La paz en Tierra Santa vuelve a resquebrajarse

Aumenta la tensión entre Israel y Palestina a las tres semanas de la oración con Francisco

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MIGUEL ÁNGEL MALAVIA. FOTOS: CNS. | Apenas tres semanas después de la oración por la paz en Tierra Santa que reunió a los principales representantes de Israel y Palestina en Roma junto al papa Francisco, el esperanzador clima de armonía ha saltado por los aires en las últimas horas, hasta el punto de desatar una situación de crisis de consecuencias imprevisibles.

Todo empezó el 12 de junio en Hebrón, Cisjordania, con el aviso de que dos hombres, supuestamente vinculados a Hamas, habían secuestrado a tres adolescentes judíos, de entre 16 y 19 años, mientras estos hacían autoestop. Después de más de dos semanas de incertidumbre, el lunes 30, el ejército israelí descubrió los cadáveres de los tres jóvenes, asesinados, se cree, el mismo día de su rapto.

La indignación brotó en seguida en la sociedad israelí, a la que su primer ministro, Benjamin Netanyahu, quiso poner voz con un duro alegato contra Hamas: “Son los responsables y pagarán por el asesinato de estos chicos”, como también remarcó en su cuenta de Twitter:

Eso pese a la declaración de la milicia islamista, que negó su participación en los hechos y explicó que los mismos se habían dado de un modo circunstancial y, en todo caso, habrían sido a cargo de sujetos incontrolados.

Desoyendo rotundamente esta versión, apenas unas horas después, en plena madrugada, fuerzas aéreas israelíes bombardearon hasta 34 bases de Hamas en Gaza. Paralelamente, al considerar este asesinato como un “atentado estratégico” y organizado con premeditación, Netanyahu se dirigió a Mahmoud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina, y le exigió que rompiera el Gobierno de unidad nacional que, en las últimas semanas, establecieron Al Fatah (su partido, fuerte en Cisjordania) y Hamas (dominadora en Gaza), aunque en manos de un equipo técnico.

Soldados israelíes durante la búsqueda de los tres desaparecidos.

Soldados israelíes durante la búsqueda de los tres desaparecidos.

En este contexto de máxima tensión, Abbas, quien lamentó con energía el asesinato de los jóvenes judíos, buscó acercar posiciones entre las partes enfrentadas y dio veracidad a la versión de Hamas, cuyos portavoces han insistido en que “nosotros no queremos traer una nueva guerra al pueblo palestino”; aunque, a continuación, estos mismos representantes de la milicia (tachada de “terrorista” por Israel) mostraran su cara más amenazadora:

Pero si el enemigo sionista decide comenzar una guerra, la resistencia está preparada para hacerle sufrir más de lo que pueda hacer sufrir al pueblo palestino.

Al cierre de esta edición, la espiral de violencia parecía no cesar. El 2 de julio, la policía israelí confirmó que había aparecido, en un bosque cercano a Jerusalén, el cadáver de un menor palestino de 17 años.

En esas primeras horas, se especulaba sobre si el crimen se debía a un ajuste de cuentas entre familias palestinas enfrentadas (versión que los padres del joven negaron completamente) o, por contra, supondría un acto de venganza cometido por ultraortodoxos judíos en respuesta a la muerte de los tres chicos hebreos en Hebrón.

Una posibilidad, esta última, que sería especialmente dañina de cara a una eventual negociación de paz, y mucho más en un momento en el que acaba de iniciarse el Ramadán, la principal fiesta islámica, por lo que los sectores más radicales la interpretarían como una provocación y una llamada a la Intifada.
 

El Papa, abatido

En un momento de gran incertidumbre, la condena y el lamento, así como la llamada urgente al entendimiento, se ha hecho notar con fuerza por parte de la Iglesia. Especialmente significativa ha sido la respuesta ofrecida desde la Santa Sede. El 1 de julio (antes de conocerse el asesinato del joven palestino) y en nombre del papa Francisco, el portavoz vaticano, Federico Lombardi, se mostró abatido por el devenir de los acontecimientos solo tres semanas después de la oración por la paz en Roma:

“La noticia del asesinato de los tres jóvenes israelíes desaparecidos es terrible y dramática. El asesinato de personas inocentes es siempre un crimen execrable e inaceptable y representa un obstáculo gravísimo en el camino hacia esa paz por la que, incansablemente, tenemos que seguir comprometiéndonos y rezando. La violencia llama a otra violencia y alimenta el círculo mortal del odio. El papa Francisco se une al dolor inenarrable de las familias golpeadas por esta violencia homicida y al dolor de todas las personas afectadas por las consecuencias del odio, y pide a Dios que inspire a todos pensamientos de comprensión y de paz’”.

En el nº 2.901 de Vida Nueva

 

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