Entrevista con el obispo de Sant Feliu de Llobregat, Agustí Cortés Soriano
JORDI LLISTERRI (BARCELONA) | El obispo de Sant Feliu de Llobregat Agustí Cortés Soriano (Valencia, 1947) cumplía cuatro años como obispo de Ibiza cuando fue llamado para ser el primer obispo de la Diócesis de Sant Feliu de Llobregat. Había sido secretario del obispo Miquel Roca Cabanellas y toda su trayectoria académica y pastoral la había realizado en su diócesis de origen. Llegó siendo un desconocido, pero ha sabido captar las preocupaciones del territorio, por ejemplo, en temas sociales.
P: No es el primer obispo que llega a una diócesis sin la que haya tenido alguna relación previa. ¿Cómo lo vivió y cómo lo ve?
R: Tiene ventajas e inconvenientes. Las informaciones previas pueden condicionar las decisiones, pero sin ellas hay que improvisar sobre la marcha. Tienes que confiar en las personas que encuentras y pensar que Dios dirá. Desde el principio me he sentido acogido y no he encontrado en ningún momento reproches o críticas.
P: Se fió mucho de las consultas entre el clero para hacer los primeros nombramientos.
R: Me fié del Espíritu, y estoy convencido de la bondad original de la gente y de los valores de las personas, particularmente, de los sacerdotes. Hice la consulta y acepté el resultado. Fue un acierto.
P: ¿Se puso de manifiesto la oposición a la división?
R: Al principio, esta postura estaba mucho más presente. Pero, poco a poco, hemos creado una conciencia diocesana sin romper lazos ni compromisos con Barcelona. El objetivo de la división era que los centros de decisión, de proyectos y de planificación estuvieran más cerca de la realidad. En gran parte se ha cumplido.
P: ¿Tiene Barcelona mucho peso?
R: Es cierto que hay mucha gente que tiene la vida profesional en Barcelona y que hay movimientos de la provincia eclesiástica que no se han dividido, pero, aun con la movilidad, el territorio sigue teniendo mucho peso en la pastoral.
P: ¿Cómo se presenta el futuro?
Vamos a promover una revisión de la vida de la diócesis. Queremos proyectar un futuro en el que todos participen. Estamos en proceso de consulta a todas las personas de las parroquias y comunidades para que nos den su opinión para hacer propuestas de futuro.
En el nº 2.899 de Vida Nueva
