El Greco como mito fundacional de la pintura moderna

La exposición en el Museo del Prado abre sus puertas hasta el 5 de octubre

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JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | El Greco no simboliza únicamente el esplendor de la pintura barroca española, sino también buena parte de la pintura moderna, básicamente, entre 1860 y 1945. Sin Doménikos Theotokópoulos, El Greco (Creta, 1541-Toledo, 1614), no habrían existido las vanguardias.

Retrato de un caballero anciano, considerado autorretrato de El Greco (1595–1600).

Retrato de un caballero anciano, considerado autorretrato de El Greco (1595–1600).

Sin su extraordinaria influencia, la historia de la pintura habría sido muy distinta.

Es lo que se podrá concluir en la gran exposición que inaugura el Museo del Prado este 24 de junio, El Greco y la pintura moderna. Es decir, la primera muestra que aborda de modo integral y sistemático la enorme ascendencia del maestro cretense en el desarrollo de la pintura en los siglos XIX y XX.

Explica Javier Barón, comisario de la exposición y jefe del área de conservación de pintura del siglo XIX del Museo del Prado:

En el imaginario de muchos de los pintores de los siglos XIX y XX la figura del Greco ocupó un lugar muy peculiar, que se convirtió en verdaderamente central a partir del cambio de centuria. La extraordinaria diversidad de los modos y las direcciones en que se ejerció su influencia es un índice relevante de la complejidad y de la capacidad de fascinación de su pintura.

Cristo abrazado a la cruz, El Greco.

Cristo abrazado a la cruz, El Greco.

La exposición es eso mismo, fascinante. Junto a 26 obras del Greco, entre ellas algunos préstamos extraordinarios como el retrato del humanista fray Hortensio Félix Paravicino (Museum od Fine Arts, Boston) o los impresionantes Laocoonte (National Gallery, Washington) y Visión de San Juan (Metropolitan Museum, Nueva York), que se suman a la excepcional colección del Prado, también se podrán ver más de 80 obras maestras, entre pinturas y dibujos, de los impresionistas, del cubismo y del expresionismo centroeuropeo o, incluso, de la pintura americana.

La exposición es inédita también por el escenario. Por primera vez, y hasta el 5 de octubre, se verán en un museo como el Prado –ajeno habitualmente a las vanguardias– obras de pintores como Manet, Cezánne, Picasso, André Derain, Robert Delaunay, Diego Rivera, Amedeo Modigliani, Chaïm Soutine, Marc Chagall, Oskar Kokoschka, Egon Schiele, Roberto Matta, Jackson Pollock, Alberto Giacometti o Francis Bacon, entre otros artistas fundamentales del siglo XIX y XX, siempre con El Greco como ideario común.

Es en Francia donde comienza el interés internacional por El Greco, un pintor prácticamente desconocido a mediados del siglo XIX pese a la gran fama que alcanzó en vida. De Manet (1832-1883) se expone en El Prado su peculiar Cristo muerto con ángeles (Metropolitan Museum, Nueva York), que fue la obra que el pintor presentó en el Salón de 1864 en París, un Cristo alejado de la imagen convencional, incluso con la lanzada en el costado izquierdo, pero que suponía un verdadero homenaje a la pintura española del Greco a Zurbarán.

En palabras de Barón:

La dama de armiño, de Cézanne.

La dama de armiño, de Cézanne.

El ojo certero de Manet, como el de Edgar Degas, que poseyó dos grecos que habían pertenecido al pintor realista Jean-François Millet, era capaz de advertir los rasgos de interés que ofrecía aquella pintura a una mirada moderna como la suya. También lo hizo Henri de Toulouse-Lautrec, que realizó algún retrato a la manera del Greco, como el de Romain Coolus, pintado en 1899, tras haber viajado a España. (…)

Pero fue Paul Cézanne, el artista a partir del cual se ejerció verdaderamente la construcción de la pintura moderna, el creador cuyo nombre se asoció con mayor frecuencia e intensidad a la pintura del Greco”, explica Barón.

juancrodriguez@vidanueva.es

El Greco como mito fundacional de la pintura moderna [íntegro solo suscriptores]

En el nº 2.899 de Vida Nueva

 

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