los días 28 y 29 de junio se desarrolló sin especiales problemas. De todos modos, la noticia de la semana fue la presentación del Instrumentum laboris de la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, que se celebrará en el Vaticano el próximo mes de octubre, sobre el tema Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización.

El jueves 26 de junio acudimos a la Sala de Prensa los informadores para escuchar las intervenciones del cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de los Obispos; Peter Erdö, arzobispo de Esztergom-Budapest y relator de la asamblea extraordinaria; el arzobispo de París, André Vingt-Trois; Bruno Forte, teólogo y secretario especial del Sínodo; y la pareja formada por Francesco Miano y Pina de Simone. En total, hora y media de alocuciones…

El documento en cuestión (que los lectores tienen a su disposición en nuestra página web) es una síntesis de las respuestas al cuestionario que acompañaba el documento preparatorio del Sínodo, hecho público en noviembre del 2013 y que causó, como se recordará, una cierta conmoción en la opinión pública mundial por la valentía en el planteamiento de los problemas que hoy asolan a la institución matrimonial y a la familia.

En sus 70 páginas, divididas en tres partes que recogen las ocho temáticas propuestas en el cuestionario, se nos ofrece una síntesis de las numerosas respuestas llegadas a Roma en estos meses, provenientes de las conferencias episcopales de todo el mundo.
 

Principales obstáculos

Sin intentar sintetizar aquí los contenidos de un documento tan amplio, creo útil recoger algunas de sus afirmaciones más interesantes. “Existe unanimidad en las respuestas –dice el apartado número 15– en relación a los motivos de fondo sobre las dificultades para acoger la enseñanza de la Iglesia.

  • Las nuevas tecnologías difusivas e invasivas.
  • La influencia de los medios de comunicación de masas.
  • La cultura hedonista; el relativismo; el materialismo.
  • El individualismo.
  • La creciente secularización
  • El hecho de que prevalezcan concepciones que han llevado a una excesiva liberalización de las costumbres en sentido egoísta.
  • La fragilidad de las relaciones interpersonales.
  • Una cultura que rechaza decisiones definitivas, condicionada por la precariedad y la provisionalidad, propias de una sociedad ‘líquida’, del ‘usar y tirar’, del ‘todo y enseguida’, valores sostenidos por la denominada ‘cultura del descarte’ y de lo ‘provisional’, como recuerda frecuentemente el papa Francisco.

“Se señala además ampliamente –número 24– que lo que establece la ley civil (basándose en el positivismo jurídico cada vez más dominante) se convierte también en moralmente aceptable en la mentalidad común. Lo que es ‘natural’ lo suelen definir solamente el individuo y la sociedad, que se han convertido en los únicos jueces de las decisiones éticas. La relativización del concepto de ‘naturaleza’ se refleja también en el concepto de ‘duración’ estable en relación a la unión matrimonial. Hoy, un amor se considera ‘para siempre’ solo en relación a cuánto puede durar efectivamente”.

Recepción a la delegación de Misión Madrid, encabezada por Rouco.

Recepción a la delegación de Misión Madrid.

El tercer capítulo de la segunda parte, de los números 80 al 120, afronta las “situaciones pastorales difíciles”, que son muchas, por supuesto; entre ellas, las uniones de hecho: “Vinculada al modo de vida de Occidente –se dice en el número 84–, aunque también está difundida en otros países, está la idea de libertad que considera el vínculo matrimonial como una pérdida de la libertad de las personas; incide la escasa formación de los jóvenes, que no piensan que sea posible un amor para toda la vida; por otra parte, los medios de comunicación promueven ampliamente este estilo de vida entre los jóvenes. Con frecuencia, la convivencia y las uniones libres son síntomas del hecho de que los jóvenes suelen prolongar su adolescencia y piensan que el matrimonio es demasiado arduo; tienen miedo ante una aventura demasiado grande para ellos”.
 

