‘Días de vinilo’: al son de la nostalgia

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JOSÉ LUIS CELADA | La nostalgia es a la cinematografía argentina lo que Disney al género infantil o Indiana Jones al de aventuras: un referente, una garantía, un puerto seguro al que acudir en busca de sensaciones reconocibles y placenteras. Algunos lo achacan al contagio de la morriña importada por ciertos ancestros gallegos, pero el caso es que no pocos realizadores porteños han hecho de esa melancolía todo un arte. Ahí está, por ejemplo, Eliseo Subiela con su inolvidable Despabílate amor (1997).

Ahora es el turno de su compatriota Gabriel Nesci, guionista, montador y director televisivo, que debuta en el largometraje con estos Días de vinilo [ver trailer], comedia romántica deudora también de aquella Alta fidelidad (2000) con la que el británico Stephen Frears rememoraba los fracasos sentimentales del protagonista (interpretado por John Cusack) al ritmo de grandes éxitos de los 80. No es casualidad tampoco que, originariamente, esta historia fuera a titularse Todo lo que necesitas es amor, porque ese es su motor narrativo y la chispa que enciende –o abrasa– las vidas de cuatro amigos unidos desde la infancia por la música y otras pasiones.

La boda del único de ellos que mantiene una pareja estable constituye el punto de partida y el horizonte de cuanto Nesci se dispone a contarnos durante las próximas dos horas, un viaje ligero de equipaje por las inmadureces masculinas, los sueños sin cumplir y el ridículo como estado vital. Asuntos pocos originales, desde luego. Como las ideas que sustentan buena parte de la trama: nada dice tanto sobre alguien como la música que escucha; las canciones remiten a lugares, momentos, personas, sentimientos…

Sin embargo, esa necesidad que tienen los personajes de explicarse y relacionarse a través de letras y melodías universales (o no tanto) genera situaciones que rebosan frescura y buen humor: desde las que proporciona un hit nacido del despecho hasta las que surgen al recordar entre acordes a un ser querido, pasando por el consabido y reiterado homenaje a clásicos como The Beatles.

Capítulo aparte merece lo que, sin duda, es el mejor hallazgo de esta cinta: la autoparodia de Leonardo Sbaraglia tratando de venderse como actor multiregistro a un cineasta (Gastón Pauls) más extraviado que el propio guión en el que está trabajando. ¡Sano ejercicio este de reírse de uno mismo y de una profesión desnortada a menudo por la popularidad!

Más allá de esta feliz ocurrencia, Días de vinilo no depara demasiadas sorpresas, lo cual no resta interés ni gracia a una película escrita e interpretada con oficio, a ratos divertida, a ratos complaciente, pero casi siempre amable y muy fácil de ver. Incluso ese final no apto para diabéticos. Ya se sabe que música y nostalgia forman un matrimonio duradero y bien avenido, aunque no basta con apelar a la química para que triunfe el amor. Ni siquiera en el cine.

 

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Días de vinilo.

GUIÓN Y DIRECCIÓN: Gabriel Nesci.

MÚSICA: Guillermo Guareschi.

FOTOGRAFÍA: Rodrigo Pulpeiro.

PRODUCCIÓN: Ignacio Rey, Gastón Rothschild, Juan Pablo Galli, Juan Vera, Diego Corsini, Alejandro Cacetta.

INTÉRPRETES: Gastón Pauls, Fernán Mirás, Ignacio Toselli, Rafael Spregelburd, Inés Efron, Emilia Attías, Akemi Nakamura, Carolina Pelleritti, Maricel Álvarez, Leonardo Sbaraglia.

 
En el nº 2.899 de Vida Nueva

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