¿Es que Cristo está dividido?

Semana de oración por la unidad de los cristianos

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Cada año, un grupo ecuménico de una región del mundo, bajo la guía del Consejo Ecuménico de las Iglesias y del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, sugiere el tema y prepara los subsidios para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Este año los subsidios provienen de las iglesias y comunidades eclesiales de Canadá y hacen referencia a la pregunta dirigida por san Pablo a los cristianos de Corinto: “¿Acaso está dividido Cristo?” (1 Co, 1 13).

Entre el 8 y el 15 de junio, la iniciativa tuvo lugar en Bogotá. Motivada por el Departamento de Promoción de la Unidad y el Diálogo de la Conferencia Episcopal, la actividad contó con la participación de la Iglesia Episcopal de Comunión Anglicana, la Iglesia Ortodoxa Griega, la Iglesia Colombiana Metodista, la Iglesia Evangélica Luterana de Colombia, la Iglesia Luterana Alemana, la Iglesia Cristiana Menonita, la Iglesia Presbiteriana, el Movimiento de los Focolares y la Iglesia Católica.

Que todos sean uno

Todo inició con una celebración en la Porciúncula el día domingo. En ella se dio comienzo a un octavario de reflexión basado en el texto de Pablo. A partir de la carta, las palabras de apertura plantearon que los cristianos deben ser capaces de recibir los dones de los otros, de tomarlos en consideración: “ver en ellos carismas que enriquecen a todo el cuerpo de Cristo”.

Ut unum sint (“que todos sean uno”). La expresión latina sirvió de símbolo, cuando distintos fragmentos de una cruz revelaron su mensaje al unirse. Cada iglesia compartió con los otros aquello que consideran su aporte particular para la consecución de la unidad: la diakonía, la comunión, la educación, la unidad, la no violencia activa o la equidad.

En una audiencia llevada a cabo en enero, el papa Francisco hacía mención del posible alcance de actividades como la Semana de Oración por la Unidad. “Tenemos el mismo Bautismo, el mismo Espíritu Santo que nos ha dado las gracias, reconozcámoslo y alegrémonos”, señalaba. Según el obispo de Roma, no obstante el sufrimiento de las divisiones que lamentablemente todavía permanecen, debemos acoger las palabras de Pablo a los corintios como una invitación a alegrarnos sinceramente por los dones concedidos por Dios a otros cristianos. Precisamente, este fue el objetivo de las jornadas realizadas en distintos lugares de Bogotá, recientemente.

TEXTO Y FOTO: VNC.

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