Separados y divorciados

“En varias respuestas y observaciones –se abunda en el número 97– se pone de relieve la necesidad de prestar más atención a los separados y a los divorciados que, fieles al vínculo nupcial, no se han vuelto a casar. Al parecer, a menudo para ellos, al sufrimiento del fracaso matrimonial se añade el de no ser considerados convenientemente por la Iglesia y, por tanto, se ven desatendidos. Se observa que ellos también tienen sus dificultades y la necesidad de ser acompañados pastoralmente. Asimismo, se hace presente la importancia de verificar una posible nulidad matrimonial con particular cuidado de parte de los pastores, a fin de no introducir causas sin discernimiento atento. En ese contexto, se encuentran peticiones de promover mayormente una pastoral de reconciliación que se haga cargo de las posibilidades de recurrir a los cónyuges separados”.

“Existe una amplia solicitud –se añade en el número 98– de simplificación de la praxis canónica de las causas matrimoniales. Las posiciones son diferentes: algunos afirman que agilizarlas no es un remedio eficaz; otros, favorables a la agilización, invitan a explicar bien la naturaleza de la declaración de nulidad, para una mejor comprensión de esta de parte de los fieles”.

Las “uniones entre personas del mismo sexo” se tratan de los números 110 al 120. “Todas las conferencias episcopales han expresado su opinión –número 113– en contra de la ‘redefinición’ del matrimonio entre hombre y mujer mediante la introducción de una legislación que permita la unión entre dos personas del mismo sexo. Hay amplios testimonios de las conferencias episcopales sobre la búsqueda de un equilibrio entre las enseñanzas de la Iglesia sobre la familia y la actitud respetuosa que no juzgue a las personas que viven esas uniones. En conjunto, se tiene la impresión de que las reacciones extremas respecto de estas uniones, tanto de condescendencia como de intransigencia, no han facilitado el desarrollo de una pastoral eficaz, fiel al Magisterio y misericordiosa con las personas interesadas”.

“Un factor que ciertamente plantea interrogantes –número 114– sobre la acción pastoral de la Iglesia y que hace compleja la búsqueda de una actitud equilibrada ante esta realidad, es la promoción de la ideología del ‘género’, que en algunas regiones influye incluso en el ámbito educativo primario, difundiendo una mentalidad que, detrás de la idea de la eliminación de la homofobia, en realidad propone una subversión de la identidad sexual”. En el número 120 se aborda la cuestión de la adopción de niños por estas parejas: “En el caso de que las personas que viven estas uniones pidan el bautismo para el niño, las respuestas, casi por unanimidad, subrayan que el pequeño debe ser acogido con la misma atención, ternura y solicitud que reciben los otros niños”.
 

Apertura a la vida

La tercera y última parte está dirigida a la “apertura a la vida y la responsabilidad educativa”. Se abre con el subrayado del “significado claramente profético de la encíclica Humanae vitae, de Pablo VI, al subrayar la inquebrantable unión entre el amor conyugal y la transmisión de la vida”.

“Sobre todo en las observaciones –número 124–, se pone de relieve que cuesta entender la distinción entre los métodos naturales de regulación de la fertilidad y la contracepción; tanto que, generalmente, dicha diferencia, en clave mediática, se traduce en la terminología de métodos contraceptivos ‘naturales’ y ‘no naturales’.

De aquí se comprende por qué dicha distinción sea percibida como un pretexto y los métodos ‘naturales’ se consideran simplemente ineficaces e impracticables. Los métodos naturales para la regulación de la fertilidad no son técnicas naturales que se aplican a un problema para resolverlo: tales métodos, en efecto, respetan la ‘ecología humana’, la dignidad de la relación sexual entre los cónyuges y se enmarcan en una visión de la relación conyugal abierta a la vida”.

De la conferencia de prensa, me parece oportuno recoger esta afirmación del teólogo Bruno Forte, referida a la urgencia pastoral con la que la Iglesia debe acometer estos desafíos sobre la familia y el matrimonio en los albores del siglo XXI:

Todo lo dicho anteriormente no tiene nada que ver con el eslogan banalizador del ‘divorcio católico’, del que han hablado algunos respecto a lo que el Sínodo podrá proponer: la medicina de la misericordia no tiene la finalidad de favorecer los naufragios, sino solo la de salvar la barca en el mar tempestuoso y dar a los náufragos la acogida, la atención y el apoyo necesarios. Si no se comprende esta intención fundamental, se tergiversará de modo irremediable todo lo que el Sínodo podrá decir sobre la situación de los separados, de los divorciados, de los divorciados que han vuelto a casarse, de las convivencias, de las uniones de hecho o de las uniones entre personas del mismo sexo.

Cambiando de tema, todos los ojos se fijaron en el papa Francisco cuando este hizo su entrada el domingo 29 de junio, a las nueve y media de la mañana, en la basílica vaticana para celebrar la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo. Su “indisposición” del pasado viernes 27, como dijimos al principio de esta crónica, había azuzado la atención sobre su estado de salud. Pero Bergoglio superó la prueba y, durante toda la celebración, no pudieron observarse en él síntomas de enfermedad o flaqueza.

Con el Papa, concelebraron 21 de los 24 arzobispos metropolitanos a los que impuso el palio (la estola de lana blanca con cruces negras que simboliza su responsabilidad al frente de una provincia eclesiástica y su especial vinculación a la Sede Apostólica). Los tres ausentes –los arzobispos de Lilongwe, en Malawi; Mandalay, en Myanmar; y el alemán de Friburgo, en Brisgovia– lo recibirán en sus respectivas sedes.

Estaba presente en la ceremonia (como ya es tradición desde hace décadas) una delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, guiada por el metropolita de Pérgamo, Ioannis Zizioulas, copresidente de la Comisión Mixta Internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y la ortodoxa. A sus miembros, les dirigió el obispo de Roma un caluroso saludo con el deseo de que su visita “pueda reforzar nuestros vínculos fraternos en el camino hacia la plena comunión entre las dos Iglesias hermanas que tanto deseamos”.

En su homilía, el Papa señaló que el problema para los obispos es el miedo y los refugios pastorales:

Nosotros, me pregunto, ¿tenemos miedo? ¿De qué tenemos miedo? Y, si lo tenemos, ¿qué refugios buscamos en nuestra vida pastoral para estar seguros? ¿Buscamos tal vez el apoyo de los que tienen poder en este mundo? ¿O nos dejamos engañar por el orgullo, que busca gratificaciones y reconocimientos, y allí nos parece estar a salvo? Queridos hermanos obispos, ¿dónde ponemos nuestra seguridad?.

A estas preguntas, el Papa respondió afirmando que “nuestro verdadero refugio es la confianza en Dios; ella disipa todo temor y nos hace libres de toda esclavitud y de toda tentación mundana. (…) Pedro ha experimentado que la fidelidad de Dios es más grande que nuestras infidelidades y más fuerte que nuestras negaciones. Se da cuenta de que la fidelidad del Señor aparta nuestros temores y supera toda imaginación humana”.
 

“Sígueme”

Al final de su homilía, Francisco recordó que el Señor repite a los pastores el “sígueme” que le dijo a Pedro:

No pierdas tiempo en preguntas o chismes inútiles; no te entretengas en lo secundario, sino mira a lo esencial y sígueme. Sígueme a pesar de las dificultades. Sígueme en la predicación del Evangelio. Sígueme en el testimonio de una vida que corresponda al don de la gracia del bautismo y la ordenación.

Después de la oración del Angelus, el Papa se unió a los obispos de Irak pidiendo a los gobernantes “que, a través del diálogo, se pueda preservar la unidad nacional y evitar la guerra. (…) La violencia genera otra violencia; el diálogo es el único camino para la paz”.

En otro orden de cosas, L’Osservatore Romano daba, en su edición del 28 de junio, la noticia de que el que fue nuncio apostólico en la República Dominicana, Jozef Wesolowski, después del proceso al que ha sido sometido por la Congregación para la Doctrina de la Fe por sus escándalos sexuales, ha sido reducido al estado laical. La información añade que, dentro de dos meses (plazo para una posible apelación), “serán adoptados respecto al ex nuncio todos los procedimientos adecuados a la gravedad del caso”.

En el nº 2.901 de Vida Nueva

 

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